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No acepto mi plan de la discoteca

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No acepto mi plan de la discoteca. Alex se asusta enseguida. Yo veo que tener una primera amonestación no es para tanto, poco me parece.

En cambio, yo había vuelto a saltar los controles y me encontraba en los largos pasillos de camarotes del barco: Estaba probando la tarjeta puerta por puerta, se que es una locura, no iba a probarlas todas, tardaría meses. Era solo de camino a la discoteca, para probar suerte. Eso de saltarse las normas me recuerda a cuando me colé en las cocinas a las 3 de la mañana a por un trozo de pizza, me hice pasar por cocinero, nadie se dio cuenta, solo que tuve que terminar una remesa de mousse de limón, para disimular.

Ya me movía por el barco como si fuese mi casa, una casa de 500 mil metros cuadrados.

Nada, ninguna funciona. Esperaba no llamar la atención aquí probando todas las cerraduras. Menos mal que solo había pasado una chica con bikini, algo desorientada, porque iba en dirección contraria al Spa. Aparte que llevaba un bikini rojo muy ridículo, creo que ni me ha visto.

Terminé el pasillo, y por fin me fui a la discoteca Prodeluxe. Se encuentra en popa, la gente flipa con poder hacerse una copa contemplando la estela del barco, iluminada por la luz de la luna... Solo me acerco para distraerme mirando como los cruceristas con copas de más, buscan las barandillas desesperadamente... ah y a ver si había suerte y encontraba a la dueña de la tarjeta.

Ese día el ambiente estaba tranquilo. Esta cubierta luce de tener los techos más altos, y está llena de sillones frente a un gran ventanal con vistas al mar. También hay una enorme terraza que sobresale del barco, donde solo había una chica... no me lo podía creer....

Era la chica del bikini ridículo, estaba apoyada sobre una de las barandillas. 

Me parecía que seguía igual de desorientada, esa era la noche de gala, no la fiesta del bikini. Era curioso, y a la vez gracioso, decidí acercarme.

Abrí la puerta, y vi que ella se giraba de repente y me fulmina con la mirada. No me lo esperaba, pero hubo un momento incómodo, no sabía si fingir que me había equivocado de puerta, o preguntarle qué hacía ahí. La curiosidad me pudo.

— Perdón no quería interrumpir tu momento de relax. 

—Tranquilo.— Se le notaba avergonzada.

—Me gusta tu vestido de noche. — Bromeé.

— He perdido la tarjeta de embarque.

¿Será ella la dueña de la tarjeta? Igual en las pequeñas distancias cambia, pero no creo. En realidad cientos de personas pierden su tarjeta cada día, hay una recepción solo para hacer duplicados.

— Has pensado en...

Un movimiento brusco del barco me interrumpió, en ese momento era yo el que busca desesperadamente una barandilla. Oía detrás de mí como se rompían las copas y algunas botellas de la barra. Cuando conseguí volver en mí, ella ya no estaba.

Vacaciones ImprovisadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora