*Capítulo XII:

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No me había dado cuenta de lo mucho que había cambiado en los últimos días. Había pasado de ser la tímida y reservada chica que no socializaba y prefería estar sola, a estar en el patio de mi casa sentada en las piernas del chico de mis sueños, y por si fuera poco, con sus suaves y dulces labios sobre los míos.

Estaba completamente en shock. No podía creer nada de lo que estaba pasando. Nathan me acababa de decir que le gustaba y por si fuera poco... me estaba besando.

Oh. Por. Dios.

Cuando se empezó a inclinar hacia mi rostro, mi pulsó se empezó a acelerar, y cuando sus labios hicieron contacto con los míos, mi corazón dejo de latir y la respiración se me entrecortó.

Miles de pequeñas descargas de electricidad empezaron a recorrer mi cuerpo, llenándome de vida, y en mi estómago se inició toda una revolución de mariposas en vuelo.

Al principio abrí los ojos como platos por la sorpresa, pero poco a poco me fui relajando, hasta que cerré los ojos y disfrute del beso, que, aunque fue sencillo y casto, fue inmensamente maravilloso.

Mi primer beso...

En cuanto se empezó a separar de mí, abrí los ojos y baje la mirada para después de enderezarme. Nathan levantó mi barbilla con su mano, pero no lo miré, no sabía que decirle, ni como tenía que reaccionar a lo anteriormente acontecido.

Empezó a carcajearse y automáticamente volteé a verlo con el ceño fruncido.

¿Qué demonios?

-¿De... de qué te ríes?- pregunté frustrada. Continuó riéndose-. ¿Acaso te estas burlando de mí?- me empezaba a molestar.

-N... n... no, para nada- intentó mitigar su risa.

-¿Entonces?

-De mí mismo, me rio de mí mismo- me miró. Alcé más la ceja, porque no lo comprendía en lo absoluto.

-Me rio de lo cobarde que he sido Diann, por no haberte besado antes. Desde que te vi por primera sentí algo por ti, pero no estaba seguro de lo que era realmente; todo el tiempo que he pasado contigo... Dios, Diann, ha sido maravilloso. Me encantas, no sabes cuánto. He tenido muchas ganas de besarte, pero no lo había hecho por miedo a que me rechazaras, por eso me rio Diann, porque soy un maldito cobarde.

Me quede atónita.

¿Te me acabas de declarar?

-¿Y bien?- me preguntó sacándome un poco de mi aturdimiento.

-¿Qué?- pregunte dudosa.

-Qué me vas a decir, qué soy un idiota, un patán, qué como me atreví a besarte, qué...

-No, no, nada de eso- negué excesivamente con la cabeza.

-¿Entonces? ¿En qué piensas?- me levantó la barbilla obligándome a mirarlo.

-Estoy en shock- admití. Frunció el ceño-. Es la primera vez que me besan- involuntariamente me lleve los dedos a mis labios.

Me veía completamente estúpida, parecía que me habían golpeado fuertemente en la cabeza y eso me había producido un retraso mental. Estaba actuando sin pensar.

-¿Es tu primer beso?- la sorpresa chorreaba en su voz.

-Sí, no oíste que Allison lo dijo.

-Sí, pero no creí que fuera...

-¿Cierto?- terminé la frase por él -pues sí lo es.

-Pero ¿cómo?, eres muy bonita y...- dudo un poco como si estuviera eligiendo la palabra correcta –no entiendo como no has tenido novio.

Love On Wheels: Amor en RuedasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora