Capítulo 22

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Aaron

Lo supe desde el momento en que Rosa dijo que tenía algo que contarme. Deduje por su nerviosismo que algo raro estaba sucediendo. Ya cuando Alex terminó arrastrando a Kai por el pasillo su frase de: los invitados están ansiosos por conocerla seguía resonando en mi cabeza. ¿Pero qué diablos estaba pasando?

No mantuve la duda por mucho tiempo, llego al salón donde estaba mi padre junto a la misma pareja de la otra vez. En ese momento confirmé que la noche no iba a terminar bien.

—Bienvenidos. Ya los estábamos esperando— mi padre se levanta de su trono y va directo hacía Kai que permanecía ajena a todo, sin saber que estaba a punto de entrar al juego de Raúl.

Juego al que yo tampoco supe jugar hasta que fue demasiado tarde.

—¡Oh querida que gusto conocerte al fin!. Debo reconocer que cuando escuché hablar tanto de ti creí que sería más ... ¡hum! no se. Esperaba otra cosa, pero supongo que algo debes hacer bien para que tenga a mi hijo babeando tras de ti.

Su comentario lejos de ser divertido, al menos para el resto porque estaba claro que para él si, creaba repulsión, y lo único que deseaba en ese momento era ponerlo en su sitio.

—Digamos que usted no me decepciona en absoluto. Al contrario, hace justicia a todo lo que me han contado. Pero digamos que le hice un amarre a su hijo y pues ya ve los resultados, soy buena bruja— responde contemplándose las uñas como si nada y no pude hacer otra cosa más que sentirme orgulloso.

Esa era mi chica

—O contienes tu lengua en cuanto a Kaia se refiere o será la última vez que me veas atravesar esas puertas— me sentía mal por ella, aunque no lo quisiera aparentar yo sabía leerla y conocía las expectativas que tenía sobre esta cena— en todo caso creí que sería algo privado. ¿Por qué están ellos aquí?— digo refiriéndome a las personas que no perdían detalle de todo lo que pasaba en el salón.

—Son mis invitados, no le veo nada de malo. ¿O acaso te avergüenzas tanto de ella que no quieres que el resto la vea?— esto ya es el colmo ¿Qué carajo le pasaba en la cabeza?

—¿Sabes qué? No pienso caer en tu juego y me niego a que Kaia pase a formar parte de tu entrenamiento. Que tengas buen provecho, nosotros ya nos vamos.

Voy hacía ella que permanecía parada sin saber que decir, la tomó de la mano, pidiéndole disculpas con la mirada. La compensaría por este mal rato, desde luego que si.

—No pololo, no pasa nada. Quedémonos— dice guiñándome un ojo y en ese momento no sabía si se había vuelto completamente loca o tenía más ovarios que yo huevos.

—Así se habla pequeña. Aún tenemos mucho de qué hablar, pero vamos al comedor, de seguro Rosa nos sorprenderá con otra de sus obras culinarias.

Sabía que estaba mal, que debía llevármela de allí, pero sentí que ella tenía algo que demostrar y aunque pareciera absurdo la dejaría.

—Que vestido tan chulo. ¿Dónde lo compraste?— le dice la rubia de la otra vez y de la que yo no recordaba ni su nombre.

—En el centro comercial. Creo que aun no nos han presentado. Soy Kaia

—Si perdona que tonta soy, yo soy Amalia. ¿Sabes? Yo me iba a casar con tu novio, claramente antes de que tu aparecieras en los panoramas.

Kai no lo dijo, pero no hacía falta su cara era un poema. Ni siquiera me miró en busca de una confirmación o negación, y esto pintaba cada vez peor.

—Eso es cierto— agrega Alex y en ese momento deseé que fuera mi puño lo que se estampara en su boca y no la cuchara— incluso antes de la chica éstas ¿Cómo se llamaba? ¡A si, Elly! ¿Por cierto que es de ella? La última vez que tuve alguna noticias suyas fue cuando tuvo aquel accidente de auto con su amante. Ese del que eras sospechoso ¿recuerdas? ¡Qué tragedia!

Adicción Color CanelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora