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Busqué por toda la piscina, pero ni rastro del chico

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Busqué por toda la piscina, pero ni rastro del chico. ¿Me lo habría imaginado? Paré del hombro al primer turista que pasaba por mi lado, que resultó ser una chica que aparentaba mi edad, y le pregunté si había visto a un chico volar y caer a la piscina. Me esperaba un "estás loca", en cambio, me contó que él se levantó con normalidad y se fue con su compañero.

Regresé rápidamente a la piscina anterior, pero la hamaca estaba ocupada por otra persona y mi familia había desaparecido también. Tenía que ser una broma. Estaba sola en un crucero gigante y no sabía cómo volver a mi camarote. Por si fuera poco, el móvil y mi tarjeta de identificación estaban dentro de mi mochila, una mochila que también había desaparecido. Genial.

Podría haber buscado a alguien que me ayudase a localizar a mis primos y mi hermano, aunque en su lugar, decidí dar un pequeño paseo. Ya dentro del ascensor, pulse un botón cualquiera sin mirar. Al abrirse las puertas aparecí en una sala enorme decorada con demasiadas luces colgadas del techo, para mi gusto.

— Buenas, ¿Puedo ayudarte en algo? — Me giré dando un pequeño sobresalto, pues no esperaba que nadie me hablara.

— Hola, sí, bueno, no. Estoy bien, gracias.

— ¿Segura? Pareces algo perdida. — La chica de recepción se rió, aunque no en el mal sentido. Parecía sincera, así que aprovechando que estábamos las dos solas, decidí preguntar.

— Me preguntaba... Hay un chico moreno, del equipo de animación, un poco más alto que yo. Él ha tenido un pequeño accidente, aunque tengo entendido que está perfectamente. ¿Sería posible saber su nombre?

— Bueno, dejando de lado que es información confidencial... Tenemos 43 trabajadores de animación a bordo. Puedo descartar los que no sean morenos. — Bromeó, y me reí con ella. Resultaba agradable su sinceridad.

— Esta bien, no importa. ¿Podrías decirme cómo llegar al camarote 4.501 por favor?

Conseguí llegar a la puerta, aunque sin la tarjeta era imposible entrar. ¿Dónde voy ahora? Por probar...

— ¡Lydia! ¡Dereck! ¿Mamá?

Nada.

— ¡¡¡¡Lydia!!!!

—¡Oye! Que no estás sola aquí, ¿Podrías dejar de gritar? - Me habló una cabeza que asomaba del camarote del lado derecho. Asentí a modo de disculpa y volvió a cerrar su puerta.

Cerré un momento los ojos para intentar tranquilizarme. No podía quedarme ahí sentada, simplemente esperando a que alguien apareciera, pero tampoco podía ir a comer algo sin la tarjeta de embarque. Y no podemos dejar de lado el hecho de que seguía con el bikini puesto, ya que seguramente a mi prima no se le ocurriría otra cosa que llevarse todas mis cosas en lugar de dejarlas en la hamaca como haría alguien normal.

Solo se me ocurrió una cosa para hacer en esos momentos. Y no dudé un segundo en dirigirme hacia allí. Siempre había soñado con ver el horizonte chocando con el cielo, respirando la dulce brisa con los ojos cerrados en la popa de un barco

Vacaciones ImprovisadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora