La celebración se llevaría a cabo en el jardín principal. Hacía un día precioso y la decoración estaba a la altura de las expectativas. El estrado estaba al fondo, frente a este, las hileras de asientos para cada uno de los graduados a un lado estaba la mesa con los diplomas y todos nuestros profesores detrás.
Fue muy emotivo ver a todos mis compañeros con sus túnicas y ese gorrito que a mi tanta gracia me hacía. Me senté entre Julia, una chica muy maja con la que había tenido oportunidad de hacer trabajos en más de una ocasión y un asiento vacío al que no le di mucha importancia. Sentía que me faltaba algo, y ese algo, era Erika.
Mi amiga que aunque era enemiga número uno de los libros y todo lo referente a estos incluyendo los estudios, se merecía tanto como yo estar sentada aquí.
Como si de un sueño se tratara ese torbellino rubio de ocurrencias y locuras se sienta mi lado con un tono de piel bronceada, el pelo recogido y suelto a un lado y cubierta por un vestido melocotón corte princesa.
No quería llorar, no lo quería en serio, pero como no hacerlo cuando la muy sinvergüenza estaba aquí sin haberme dicho nada.
—Ahora mismo me estoy debatiendo entre matarte y arrastrar tu cuerpo por todo el jardín o abrazarte y dar saltos como una loca— digo entre hipidos.
—Me gusta mas la segunda, no quiero morir sin tener ese maldito papel en mis manos. No te haces una idea lo que me costó que el Señor Operación Gamba me dejara terminar el año por dirigido. Pagué un ojo y parte del otro y creo que algunas fotos desnudas de paso, pero ¡eh! Qué era por una buena causa. No te dejaría aquí sentada solita ni loca— la miro incrédula debatiéndome entre creerle o no, pero conociéndola no me extrañaría que lo hubiera hecho— que no mujer, que no me le encuere para que me diera buena nota y así graduarme sin tener que venir a la universidad ¿Pero qué tipo de persona crees que soy?— su cara de yo no he roto un plato en mi vida me lo termino de confirmar.
—No se porque algo me dice que lo hiciste. Pero ¿sabes qué? Me importa un pimiento ahora mismo, ya te jalaré de las orejas más tarde. Te extrañe renacuaja— y nos envolvemos en un abrazo en el que cual de las dos lloraba más a moco tendido ignorando el discurso de la directora Esposito.
—Yo también te extrañe Maléfica— nos llevamos las manos a los ojos tratando de contener la catarata de lágrimas— ya tonta que me vas a arruinar el maquillaje y mira que casi me toca invocar a un demonio y venderle mi alma para que quedara así en tiempo record. No me lo vas a joder.
—Eres única cuando de arruinar el momentos se trata— ruedo los ojos. Había cosas que nunca cambiaban.
—Sigo siendo el mismo grano en el culo, pero más bronceada, ¿sabías qué... —
—Erika Rodrigues Fernández — su nombre dicho desde el micrófono del estrado interrumpió cualquier disparate que fuera a salir por su boca.
Noté su emoción y el gritito de cabra loca que dio nos hizo reír a todos los que estábamos a su alrededor. Si, mi amiga estaba loca, pero era única en su especie.
Abraza a la directora mientras está al felicita y le da su diploma junto a las flores, tal como hacía con cada uno de nosotros.
Era un momento de risas y llanto. Era el fin de una etapa y el inicio de otra completamente nueva. Y los nervios estaban a flor de piel, se podía sentir en cada uno de mis compañeros.
Regresa a mi lado después de saludar a cada profesor y se cuelga a mi cuello cual koala.
—Y por último, Kaia Ortega Dewi— sentí como el tiempo corría en cámara lenta después de escuchar mi nombre.
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Adicción Color Canela
RomancePROTAGONISTA ¿Alguna vez has sentido que un momento de tu vida pasa a cámara lenta? Yo si. Y fue en el momento exacto en que él entró a mi vida en la manera más cliché de las historias románticas, chocamos uno contra el otro. No se que pensaba él...