Aaron
La vi alejarse, y aún así seguí mirando en esa dirección, como si esperara que regresara.
¿Y si la sigo? solo para saber si llega bien.
-No lo hagas- odiaba cuando podía predecir mis actos. Era frustrante.
-Solo quiero comprobar que encuentre a sus amigas y llegue bien a casa. Eso es todo- digo en mi defensa.
-Creo que te estas encaprichando demasiado rápido, y los dos sabemos que no terminará bien.
-Dedicate a encontrar a alguien para follar esta noche, del resto me ocupo yo- digo cortante.
Bebo todo el contenido de mi vaso y salgo disparado tras ella. Bajo las escaleras y la veo caminando entre la multitud hacía la barra. Me mantuve a una distancia prudente para que no me viera. Vi como peinaba la zona con la mirada en busca de sus amigas, al no encontrarlas por ningún lado saca su móvil pero aparentemente no recibe respuesta porque lo guarda frustrada. Ese gesto de rodar los ojos cuando estaba exasperada y que conocía desde el primer día, me lo confirmó.
Va hacía la salida y la sigo mientras observa a su alrededor. Tal vez en busca de algún conocido que la lleve a casa o un taxi.
-Es mi oportunidad- me digo emocionado por poder acercarme nuevamente a ella. Los escasos 5 minutos que tardé en llegar al coche e ir frente a ella fue suficiente para que estuviera tonteando con el imbécil de turno- ¿Es en serio Kaia?- me digo furioso
¿Cómo es posible que sea así? Vale que no se estaba dando de morros con el tío pero córtate un poquito mujer. Ella me sacaría canas verdes, ya lo veía venir.
-Kaia- la llamo mientras bajó el cristal de la ventanilla- ¿te llevo a algún lugar? voy de salida- mira el interior del coche como buscando algo.
No se que esperaba encontrar dentro pero está claro que no lo vió. Se despide del chico que seguía apoyado en la pared repasándola sin ningún corte. Abre la puerta de copiloto dejándose caer dentro. Nada más ver sus nalgas plantadas en el asiento, pisé el acelerador.
Me lanza una mirada interrogante pero la ignoro. Estaba demasiado enojado por el desparpajo de esta tía. Tendría que cambiar aquello si quería mantener toda mi cordura intacta.
Por mi cabeza pasaron miles de escenarios en los que la llevaba lejos, a algún pueblito y alquilar una cabaña escondida en medio del bosque, mantenerla allí hasta que aprendiera a comportarse o hasta que desarrollara el síndrome de Estocolmo, lo que pasara antes.
Si, veo muchas películas y no es muy sano, pero curiosamente aquel pensamiento me reconfortó enormemente. ¿Y si lo hacía? ¿Qué era lo peor que podía pasar?
-¿Dónde dejaste a Roger?- su pregunta me sacó de mis maquiavélicos planes de secuestro.
-Se quedó en el antro. No somos siameses ¿sabía?
-Que rara relación. ¿no te molesta que se quedé ahí solo?- sus preguntas tenían un deje de algo que no llegué a entender.
-¿Por qué debería molestarme lo que haga? Cada quien a lo suyo- mi tono de voz dejaba claro mi nivel de enfado y se que ella lo noto.
-¿Te pasa algo? ¿Discutieron a caso?- ¿por qué la mujeres siempre quieren saberlo todo?
-No me pasa nada y no discutí con nadie, aunque ganas no me faltan de hacerlo ahora mismo.
-¿Tu problema es conmigo? Pero ¿qué te hice?
-Te parece poco que hace tan solo unas horas te quito a un tío que claramente quería aprovecharse de ti y ahora vas y te ofreces de piernas al primero que te encuentras. Ten un poquito de amor propio. No estaría nada mal.
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Adicción Color Canela
RomansaPROTAGONISTA ¿Alguna vez has sentido que un momento de tu vida pasa a cámara lenta? Yo si. Y fue en el momento exacto en que él entró a mi vida en la manera más cliché de las historias románticas, chocamos uno contra el otro. No se que pensaba él...