Me di cuenta de que mis manos temblaban levemente al intentar abrir la puerta de mi apartamento. La respiración de Sebastian se encontraba tras de mi, subir el elevador y evitar el contacto visual para no hacer un espectáculo en medio de mi complejo, incluso había sido una tarea difícil de superar. No podía estar segura de si el temblor de mis manos se debía a que me encontraba nerviosa, o expectante, me iba más a la segunda opción, pero no podía negar que mi corazón latía a un ritmo especialmente rápido y que no era normal.Click. El sonido de la puerta finalmente siendo abierta, fue como música para mis oídos.
Me eché hacia un lado para dejar que Sebastian entrara primero, él parecía más relajado que yo, la verdad es que tenía una expresión de alegría y ansias al mismo tiempo. Cerré la puerta tras de mi, tenía la costumbre de hacerlo con llave porque de esa forma me sentía más segura, era algo prácticamente inconsciente que ya sólo al entrar hacía.
Él sonrió mientras sus ojos viajaban por el lugar. El diseño lo había dejado muy de lado, pues sólo llevaba viviendo un poco más de un par de meses aquí, pero de alguna forma se sentía como mío, era la primera vez que vivía completamente sola. Antes de la universidad, solía vivir con mi madre, luego tuve una compañera de habitación allí, me casé, nuevamente con mi madre y ahora estoy aquí. En mi lugar. Mío. Donde algunas de mis fotografías eran cuadros que lo adornaban y la madera blanca de los pisos contrastaba con el beige de los pequeños muebles de la sala.
Su mirada se fue a una foto que servía como centro de una de las pequeñas mesas blancas de la esquina. Aquella no había sido tomada por mi y su resolución tampoco era la mejor, a pesar de que sí la restauré, aún había querido conservar su esencia, ya que se trataba de una de las pocas fotos familiares que existían de mi padre, mi madre, y de mi. Una bebé Avril casi recién nacida. Incluso si Sebastian se había quedado observándola por unos segundos, no preguntó nada y lo agradecí. No era algo que quería hablar ahora mismo.
—¿Qué es esa caja?—preguntó, esta vez dejando que su curiosidad lo venciera.
La gran caja de la esquina que a pesar de los meses, seguía sin decidir qué hacer con ella.
—Son algunas fotografías, premios y reconocimientos que gané hace unos años. Cuando trabajaba en Nueva York.
Él subió sus cejas con sorpresa.
—Vaya, no me habías dicho que ya eras una fotógrafa galardonada.
—Lo soy—sonreí—. Pero allí no está mi nombre real, era otro en ese entonces, por lo que no tengo intención de verlo, sin embargo, es mío, así que no sé qué hacer con ella. Quizás debería dársela a mi madre.
Él asintió con entendimiento. Ya le había contado, así que todo era mucho más fácil. En esos años yo era Avril Montgomery y cualquier reconocimiento que tuviera o estatuilla, por supuesto era entregado con ese nombre.
—Es muy hermoso tu apartamento. Lo digo como opinión profesional—me observó, acercándose un poco más a mi—, en la personal, quisiera ver otras área—inclinó su cabeza hacia un lado, midiendo mi reacción.
Un calor pasó a través de mi cuerpo.
—¿Cómo cuál?—pregunté, sin quitar mi mirada de la suya.
—¿Realmente quieres el café?—negué con mi cabeza. Estaba más allá de las palabras en este momento—. Gracias a Dios.
Acortó la distancia entre nosotros y tomando de mi cintura, me atrajo hacia él, uniendo sus labios a los míos. Siempre había algo especial en la forma en la que Sebastian me besaba, como si no contuviera nada, se dejaba llevar por completo ante lo que sucedía. Sus labios siendo firmes, pero exigentes, delicados, pero apasionados. Entregando todo de él. Su lengua decidida entrando a mi boca, la mía la recibió con mucho gusto. Apretó mi cintura con fuerza, sus dedos aplastando mi piel, bajando a través de mis caderas, sin detener su recorrido hasta llegar a mi trasero y empujarme más a su cuerpo con fuerza. Gemí inevitablemente al sentir su erección en mi estómago, nuestras bocas separándose levemente en reacción. Haciendo que nuestros alientos se mezclaran.
ESTÁS LEYENDO
Avril
RomanceCuando Avril se muda a Seattle, decide que es momento de reiniciar su vida y enterrar el pasado que la lastimó. No está interesada en las relaciones, es lo último que pasa por su cabeza, pero al conocer a Sebastian, no puede evitar que sus ojos sens...