Kaia¡Un día de perros! Nada podría describirlo mejor.
Para empezar la puñetera alarma de las narices de tres euros en lo de los chinos no sonó, como resultado seguí babeando sobre mi deliciosa sábana de seda, una copia china, pero seda igual, tampoco seamos exigentes.
Aún no sé como hay personas que se levantan, y de una ya están haciendo cosas. Yo necesito al menos 5 minutos para darme cuenta que sigo viva.
Si seguimos con la rutina de un lunes común, Erika, mi compañera de piso, no se en que demonios estaba pensando cuando decidió acabar con el agua caliente de todo el edificio. Así que me toca hacer el baño del italiano que se traduciría a algo como: la cara, el culo y las manos. Ni de coña me iba bañar con esa agua que parece recién llegada del Polo Norte. Tuvo suerte de desaparecer del departamento antes de que despertara porque sabía que le caería una buena.
Como si eso no bastara me detengo frente al espejo con el cepillo de dientes en una mano y el del cabello en la otra para comenzar la maldita pelea de todos los días con mis indomables risos blancos. No leíste mal, blancos. Digamos que mi genética quiso jugar un poco a la mutación conmigo al darme ojos grises, pelo blanco y piel morena. Vamos, un espécimen de circo.
Si creen que es bonito, coméntenlo con mi psicóloga y ellas les hará la historia. Puede que ahora ya lo haya superado pero cuando mi padre nos trajo a España y comencé una nueva escuela el resto de niños podían llegar a ser crueles cuando se lo proponían. El bullying había sido mi pan nuestro de cada día.
Me doy por vencida y lo dejo en un moño desordenado, cogiendo lo primero que encuentro al vuelo y salgo disparada a la cocina. A este punto creo que no sirve recalcar que siempre llego tarde a todos lados, por mas que intento adaptarme a los horarios de la sociedad no mas mi cuerpo no coopera. Incluyendo que soy mas torpe que un hipopótamo en una tienda de objetos de cristal, soy lo que bien decían en mi tribu: un desastre andante.
Planeaba prepararme un desayuno como lo manda la ley, total ya llegaba tarde, unos 10 minutos más no matarían a nadie pero para sorpresa de nadie no quedaba leche, no había ni puñetera mermelada para comer con mis tostadas y lo peor de todo, no quedaba café. ¿Cómo me iba a enfrentar a un maldito día entero sin la cafeína recorriendo por mi sistema?
En fin, que me fui a expensas de caer muerta en la calle por falta de alimento y que cuando me recogieran los paramédicos me dejaran tirada por apestosa.
Llego a la universidad justo para la segunda clase. Clase para la cual había estado trabajando toda la noche en los informes, los cuales había dejado en casa por salir a las carreras.
Conclusión, para no hacerlo tan largo, otro regaño del profesor.
Ni siquiera fui a la cafetería en el almuerzo por estar con la nariz metida en la biblioteca buscando datos para mi nueva tesis. Romeo y Julieta ¿En serio? Era como una jodida patada en los ovarios. ¿A quién se le ocurre leer algo que desde la primera página te grita que vas a llorar? Desde luego yo no. Era como ver el Titanic, por más linda que sea, desde que ves esa cosa gigante de hierro salir mar abierto te haces una idea de que no terminará nada bien.
Al final iba a ser cierto lo que decía Jenniffer, «evitas todo lo que causa dolor porque temes que te lleve a recuerdos del pasado que tu mente mantiene bloqueado» a veces daba la lata, pero en lo general era buena psicóloga. Ni siquiera sé para que continuaba pagando esas sesiones, si nada da mejores consejos que tu cabeza cuando estas lavando los platos.
En fin, que salgo corriendo para alcanzar el metro que me acercaba al centro, pero como era insólito ese puto día y todo salía mal, lo perdí. Tomo otro que me deja mucho más lejos y sin mas remedio, me toca usar estas piernas que Dios me dio y moverlas para poder llegar a la editorial.
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Adicción Color Canela
RomancePROTAGONISTA ¿Alguna vez has sentido que un momento de tu vida pasa a cámara lenta? Yo si. Y fue en el momento exacto en que él entró a mi vida en la manera más cliché de las historias románticas, chocamos uno contra el otro. No se que pensaba él...