*Capitulo IV:

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Después de aproximadamente media hora seguíamos esperando a la enfermera. Era la espera más larga de toda mi vida, ni siquiera cuando mis padres me llevaban al hospital a consulta o análisis nos tardábamos tanto. Lo peor de todo era que Alli prácticamente estaba cavando mi tumba social en la cabeza del chico nuevo porque en todo el rato no había dejado de interrogarlo y de amenazarlo si algo me pasaba nuevamente por su culpa, él parecía más divertido que incómodo pero yo no quería más que darle un zape a Alli en la cabeza con un sartén para que dejara de hablar.

Mis únicas intervenciones en la conversación eran para tratar de convencerlos de que nos fuéramos, asegurándoles que estaba perfectamente bien, pero ambos se negaban y seguían hablando. Inventé un sinfín de afirmaciones, excusas y demás con el único propósito de evitar a toda costa mi encuentro con la enfermera; pero todos mis intentos fueron en vano.

Cuando ya me estaba dando por vencida se me ocurrió usar la psicología inversa: les haría creer que tenían toda la razón del mundo para que después ellos se cansaran y regresáramos a clases o a donde fuera pero lejos de la enfermería. En mi cabeza el plan funcionaría perfectamente así que empecé mi actuación.

-Okay, tienen razón: no pierdo nada con que la enfermera me revise- ambos voltearon a verme con un enorme signo de interrogación en sus rostros.

Sonreí para mis adentros porque había logrado llamar su atención por completo.

-He sido muy desconsiderada con ustedes, debería sentirme dichosa por tener amigos que se preocupan tanto por mi bienestar- estaba haciendo todo un drama, exagerando mis ademanes y expresiones.

¿Ya te había dicho cuan dramática era?

Todo iba conforme a mí maravilloso plan hasta que Nathan tomó mi brazo y lo observó de cerca. Me quedé muda cuando me tocó, no tenía idea de lo que hacía ni porqué lo hacía pero me asustó.

-¡Oye! Devuélveme mi brazo- exigí tímidamente.

Nathan pareció no haberme oído porque ni siquiera aflojó su agarre. Tocó mi muñeca y grité, solo entonces reaccionó y me soltó. Sus ojos buscaron los míos angustiados, parecía que se sentía culpable o algo así. Fruncí el ceño extrañada por su reacción y al notarlo se volteó y se recuperó. No entendía que había pasado pero al ver que Alli parecía no haberse percatado de nada lo deje pasar.

-Tienes un mega moretón en la muñeca y seguramente también en tus rodillas- dijo Alli picándolas con sus dejos. Si dolían.

Auch.

-No es solo un moretón lo de su muñeca, la tiene inflamada. Posiblemente al caer, apoyó más en esa mano y su musculo se aplastó entre sus huesos- intervino Nathan ejemplificando lo que decía con su propia mano.

-Definitivamente no nos iremos de aquí hasta que la enfermera te revise- declaró Alli.

Suspiré resignada. Mi perfecto plan no resultó para nada como lo esperaba, había sido contraproducente. Ahora ni con una pistola iba a poder convencer a Alli.

Me crucé de brazos, puse mala cara y Alli continuó con el interrogatorio hacia Nathan. Para entretenerme empecé a hacer una lista mental sobre los datos que iba dando Nathan:

1.- Era nuevo, tanto en la escuela como en la ciudad.

2.- Su nombre completo era Nathan Boer.

3.- Era de Canadá, por eso era tan educado.

4.- Se mudaron por el trabajo de sus padres.

5.- Hacía apenas una semana que se habían mudado.

Love On Wheels: Amor en RuedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora