Promesas XIV

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Promesas

Naruto aún seguía en shock, prácticamente Hinata tuvo que ayudarlo a entrar a su casa mientras la señora mayor metía a Boruto a la casa antes que ellos.

Boruto...

El niño era suyo, él lo sabía. Era algo demasiado obvio. Cuando Hinata lo dejó caer contra un sillón que se quejó por el peso extra, él extendió la mano y sostuvo su brazo. Las palabras no podían salir de su boca, sólo observó sus ojos perlas, notando la comprensión.

-Intenta relajarte. Voy a prepárate algo para que te relajes y vendré a contarte la historia.

Naruto no la soltó, su mano cerrándose más fuerte.

-Es mío-, declaró.

Hinata hizo una mueca, mientras intentaba con su mano libre separar los dedos de Naruto de su agarre de fierro. Él lo notó, y la soltó sintiéndose un animal por lastimarla de ese modo.

-Lo siento. Yo..-, él suspiró mientras se pasaba la mano por los cabellos.

Sentía que había perdido todas sus fuerzas y no podía controlar bien su cuerpo.

-Esta bien-, de todos modos ella se frotó el lugar donde sus dedos habían apretado demasiado fuerte-. Ahora vengo-, murmuró para salir huyendo por una de las puertas.

Naruto se quedó con la mirada clavada en la pequeña mesita que estaba frente a él.

Él era papá...

Hinata había tenido un hijo suyo...

Naruto se apretó las sienes cuando el dolor de cabeza se intensificó, intentando darle sentido a todo lo que estaba pasando. Su padre no sólo le había sacado la oportunidad de estar con Hinata desde hace mucho, sino que también le robo la oportunidad de conocer y ayudar a Hinata a criar al hijo de ambos. No podía creerlo...

Levantó la mirada cuando la señora mayor, llamada Kurenai salió del pasillo por dónde había entrado con Boruto, pero sólo estaba ella. Kurenai le sonrió un poco, pero Naruto notó la mueca, sus ojos brillando de sospecha. No le dijo ni una palabra mientras se movía a la puerta por dónde había salido Hinata, él sospechaba que era la cocina.

A Naruto le habría gustado ver a Boruto bajo la luz de la casa, no lo había visto bien afuera. Quería conocerlo y sostenerlo en sus brazos. Sus piernas temblaban demasiado para intentar levantarse, en todo el tiempo que había peleado en la jaula, sólo una vez lo habían nockeado. Era una sensación parecida, le dolía todo, pero aunque intentará moverse, era como si las neuronas de su cerebro se hubieran desconectado.

Tenía la mirada fija en el pasillo donde había entrado Kurenai y por eso lo vió. Allí estaba Boruto de nuevo, metiendo la mitad de su cabeza y sus ojos celestes mirando a todos lados hasta que lo vió. Naruto sabía que era un desastre, todo sudado y despeinado. Intentó peinarse con los dedos hacia atrás y secarse la transpiración con el borde de su remera. Él sonrió a su hijo cuando se le quedó mirando. Boruto dió una pequeña mirada a la puerta de la cocina y luego lo observó a él de nuevo.

-¿Cómo te llamas?- le susurró con la voz aguda.

-Naruto-, respondió él con la voz grave.

El niño frunció las cejas rubias y dió un paso entrando en la sala.

-¿Tengo que llamarte tío?- preguntó mientras daba otro paso.

Naruto lo observó mejor, notando la contextura delgada que él había tenido a esa edad. Su hijo no tenía la piel tan pálida como él, era de un color más natural, como si pasara muchas horas bajo el sol jugando y no le afectará como lo hacía con su cuerpo. Su niño metió el pulgar en la boca y lo quedó mirando mientras apretaba un muñeco de felpa con el otro brazo. Naruto abrió grande los ojos al recordarlo. Estaba viejo y algo descolorido, pero era el que él le había regalado a Hinata una noche de feria. Un pequeño zorro con unas esponjosas colas de un anime que estaba de moda cuando ellos eran adolescentes.

Boruto dió un paso más cerca, y dió una mirada a la puerta de la cocina y volvió a mirarlo.

-¿Tengo que llamarte tío?- volvió a preguntar cuando se sacó el dedo de la boca. Naruto abrió la boca, sin saber qué decir, pero su hijo era un pequeño charlatán, ya que él siguió:- Mamá me dice que debo llamar tío, al tío Itachi, pero yo no quiero. Él no es mí tío de verdad. ¿Tu eres mí tío de verdad?

Naruto apretó los dientes. ¿Itachi conocía a su hijo? Los celos subieron rápido y burbujeantes.

-No tienes que decirle tío si no quieres, pequeño-, dijo sin contestar su pregunta.

Boruto suspiró, pareció relajarse.

-Yo no quiero, pero mamá dice que debo llamarlo así. No me gusta que esté aquí.

-¿Viene muy seguido?- Naruto sabía que era bajo buscar información de su hijo, pero Hinata no le contestaría.

Boruto asintió mientras acomodaba el zorro con sus dos manos.

-Viene a traernos comida a veces y se queda hablando con mamá cosas de grandes. Él me trae regalos, pero yo no lo quiero cerca de mamá-, Boruto volvió a fruncir el ceño.

Naruto abrió la boca con la idea de decirle a su hijo que no tendría que preocuparse de él nunca más cuando la puerta de cocina se abrió.

-Boruto-, retó Hinata cuando lo vió parado en medio de la sala. Su hijo saltó asustado y corrió al pasillo que, tal vez, llevaba a su habitación-. Ve a acostarte, niño curioso-, le dijo ella mientras lo veía con una sonrisa correr.

Naruto observó a Hinata, su ceño fruncido, mientras ella debajo una bandeja con dos tazas de té. Kurenai salió de la cocina y caminó al pasillo de nuevo sin decir una palabra. Hinata suspiró mientras dejaba la bandeja en la baja mesa y se arrodillaba en el suelo del otro lado. Ella mantuvo la mirada abajo mientras sacaba una taza para dejarla frente a él y agarraba la otra para darle un sorbo. Naruto notó las ojeras bajo sus ojos, el cansancio en sus hombros caídos, pero la sonrisa que le había dado a su hijo, al hijo de ambos había sido llena de amor.

Naruto descartó el té y se bajó del sofá para sentarse en el suelo, frente a ella, logrando que al fin lo mirará.

- Cuéntame todo-, más que pedir se lo exigió-. Además de odiarme ¿ibas a permitir que no supiera que habíamos tenido un hijo?- Ella miró a un costado, huyendo de su mirada furiosa y dolida-. Hinata¿Cómo pudiste creer toda esa mierda? ¿Cómo..

-No me juzgues, Naruto-, susurró furiosamente mientras lo volvía a mirar-. Toma el maldito té y te contaré toda la "mierda". No tienes derecho a exigirme nada..

-Si, lo tengo. ¡Es mí hijo, Hinata!-, susurró con los dientes apretados apuntando el pasillo.

Ella miró a un costado y volvió a tomar un poco de té.

-De acuerdo-, suspiró cuando apoyó la taza con manos temblorosas.

Continuará...

Promesas (NaruHina 💕)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora