Ellos no esperan mucho para vengarse.
Durante el resto de la tarde y las primeras horas de la noche, recibimos lecciones de historia. Un goblin cabeza de gato llamado Yarrow recita baladas y nos hace preguntas.
Cuanto más correctas son las respuestas que doy, más se enfurece Yoon Oh. No deja en secreto su desagrado, comentando a Kun con un arrastrar de palabras sobre lo aburridas que son estas lecciones y bufando en desprecio al profesor.
Por una vez, terminamos antes de que la oscuridad haya caído por completo. Wonyoung y yo nos dirigimos a casa, con ella lanzándome miradas preocupadas. La luz del ocaso se filtra a través de los árboles, y respiro hondo, embebiendo la esencia de las agujas de pino. Siento una especie de calma extraña, a pesar de la estupidez de lo que he hecho.
—Así no eres tú —dice Wonyoung finalmente— No empiezas peleas con la gente.
—Apaciguarlos no servirá—Piso una piedra con el pie cubierto por la zapatilla— Cuanto más se salen con la suya, más creen que tienen derecho a hacerlo.
—Así que vas a, ¿qué... enseñarles modales? —Wonyoung suspira—Incluso si alguien debiera hacerlo, ese alguien no tiene que ser tú.
Ella tiene razón. Sé que tiene razón. La furia atolondrada de esta tarde se desvanecerá, y lamentaré lo que he hecho. Probablemente después de un buen y largo sueño, estaré tan horrorizado como Wonyoung. Todo lo que me he conseguido son problemas peores, sin importar lo bien que se sintió salvar mi orgullo.
No eres un asesino.
De lo que careces no tiene nada que ver con la experiencia.
Y, aun así, no lo lamento ahora. Al haber dado el paso fuera del precipicio, lo que deseo es caer.
Empiezo a hablar cuando una mano se cierra sobre mi boca. Unos dedos se hunden en la piel alrededor de mis labios. Suelto un golpe, agitando el cuerpo y veo a Kun sujetando la cintura de Wonyoung. Alguien me tiene sujetadas las muñecas. Libero mi boca y grito, pero los gritos en la Tierra de las Hadas son como trinos de pájaros, demasiado comunes para atraer mucha atención.
Nos empujan por el bosque, riendo. Escucho un vítor de uno de los chicos. Creo que escucho a Kun decir algo sobre que las parrandas terminen rápidamente, pero se lo traga el júbilo.
Entonces hay un empujón a mis hombros y el horrible shock de agua fría cerrándose a mi alrededor. Escupo agua, intentando respirar. Saboreo lodo y juncos. Me impulso para salir a la superficie. Wonyoung y yo estamos a la altura de la cintura en el río, la corriente nos empuja río abajo hacia una parte más profunda y escarpada. Entierro los pies en el lodo del fondo para evitar ser barrido. Wonyoung está sujetándose a un peñasco, con el cabello húmedo. Debe haberse resbalado.
—Hay nixies en este río —dice Jungwoo— Si no salen antes que los encuentren, tirarán de ustedes bajo el agua y los mantendrán allí. Sus dientes afilados se hundirán en su piel—Imita dar un mordisco.
Todos están a lo largo de la ribera, Yoon Oh el más cercano, Jungwoo junto a él. Kun pasa la mano sobre la parte superior del tul y la espadaña, pareciendo abstraído. Ya no parece amable. Parece aburrido con sus amigos y también con nosotros.
—Las nixies no pueden evitar lo que son —dice Somi, pateando el agua para que me salpique la cara— Igual que ustedes no serán capaces de evitar ahogarse.
Hundo los pies más en el lodo. El agua que llena mis botas dificulta mover mis piernas, pero el lodo las mantiene en el lugar cuando consigo pararme quieto. No sé cómo voy a llegar a Wonyoung sin resbalarme.