Érase una vez un poblado muy cerca de un bosque de abetos muy altos. Los aldeanos festejaban como todos los años un banquete por las fiestas navideñas, bebiendo y comiendo hasta llenar el más hambriento estómago. Durante estas épocas, la presencia de monstruos siempre era menor que en otros días del año, nadie sabía el porqué de esto, pero algunos creían que era alguna bendición de los dioses para que ellos pudieran disfrutar de tales fechas de paz y convivencia.
Lamentablemente, eso ya no fue más, pues aquel día en que se supone que los aldeanos podían descansar tranquilamente, una gran horda de zombis arraso con el pacífico lugar. Infectando a todos sus habitantes, y entre ellos, un aventurero de nombre Kevin.
Kevin, quien estaba en la aldea para reponer suministros, fue mordido por uno de los zombis atacantes intentando defender a uno de sus aldeanos amigos. El tiempo pasó. La oleada de zombis terminó su trabajo y se puso en camino para seguir expandiendo el terreno abarcado por el mal. El infectado Kevin, junto a 20 no-muertos más, se dirigieron al siguiente poblado para, desafortunadamente, llevarse la sorpresa de sus vidas tras la muerte.
El siguiente poblado estaba siendo ocupado por una persona de orígenes desconocidos, que mandaba entre los aldeanos del pueblo para obtener recursos varios. El pueblo al ver la oleada de zombis acercarse a las murallas que les defendían de la maldad esparcida por las tierras cercanas a la aldea, tomaron sus armas y salieron a defender sus hogares. Minutos después, la horda de zombis se había reducido en número dejando solo al aventurero no-muerto.
El alcalde del pueblo, al ver que Kevin no era un infectado normal, tomo la decisión de intentar sanarle de sus heridas con ayuda del clérigo de la aldea; pero sus esfuerzos fueron inútiles. Kevin había sido consumido completamente por la maldad. Por lo que sabiendo que no podía ser curado, el alcalde decidió darle un uso al aventurero no-muerto. Finalmente, tras encerrarlo dentro de una máquina capaz de producir hierro en grandes cantidades en cuestión de segundos, Kevin fue torturado durante el resto de su existencia en la dimensión madre. Y aunque Kevin podía sentir aún un disgusto por los humanos, reconocía que ya jamás podría volver a ser el mismo, entrando en una etapa de tristeza por saber que nunca volvería a ser un humano.
El tiempo pasó, la aldea poco a poco fue empeorando en condiciones y el alcalde comenzaba a esclavizar a más de sus habitantes para conseguir más recursos. Lo que generó un desprecio completo por parte de los aldeanos que sabían que su líder era un traidor, y tras varios días de trabajos forzados, los aldeanos organizaron un plan para rebelarse ante su líder corrupto.
Su plan consistía en contratar a un aventurero que les pudiese ayudar, sin embargo, su principal problema era que la aldea no estaba cerca de algún punto de interés y también su líder no les dejaba salir. Forzándolos a tener que esperar por ayuda, y a rezar a sus dioses para que la ayuda llegará. Afortunadamente, durante una tormenta muy fuerte, un viajero misterioso, cuya vestimenta era una túnica completamente roja, se acercó a la aldea para reponer algunos suministros.
Al intentar pasar por la puerta de la aldea, el alcalde le negó el acceso sin dar ninguna razón. El viajero intento convencer al alcalde de que le dejaran pasar, pero la respuesta siempre era un "no", por lo que el viajero no tuvo otra opción que irse de esa aldea. Más tarde, al caer la noche, todo mundo fue a dormir con normalidad, excepto los aldeanos que querían ser libres; quienes planeaban un segundo plan para ser libres a espaldas de su líder traidor.
Después de la planeación, al intentar escapar por la puerta principal, el viajero vestido de rojo apareció nuevamente. Los aldeanos, sorprendidos por hallarle de esa forma a plena hora nocturna, le explicaron la razón de porque se le había negado la entrada a la aldea de tal forma, mencionando como punto principal el asunto con el tirano gobernante de la aldea.
El viajero accedió a ayudarles, a cambio de recibir una recompensa. Los aldeanos accedieron sin complicaciones a ese trato, y a la mañana siguiente, el pueblo se reunió en la plaza para detener al tirano.
Por otra parte, Kevin se encontraba atrapado en la máquina generadora de hierro. Su trabajo solo era estar en un lugar oscuro para asustar a los aldeanos que estaban encarcelados lejos de él. Kevin para ese momento ya no tenía más ánimos, su necesidad de comer carne humana era irritable; parecía ser que quien estaba sufriendo más en ese momento era él y no los aldeanos, los cuales, tras darse cuenta de esto, dejaron de temer al zombi del que estaban horrorizados. Pues este en vez de dar terror, daba un poco de pena por verle en su estado de dolor y sufrimiento.
Pasaron las horas, la máquina dejo de funcionar y, tanto los aldeanos como Kevin, parecían confundidos. A través de las sólidas paredes de la máquina podían oírse gritos de una muchedumbre; y después de un rato, un agujero en la pared comenzó a filtrar luz del día hacía el interior de la máquina.
El agujero se hizo cada vez más grande, hasta que el viajero que había acabado ya con el tirano mandón del pueblo entró en la máquina. El viajero tomó de la mano a los aldeanos encerrados en la otra jaula y los sacó con ayuda de una cuerda para que no cayeran en el mecanismo que se encontraba debajo de ellos. Ya cuando terminó de hacer eso, aquel viajero tomo un poco de carne animal y se la dio al hambriento zombi. Después de dicho acto, ayudo a salir al zombi con la misma cuerda, sabiendo que él no era como los demás guerreros de maldad.
Al salir de la máquina, el viajero tomó un par de escombros del agujero de la máquina e hizo una especie de techo para dar sombra y proteger de la luz solar al necesitado no-muerto. Los aldeanos, al ver que el viajero también estaba apoyando a una criatura de maldad, reclamaron al viajero el motivo de ayudarle también.
El viajero explico que, a diferencia de otros como él, parecía ser que el alma de un aventurero noble seguía dentro de ese cuerpo infectado. Además, explico que los zombis comunes tienden a desintegrarse pasado un tiempo, pero Kevin parecía haber evitado eso de alguna forma. Igualmente mencionó que la máquina en la que los aldeanos estaban encerrados había dejado de funcionar, y eso se podía notar en el almacenamiento inferior a esta.
Los aldeanos aún desconfiaban de él, pero el viajero no dijo absolutamente nada más y volteo a ver a Kevin con una mirada amable. Aquel viajero sabía que Kevin era más que un zombi normal, por lo que sin decir nada, tomo uno de los pasteles que se encontraban en una mesa de campo cercana y se lo colocó en la cabeza a Kevin en forma de un casco. "Con esto la luz solar no podrá dañarte", le dijo el noble aventurero a Kevin. Y tras un par de horas para arreglar el trato con los aldeanos, el viajero, junto con Kevin, salieron de la aldea juntos en busca de más aventuras.
Así fue como Darkox consiguió a su primer compañero de viaje, y uno de sus más grandes amigos hasta la fecha...
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La Hyper-saga - Leyendas del Dodo y el Hiesho.
FanficLas aventuras no son divertidas si no son en compañía de tus mejores amigos. En esta saga se presentan las aventuras y viajes de un grupo de amigos que fueron conociéndose poco a poco, fundando así, un gran vínculo entre ellos, e igualmente sembrand...