¡Lo conseguí! Dios sabe lo que me costó no llevar a cabo todas y cada una de mis palabras. Ella me lo ponía aún más difícil quedándose a mi entera disposición. Pero lo logré. Sé que hice lo correcto. Sucumbir a mis deseos en ese momento habría sido un completo error.
Dejarlas con ganas de más. Eso era de manual ¿cierto? a veces me daban ganas de meter el manual en donde no da el sol a quien fuera que lo hubiera inventado.
Joder, mi polla seguía latiendo animada por la cercanía y por la idea de poder tenerla a mi merced. Iba a tener que recurrir a mi fiel amiga Manuela si quería dormir esa noche. Solo que un conocido e insistente zumbido de la habitación contigua me detuvo en el acto.
-¡Me tienes que estar jodiendo!¿Eso es lo que creo que es?- estaba comenzando a perder la cabeza.
Todas las noches era lo mismo. Joder con esta mujer, no me dejaría dormir en paz sabiendo que tenía un jodido vibrado entre sus piernas.
«Eso pasa por dejarla caliente en la cocina, te la está devolviendo» dice la voz divertida en mi cabeza.
Sin otra cosa que hacer ademas de torturarme, tomo mi teléfono y abro la aplicación con la que controlaba las cámaras que había puesto en su habitación con ayuda de Roger la otra noche.
Ella se había propuesto volverme loco. Me paseo por mí habitación con una manos en la cabeza cuando un ligero gemido se hace presente y su figura se retuerce en la pantalla de mi celular, logrando que pierda la poca cordura que aún me quedaba. Salí de la habitación antes de pensar siquiera en qué estaba haciendo.
Caí en mi propia trampa, pero joder, que soy hombre y saber que la chica que quiero se está masturbando al otro lado de la puerta acaba con el autocontrol de cualquiera.
Irrumpo en su habitación y creo que mi cerebro aún no estaba preparado para lo que significaba ver a Kai con el vestido subido hasta la cintura, con la piel cubierta por una fina capa de sudor, su cabello alborotado y esparcido por las sábanas, sus ojos oscurecidos que reflejaban dinamita pura. Su espalda arqueada mientras que una mano masajeaba sus pechos mientras la otra sostenía su juguete en el interior de su depilado, jugoso y apetitoso coño.
Parecía... corrección, era una diosa.
Moría por caer en picado y sustituir mi lengua y mis dedos por ese aparato que estaba ocupando el lugar que era mío. Al verme en la puerta no se detuvo, y mucho menos intentó arreglarse. Tal vez otra chica si, pero Kai no. Ella no.
Todo lo contrario, se abrió más de piernas en mi dirección y comenzó a tocarse y gemir aún más alto, me quise acercar y ser yo el promotor de su placer, pero me lo impidió con un simple gesto de negación.
-Pero ¿que carajos?- me oí decir.
-Quiero que mires, pero no tocaras.
Podía haberme pedido que asaltara un banco en ese momento que yo iría sin pensarlo. Ese es el poder que tienen las mujeres cuando nos enculamos de ellas.
Esta vez se quitó el vestido blanco y extremadamente corto que no dejaba nada a la imaginación y que tan enfermo me tenía desde que llegué. Quita sus bragas que permanecían corridas a un lado de su húmedo coño con una lentitud torturadora, hasta dejarlas caer junto al vestido.
Ya sin obstáculos, se pone a gatas sobre la cama, apoya una mano en el colchón y dirige su trasero en mi dirección, en mi vida había visto un corazón más hermoso, redondo y rico que aquel. Sentía ganas de arrodillarme y dar gracias a quien sea por todo aquello que estaba sucediendo ante mi.
No sabía que hacerle antes, si morderlo, lamerlo, nalgearlo o poseerlo; tal vez todo eso y aun asi no me sentiría satisfecho. Como si esa simple vista fuera poco, lleva una mano a su coño e introduce dos de sus dedos hasta que el silencio de la habitación fue sustituido por el sonido húmedo del movimiento de sus dedos deslizándose fuera y dentro a un ritmo delicioso. Su gemido fue celestial al sustituirlo por el vibrador unos segundos después. Y yo veía todo aquello como un simple espectador en el estreno de la película que estuvo esperando por meses.
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Adicción Color Canela
RomancePROTAGONISTA ¿Alguna vez has sentido que un momento de tu vida pasa a cámara lenta? Yo si. Y fue en el momento exacto en que él entró a mi vida en la manera más cliché de las historias románticas, chocamos uno contra el otro. No se que pensaba él...