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— No me puedo creer que no se lo contaras

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— No me puedo creer que no se lo contaras. — Mi hermano me estaba riñendo, mientras yo solo me miraba las zapatillas, algo sucias a decir verdad.

— ¿Cómo iba a hacerlo? Se preocupa mucho por ayudarme. Además, tenía pensado hacerlo al final de nuestra quedada pero Lisa nos interrumpió.

Derek y yo nos encontrábamos sentados en dos motos, por supuesto, falsas. Al fin encontramos la sala de recreativos y teníamos que aprovechar antes de volver a olvidar el camino hacia ella. Ambos somos muy competitivos, pero esta vez nos centramos más en hablar que en jugar.

— Espera, ¿Lisa? Esa chica está en todas partes. — Bromeó mi hermano, aunque a mi no me hizo gracia, puesto que era cierto.

— Sí. La cosa iba genial, ¿sabes? Me estaba dando una clase de seducción increíble, pero todo se terminó cuando ella llegó. — Derek me miró como si sospechara algo.

— Leslie, te conozco. Nunca dejas que nadie te interrumpa cuando estás a gusto. ¿Qué le hiciste a la pobre chica? — Ahí estaba la sospecha.

— ¿Cómo puedes insinuar que yo... — Derek levantó las cejas y se cruzó de brazos. — Vale, nos peleamos.

— ¿Qué le dijiste?

No obtuvo respuesta por mi parte.

— Dios mío, ¿Qué le hiciste?

— ¡Nada! Fue ella la que vino corriendo hacia mí y me cogió del pelo. — Me incliné hacia un lado encima de la moto, quería ganar la carrera y Derek no prestaba mucha atención a ella.

— Es verdad, Lisa no le arrancó el pelo de milagro. — Noté como alguien se sentaba detrás de mí y me cogía por la cintura.

— Nick, no es una moto real, suéltame. — Me removí para que separara sus brazos de mí. — ¿Cómo sabías que estábamos aquí? Al final vas a ser peor que Lisa.

— Vuestra prima Lydia me comentó hace unas horas que llevabais varios días buscando esta sala, así que he decidido pasarme antes de empezar mi turno.

— Pero qué buena pareja hacéis. — Dijo mi hermano sonriendo a nuestro lado.

— Derek Anderson... — Bajó de la moto tan rápido que tropezó con los cables de la máquina, pero consiguió levantarse rápidamente y se marchó corriendo lejos, muy lejos. Había aprendido que decir su nombre completo jamás era buena señal.

— Tu hermano es muy raro. — Dijo Nick tranquilamente, volviendo a subir los brazos para sujetarme la cintura.

— Oye, la moto del lado ahora está libre, ya puedes bajarte y soltarme. — Volví a moverme con dificultad, pero esta vez Nick no me soltó, si no que sujetó sus manos delante de mí. — Nick, ¿Qué haces? Quita.

Escuchaba su risa mientras yo intentaba zafarme de su abrazo. Terminé por rendirme, era evidente que era más fuerte que yo y no iba a conseguir nada. Finalmente me soltó y se alejó de mi espalda, aunque no se bajó de la moto. Le vi el rostro reflejado en la pantalla y no parecía especialmente feliz.

— Nick, ¿Qué ocurre?

— ¿Te acuerdas del sobre con llaves que me dio Lisa hace unos días? — Asentí lentamente, sin moverme del sitio. — Dentro había una hoja doblada, la he visto esta mañana, era tan pequeña que pasó desapercibida. Antes de abrirla pensé que quizás era su número de teléfono o el número de su habitación, cuando me dio ese sobre todavía nos llevábamos bien. — Nick suspiró y esta vez bajó de la moto para situarse entre la pantalla y yo, aunque no me miraba directamente. No supe si bajar también, parecía preocupado, pero opté por quedarme sentada.

— Nick, me estás asustando. — Levantó la mirada y sentí un pequeño dolor en el estómago. Más que triste, parecía enfadado, o decepcionado. No dijo ni una palabra. — ¿Sabes que puedes contarme lo que sea, no? Somos amigos.

— ¿Ah sí? Y, ¿también éramos amigos cuando planeaste cómo hacer que me despidieran? Al menos eso dice en una hoja de tu diario. — Me arrojó una hoja arrugada en la cara. — ¿Ideaste otro plan para joderme las actuaciones en el bar? ¿Éramos amigos cuando metiste éxtasis en los bocadillos de Lisa en Roma? ¿Quizá esos bocadillos eran para mí? Por que me hacen análisis todas las mañanas antes de trabajar. ¿Querías que abandonara el barco, aun sabiendo todo lo que te conté de mi familia? Cuando Lisa nos interrumpió ayer y tú te fuiste después de que te agrediera, me dio un cuaderno, uno que encontró escondido en tu maleta. No quiero saber cómo ni porqué lo tiene, solo quiero saber una cosa, y me vas a responder con sinceridad, porque me lo merezco por una vez. ¿Tu beso en los vestuarios fue real?

Abrí tanto los ojos que sentí dolor, tuve que parpadear varias veces antes de volver a mirar a Nick a la cara. Ese cuaderno era una libreta de historias. ¿Qué tenía que ver con Nick todo esto? Quería decirle que yo no había hecho nada de todo lo que estaba diciéndome. Noté que estaba a punto de llorar y Nick seguía mirándome con dureza en su mirada.

— Nick, las cosas que hay escritas ahí no...

— ¿Fue real?

— Nick, yo... Por favor escúchame.

— ¿Existe Dany, Leslie? ¿O también me has mentido en eso? — Bajé la mirada, no sabía cómo hablar con él. — No me lo puedo creer. ¿Cómo alguien puede ser tan... No lo entiendo, Leslie. Pensaba que podía confiar en ti.

— Y puedes hacerlo Nick, déjame explicártelo. — Pero antes de que pudiera decir una palabra más, Nick se marchó. Dejándome sola en la sala de recreativos, y en el crucero. 

Vacaciones ImprovisadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora