*Capítulo XIII:

1.7K 106 18
                                    

No me di cuenta de a qué hora me quede dormida, pero desperté muy cansada, como si hubiera hecho mil horas de ejercicio el día anterior. Estaba cansada tanto física como emocionalmente. La cabeza me punzaba terriblemente y los ojos los sentía algo hinchados por todo lo que había llorado. Si así me sentía, imagínate como me veía...

Recordé que día era y de que tenía que ir a la escuela, salí de la cama. No me apetecía toparme con Nathan, aún no estaba preparada para hablar con él; pero iba a ser mucho peor si me quedaba en casa con todo el tiempo del mundo para recordarme mi triste realidad, además tenía que decírselo a alguien, necesitaba desahogarme y quien mejor que Alli para oírme.

Chequé la hora en el reloj de mi buro. Eran 6:50 am, seguramente Alli seguía dormida pero tenía que pedirle que me llevará a la escuela, mamá ya estaba en casa pero estaba exhausta del viaje y en cuanto me viera me bombardearía con preguntas acerca de Nathan, y realmente no tenía intenciones de decirle que ya habíamos roto... al menos hasta que estuviera confirmado.

Me alisté para la escuela y llamé a Allison.

-Hola...-contestó en un bostezo del otro lado de la línea.

-¿Alli puedes pasar por mí?- pregunté tratando inútilmente de ocultar cualquier rastro de tristeza de mi voz.

-Diann, claro, pero... ¿éstas bien? ¿Qué paso?- sonaba preocupada.

-Estoy bien, no te preocupes, es solo... luego te digo.

-Okay- sabía que quería preguntar más pero no lo hizo.

Fui a la cocina a buscar algo de comer, estaba hambrienta, pero al abrir el refrigerador me asquee y todo indicio de hambre desapareció de mí organismo. Siempre me pasa eso cuando estoy derrumbada emocionalmente. Resignada tomé mi mochila y salí al porche.

El día reflejaba a la perfección mi estado de ánimo: nublado y frío. Genial, pensé. Normalmente los días así no me molestan pero cuando me siento como me sentía en ese momento -confundida, derrotada, como globo desinflado, sin energía más que para quedarme en cama- me agradan tanto como un gato soporta el agua.

Alli tardó menos de lo que esperaba, me ayudó a subir al auto, puso la silla en la cajuela y arrancó hacia la escuela. Todo el camino me mantuvé con la mirada perdida en la ventana sin pensar nada realmente. Cuando llegamos al estacionamiento me preguntó:

-¿Quieres perder la primera hora?- debía verme peor de lo que pensaba para que me preguntara eso; yo nunca perdía clases por gusto.

Lo pensé un poco y recordé que tenía dos horas de laboratorio y que Nathan era mi compañero.

-Si.

No puedo enfrentarlo, no aún.

Parece que estaba siendo un poco exagerada con la situación, talvez si exageré, pero era una noticia muy fuerte y difícil de asimilar. Acababa de enterarme de que mi novio había tenido una hermana que pudo haber sido mi gemela perdida porque nos parecíamos demasiado, incluso varios aspectos de mi vida eran casi idénticos a la de ella. Ahora si el destino me había jugado una muy buena broma.

Dudaba todo, ya nada me parecía efímero. ¿Cómo podía estar segura de que Nathan no solo me miraba como su hermana? Sus sentimientos por mí como chica talvez nunca habían existido y eran solo una fachada para su amor de hermano mayor. Por eso trataba de protegerme todo el tiempo y se preocupaba tanto por mí. Talvez creía que yo era la reencarnación de su fallecida hermana. Toda su familia me trataba tan bien por eso, porque les recordaba a su hija y me trataban como tal. A Larisse no le había importado lo costoso del vestido porque sentía que se lo compraba a su hija y no a la novia de su hijo...

Love On Wheels: Amor en RuedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora