*Capítulo XXI:

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Me quedé a un lado de la puerta esperando a que tocara pero en lugar de eso la puerta se abrió y por poco me golpea. Mamá entró con su maletín y su saco en la mano parándose en seco al ver mi expresión.

Exhalé el aire que había estado reteniendo-. Solo eres tú mamá- comenté aliviada.

Mamá frunció el ceño confundida -eso es un gesto de familia- caminó hasta la sala dónde dejó sus cosas y se volteó a verme con las manos en la cadera.

-¿Quién creías que era? ¿Esperabas a alguien?

-No sólo creí que era...- me detuve antes de mencionarlo -no lo sé, alguien. Además se supone que hoy llegas hasta en la noche y si no mañana- apenas había caído en la cuenta de que era viernes a las cuatro de la tarde y ella ya estaba en casa.

-Me dieron la tarde libre- dijo sonriendo, después se puso en modo mamá sabe que pasa algo-. Creías que era Nathan ¿no?

Desvíe la mirada y me mordí el labio-. No, sólo me sorprendió que llegaras temprano- levanté la cabeza y sonreí falsamente.

Suspiró y entendiendo mi estado de ánimo, cambió de tema.

-¿Ya cenaste?- negué con la cabeza -perfecto porque hay una receta nueva que quiero hacer- finalizó la conversación con una enorme sonrisa en el rostro.

Ella se fue a la cocina a preparar la cena y yo a mi cuarto a hacer tarea. Mi odioso profesor de matemáticas había dejado una enorme cantidad de problemas que no lograba entender del todo y al intentar entenderlos terminaban sacándome de quicio.

Cuando ya estaba totalmente harta, recosté mi cabeza encima de mis libros en el escritorio y terminé pensando en que Nathan podría ayudarme así como el semestre pasado nos había dado asesorías a Alli y a mí.

Cuanto lo extraño...

En verdad lo extrañaba, demasiado. Desde que nos conocimos habíamos compartido mucho tiempo juntos y en cuanto se formalizó nuestra relación prácticamente no nos separábamos más que por las noches que cada quien se quedaba en su casa.

Demasiado deprimida para pensar más sobre la escuela, me cambié de ropa a mi pijama y me hice un moño alto despeinado. Justo a tiempo mamá me llamó para cenar.

Mientras comíamos el extravagante guisado que mi madre había preparado, no hablamos, sólo se oía el ruido de los cubiertos contra los platos hasta que ella se cansó de eso.

-Sé que algo pasó entre Nathan y tú hija. Ya sé que no estoy todo el tiempo que debería contigo pero te quiero y me importas y lo creas o no estoy al pendiente de ti y me doy cuenta de las cosas.

Mamá tenía razón, ella podría estar todo el tiempo fuera pero es la persona más perceptiva que conozco y siempre se da cuenta de las cosas. Esa ocasión no fue la excepción.

Suspiré-. Es algo muy complicado ma.

-Diann, siempre le das muchas vueltas a las cosas complicándolas más de lo que realmente son- dejo sus cubiertos en la orilla del plato.

-En esta ocasión no creo que esté exagerando- hice a un lado mi plato y recosté mi cabeza en la mesa.

-Yo creo que sí estás exagerando- levanté la cabeza con intención de reprocharle pero siguió hablando, -siempre exageras y sea el problema que sea que hayan tenido, sólo piensa si quieres que todo se acabe gracias a eso.

La forma tan cariñosa en que mamá me veía y la sabiduría de sus palabras hizo que una lágrima se escapara de mis ojos, la limpie rápidamente y le agradecí que se preocupara por mí y mis problemas amorosos de adolescente.

Love On Wheels: Amor en RuedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora