Promesas XXVI

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Promesas

Naruto llevaba a Boruto en sus brazos. El niño estaba agotado, los pequeños brazos sobre sus hombros estaban laxos y Naruto podía sentir el golpe de su aliento constante en su cuello. Se había quedado dormido.

El parque resultó estar a sólo tres manzanas de la casa, Naruto nunca había ido allí, o por lo menos lo recordaba como un campo descampado. Resulta que el barrio había cambiado mucho. Después de la muerte de su padre, no había vuelto mucho por allí. La casa había tenido una hipoteca que él no había podido pagar y la habían terminado rematando para pagar la deuda que había dejado su padre. A Naruto no le importaba mucho, le dolió en ese momento, pero ahora no le provocaba algo.

La tarde estaba cayendo cuando él decidió volver a la casa con Boruto, Hinata se iba a quedar un rato más. Se dió cuenta que él mismo había madurado cuando vió que Itachi tocaba sus piernas para sostenerla mientras ella hacía abdominales. Si lo hubiera hecho cuando era más joven, habría caído sobre él como un tornado, rompiendo cada uno de sus dedos. Pero, está vez, observó. Los dedos de Itachi habían sido firmes, pero no había apretado la carne, en ningún momento hizo una caricia por su cuerpo. Sus manos siempre fueron casi profesionales mientras la sostenía cuando Hinata necesitaba alguna ayuda. Ellos habían hablado mientras hacían ejercicio, Naruto había escuchado por arriba en ocasiones, pero en todas ellas eran sobre trabajo.

De todos modos, hablaría con Hinata. No soportaba sentirse inseguro, de que ella podría marcharse y dejarlo solo de nuevo. Necesitaba tener las cosas claras, si ella lo quería de vuelta, si ella estaba confundida, si ella aún sospechaba de él.

Naruto suspiró mientras acomodaba en sus brazos a Boruto para abrir la verja, pero se detuvo cuando un auto se acercaba con la música tan fuerte que retumbaba. Naruto tapó el oído de Boruto que no estaba sobre su pecho y observó con ojos entrecerrados al auto cuando esté bajo la velocidad.

El lado del conductor daba a dónde él estaba, así que vió perfectamente a Pain sonreírle con esa media sonrisa lunática. El auto estaba lleno de sus matones amigos y le gritaron unas cuantas groserías mientras pasaban, pero no sé detuvieron. Naruto no se había dado cuenta que había tensado cada uno de sus músculos o que estaba apretando muy fuerte a Boruto hasta que esté se quejó y se despertó.

-¿Qué pasa?- preguntó mientras se frotaba un ojo y levantaba la cabeza de su pecho.

Naruto dejó de mirar al auto para intentar sonreír a su hijo.

-Nada. Ya llegamos a la casa- dijo dando una mirada más al auto cuando esté subió la velocidad de golpe, haciendo chirriar los neumáticos y salir disparado.

Boruto también miró hacia allí, asombrado por el ruido.

-Eso es peligroso- murmuró.

-Si, lo es-, dijo Naruto mientras abría la verja y entraba al patio delantero.

Jamás había sentido ese pico de adrenalina, en un momento estaba tranquilo, y al otro estaba listo para matar y defender a su hijo. Sabía que Pain estaba algo mal de la cabeza, suponía que tantos golpes en el cráneo no habían sido bueno para sus neuronas. Pero dudaba que se metería con él siendo que estaba con un niño. Por lo que sabía él no tenía familia, Pain era un huérfano que salió del reformatorio, ya que en las casa de acogida no le habían ido muy bien. Pero Naruto estaba seguro que podría matarlo si se acercaba a él o a Hinata, no le importaría las consecuencias.

Su cuerpo intentó relajarse cuando entro a la casa y bajo a Boruto. Kurenai estaba sentada en el sofá, leyendo un libro cuando Boruto corrió a ella.

-Kurenai, me divertí mucho en el parque.

-¿En serio mí niño?- preguntó ella sonriendo y dejando el libro cerrado en su regazo mientras Boruto se sentaba a su lado.

-Si, fuimos a un lugar donde había muchas palomas y Naruto me empujó en el columpio.

Kurenai le dió una mirada para luego volver a Boruto.

-Que bueno hijo. ¿Y mamá?

-Se quedó con Itachi-, Boruto hizo una mueca burlona y Kurenai lo regañó suavemente.

-No hagas eso-, apoyó su dedo índice en la nariz arrugada del niño.

Naruto se aclaró la garganta, logrando que ambos lo mirarán.

-Voy al baño-, dijo señalando el pasillo.

Ambos asintieron y él comenzó a caminar mientras escuchaba quejarse a Boruto de que no quería a Itachi. Naruto tenía su cabeza en otra parte, lejos de Itachi.

Estaba preocupado, ahora que Pain sabía que tenía familia y además adónde vivían. Él no quería creer que pudiera hacer algo ¿no? Sería estúpido. Jamás se había enterado de algo por el estilo, pero él no sabía que esperar del loco de Pain. No le había pasado por alto como había mirado a Boruto y luego a él, su sonrisa sólo había crecido. Tal vez quería intimidarlo.

Naruto se mojó la cara, sintiendo aún a su corazón palpitar en su pecho.

Diablos. Hinata había pasado por mucho ya para que un lunático apareciera y le hiciera pasar un mal momento por estar con él. ¿Él sería capaz de dar un paso al costado por su seguridad?

Naruto miró su reflejo, sus músculos seguían tensos, abultados, encrispado. Apretó los dientes y miró fijamente sus propios ojos celestes.

Él no dejaría a Hinata. Con Pain o sin Pain, él no volvería a separarse de ella. Se secó el rostro y volvió a la sala, encontrando que Kurenai estaba guardando unas cosas en un bolso grande.

-¿Puedes avisarle a Hinata que ya me voy? Ya que estás aquí... ¿Te quedarás no es cierto?

Naruto asintió, algo asombrado que ella le hablará. Pensó que estaba enojada con él aún.

-Si, me quedaré.

Kurenai asintió.

-Le dije a Boruto que se quedaría contigo hasta que la madre volviera. Generalmente me voy más tarde, pero...

-Esta bien-, le cortó Naruto con una sonrisa-. Puedo cuidar a Boruto. Nos llevamos bien.

Kurenai lo quedó observando por unos segundos, Naruto le sostuvo la mirada, y ella de repente sonrió.

-Se parecen mucho. Tiene algunas de tus expresiones-, ella rió un poco mientras levantaba el bolso y lo ponía en su hombro-. Fue a dejar sus juguetes a su cuarto, pero no tardará mucho. Hay una jarra de leche preparada para su merienda. Él te mostrará las galletas que come con la jarra.

Naruto asintió mientras la seguía a la puerta.

-Bien, gracias Kurenai.

Ella abrió la puerta y lo miró sobre su hombro.

-Gracias a ti- dijo, pero Naruto creyó no era simplemente por quedarse con Boruto esa tarde.

Él no llegó a contestar cuando ella cerró la puerta. Naruto suspiró y se volvió a la sala. Boruto ya estaba allí.

-¿Quieres tomar la merienda?-, empezó él mientras caminaba hacia la puerta de la cocina-. Kurenai me dijo...

-Naruto-, lo llamó el pequeño.

Él se detuvo y lo miró por encima de su hombro, notando su expresión seria. Se volvió complemente hacía él.

-¿Qué pasa campeón?- preguntó curioso.

-Eres mí papá, ¿verdad?

Continuará...

Promesas (NaruHina 💕)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora