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— ¡Vamos Less! Siempre llegamos tarde a todas partes por tu culpa

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— ¡Vamos Less! Siempre llegamos tarde a todas partes por tu culpa...

— Dame un minuto, no encuentro mi cuaderno. — Seguía rebuscando por toda la habitación y aún así no aparecía, ¿dónde lo habré dejado?

— No podemos perder más minutos, a estas horas seguro que el barco ya ha atracado. ¡Venga! Además, mamá, papá y los primos nos están esperando ya en el coche.

Me giré un segundo rápidamente para echar una mirada de enfado a mi hermano pequeño, la única mirada que conseguía que me dejase en paz. Lo último que vi fue como entornaba los ojos y se iba de mi cuarto arrastrando los pies, no muy convencido. ¿Es posible querer mucho a un hermano, pero a la vez querer tirarlo por la ventana, por lo pesado que se pone cada día?

Sacudí la cabeza para despejar los pensamientos negativos sobre mi hermano y me dediqué a seguir abriendo cada cajón en busca del maldito libro. Nada. Escuché el pitido del coche de mis padres y les ignoré por duodécima vez. Me rindo. Fui a la cama a recoger la maleta, al levantar la tapa para cerrarla noté que pesaba más de lo normal. Algo curiosa recordé que tenía un bolsillo oculto, y ¡ahí estaba!

— ¡Lo tengo! — Exclamé entusiasmada desde la ventana a unas caras serias y malhumoradas. En fin, sabía que en el fondo se alegraban por mí.

...........

— Vaya, es enorme — A mi lado tenía ilusionado al pequeño de la casa, era normal, teniendo en cuenta que era su primer crucero.

Siendo sincera, también era la primera vez que subía a un barco. Viendo su gran altura desde cerca me daba algo de vértigo, aunque sabía que este crucero llevaba años en el mar y era más seguro que un simple coche.

Llegamos a la zona de embarque, donde enseñamos las tarjetas de identificación anteriormente recibidas. En total íbamos a usar 3 camarotes, mis padres en uno, mis dos primos y mi hermano en otro, y por suerte, yo no tenía que compartir habitación con nadie.

Al subir la rampa de metal que conectaba el puerto con el barco, un tripulante a bordo nos mostró muy amablemente una pequeña parte del gran barco, donde íbamos a permanecer un par de semanas. Nos llevó hasta otro trabajador que se ofreció a acompañarnos a los camarotes, aunque nuestros padres desaparecieron en la planta 22, donde vieron la palabra "Spa". Tan solo era una planta por debajo de nuestras habitaciones, así que acordamos vernos más tarde.

Solo tenía ganas de llegar al camarote, dejar las cosas y...

— Leslie, ¿vamos a la fiesta que hay en la piscina más alta del barco? — Mi prima sabía perfectamente que odiaba las fiestas.

— Te he dicho mil veces que me llames Less. Y no me apetece bañarme ahora.

— Venga, no seas aburrida, hemos venido a pasarlo bien, ¿no?

— Eso, venga, por una vez que vayas a una fiesta en tu vida no va a pasar nada. - Mi otro primo, que por cierto era gemelo idéntico de mi prima, se metió en la conversación, mientras mi hermano me empujaba por la espalda.

— Vaaaale, iré, pero no pienso moverme de las hamacas.

Vacaciones ImprovisadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora