"Coraje. Tener coraje y esperanzas es la clave de un buen caballero. Aquel no posea esto, será derrotado en batalla. Pero tú... Tú tienes algo que te hace especial... Y eso te ayudará a superar las más grandes batallas.
Algún día lo entenderás...
Sean..."
< . . . >
Erasen tiempos de guerra...
La humanidad peleaba con sus últimas fuerzas, en uno de sus últimos bastiones, por la supervivencia...
Los dragones habían devastado y arrasado con cada pueblo próximo a la última defensa del glorioso imperio Dodo. Los pocos soldados que quedaban defendían sus posiciones con honor y valentía; mientras que, dentro de las altas murallas de piedra, las familias lloraban por sus pérdidas.
Entre los valientes guerreros que luchaban con sus últimas gotas de coraje, se encontraba la legendaria y formidable guardia real del imperio. Quienes portaban armaduras robustas de color plateado junto con varias armas imbuidas en aquel poderoso ácido capaz de matar a un dragón.
Pero, aunque se tratase de una fuerza conformada por hombres bastante poderosos, no eran lo suficientemente fuertes como para resistir la furia de aquellos temibles dragones oscuros que derribaban filas y filas de hombres para esparcir su furia por el mundo.
La batalla estaba perdida. Nadie podía hacer nada al respecto, más que esperar a que el tiempo sellase sus destinos con la muerte imparable, o con un rayo de salvación. Y fue así. Pues en el momento que se creía era el último respiro, el gran y poderoso dios Dodo, bajó para evitar que sus guerreros más leales fueran consumidos por el arduo fuego oscuro de los dragones sombríos. No obstante, entregando su cuerpo físico a coste de salvarle la vida a sus mejores y más valientes guerreros...
Tras haber derrotado a los dragones, una maldición cayó sobre el dios de la fortuna que defendió con toda su ira a la última generación del imperio Dodo. Derrotado, el dios Dodo continúo peleando en la sala del trono real de la inmensa fortaleza; pero sin posibilidad alguna de sobrevivir, el dios sucumbió ante la poderosa maldición que le fue impregnada. Sembrando así la semilla del caos y propagando una plaga de oscuridad y maldad que desterraría a quienes la fortaleza les pertenecía.
Pero antes de sellar su destino, el dios Dodo dejaría unas palabras a sus más fieles devotos que pelearían junto con él. Diciendo lo siguiente:
"Hijos míos. Así como yo les he dado la nueva oportunidad de vivir; quiero que den sus vidas por más como ustedes. Sean valientes, pues eso definirá quien merece ser honrado, y quienes no.
Antes de irme... Busquen a quienes las profecías han enviado. Pues ellos serán nuestra nueva esperanza en una nueva era de caos y maldad."
Tras decir esto a los pocos guardias reales del imperio que veían como el dios sufría en sus últimos momentos, el dios Dodo perdió su poder, y su vitalidad nunca más se recuperó. Aquel dios de la fortuna había muerto...
Al salir de la sala del trono, un grupo de guardias sellaron a cal y canto la entrada. Intentando evitar que la maldad que se propagaba ferozmente no fuera capaz de abandonar la sala y comenzar a invadir las tierras próximas al castillo. Por otro lado, 3 guardias más yacían en la entrada a la fortaleza evacuando a quienes habitaban anteriormente el gigantesco castillo.
Días después de lo sucedido, un guardia real cuyo apodo era "Chespin", tuvo una extraña visión durante una oscura noche de invierno. Aquella visión narraba de manera muy confusa un mensaje en código que, al parecer, los dioses le habían enviado desde el más allá. Tras despertar de su extraño sueño, Chespin tomó sus cosas y fue en búsqueda de los sabios ancianos que vivían en el campamento donde él también estaba.
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La Hyper-saga - Leyendas del Dodo y el Hiesho.
Hayran KurguLas aventuras no son divertidas si no son en compañía de tus mejores amigos. En esta saga se presentan las aventuras y viajes de un grupo de amigos que fueron conociéndose poco a poco, fundando así, un gran vínculo entre ellos, e igualmente sembrand...