*Capítulo XV:

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Mamá estaba que explotaba de emoción con mi nueva relación con Nathan. Apenas había amanecido el domingo continuó con el bombardeo de preguntas que me hicieron sentir realmente incómoda.

Estábamos sentadas en la barra de la cocina tomando el desayuno cuando se le ocurrió decir:

-Eso si deben usar protección- me atraganté-. ¿Tienes condones o tenemos que ir a comprar?

¡Jesucristo, madre!

-¡Mamá!- exclamé horrorizada después de dejar de toser -no llevamos ni un día de novios.

-Aun así debes estar preparada, son adolescentes y tienen las hormonas todas destrampadas. No me gustaría ser abuela tan joven.

No pude más, azoté el tenedor contra el plato provocando un sonido muy fuerte-. ¡Mamá! No tengo pensado tener relaciones con Nathan ni con nadie más hasta que esté segura de que será mi esposo y no pienso hacerlo antes de que cumpla 18... Me da miedo sabes- terminé en un susurro.

Eso es verdad, me da miedo que me duela y también que no sea el chico indicado. Creo que es un paso muy grande y no puede tomarse a la ligera, además soy menor de edad, y como dijo mamá: las hormonas están fuera de control; así que cualquier impulso por querer hacerlo es pura calentura y por ella se pueden cometer muchas estupideces de las que nos arrepentiremos después.

-Yo solo digo hija, muchas veces el amor puede ganarnos- me miró de una manera extraña.

Nunca había tenido ese tipo de conversación con mamá. En verdad se me hacía un tema muy incómodo y no me gustaba hablar de ello.

-Gracias ma, pero en verdad no creó que pase.

Mi madre si sabía cómo hacerme sentir acalorada, preguntas como esas sí me sonrojaban al instante.

Menos mal no saco el tema con Nathan presente, pensé. Me habría muerto de vergüenza.

***

Nathan pasó por mí para irnos a la escuela y ya en el auto me saludó como siempre: de beso y abrazo; con la única diferencia de que el beso fue en la boca y no en la mejilla. Me pusé tensa al sentir sus suaves labios sobre los míos.

-¿Está todo bien? Si no quieres...- se separó de mí cuando noto mi reacción.

-No, no, no es eso. Es solo que... no estoy acostumbrada. Perdón- bajé la cabeza en un suspiro. Lo menos que quería era que creyera que lo rechazaba porque no era así.

-Está bien, tranquila- levantó mi barbilla para que lo mirara -con el tiempo te acostumbraras- y depositó otro dulce beso sobre mis labios.

Las clases transcurrieron como siempre y a la hora de gimnasia, como siempre, Nathan me llevó hasta la entrada de los vestidores y antes de irse plantó un beso sobre mis labios. Me di cuenta que lo hizo intencionalmente cuando escuché el bullicio de nuestro alrededor producido por los murmullos de mis compañeras, sin embargo no supe con qué intención lo hizo.

Se fue sonriendo maliciosamente, porque había conseguido su objetivo –que ignoraba- y sonreí también al ver la cara que tenían todas. No se lo creían para nada, estaban estupefactas; menos una, Kate. No pude evitar estremecerme y ponerme seria al ver la furia latente en su rostro. Me miraba con odio y como si quisiera aniquilarme con la mirada. Traté de ignorarle y me seguí de largo, pero me detuvo.

-¿Ahora a qué están jugando inválida?- espetó venenosamente.

Me erguí en mi silla y la miré fijamente a los ojos. No quería que creyera que me intimidaba-. No estamos jugando a nada Kate.

Love On Wheels: Amor en RuedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora