Viveka llamó a la puerta del laboratorio.
- ¡Apúrense! ¡Vamos a llegar tarde!
- ¡Ya voy! - respondió Frankie, al igual que las cuatro veces anteriores. Pero lo que en realidad quería decir era: << Las prisas no son buenas consejeras si buscas la perfección >> . Porque el modelito que estaba preparando para las fashionratas era, en efecto, la perfección. O lo sería MUY pronto, en cuanto eligiera unas gafas de sol.
- ¿Les gustan las blancas? - Se colocó una montura extragrande de plástico y adoptó una pose con la mano en la cadera y la barbilla hacia afuera -. ¿O las verdes?
Un volcán de ropa en plena erupción cubría el suelo, dificultando que Frankie pudiera desplazarse y efectuar giros frente a las ratas blancas de laboratorio, sobre todo con las súper cuñas de tono rosa metálico. Pero las ratas captaron la idea sin necesidad de gran alharaca. Después de todo, llevaban colaborando las últimas tres horas, y, hasta el momento, habían hecho un papel más aceptable. Rascando una vez para indicar << sí >> y dos veces para decir << no >> , no habían elegido el top de tirantes a rayas blancas y negras y la minifalda de flores. La mezcla de estampados era de lo más fashion.
- ¿Blancas o verdes? - insistió Frankie.
Tres ratas exhaustas yacían amontonadas. Sin embargo, las dos restantes rascaron una vez a favor de las gafas blancas. Una elección muy acertada, ya que las verdes no resaltaban precisamente sobre el cutis de Frankie, y pasar inadvertida era lo último que deseaba en su primer día en el instituto de normis.
Se recogió el pelo en una coleta alta y oscilante, se aplicó brillo en sus labios carnosos y frotó una muestra de revista de Sensuous, el perfume de Estée Lauder, en los tornillos del cuello. Porque, como decía el ejemplar: << Cada mujer lo lleva a su manera >> .
- ¡Deséenme suerte, ratitas! - besó la jaula de cristal, dejando la huella de unos labios rosa brillante.
Las otras dos ratas se desplomaron sobre el montón de pelaje salpicado de purpurina.
- ¡Ya estoy! - anunció Frankie.
Sus padres se encontraban de pie en la cocina, junto a la isla de acero inoxidable, alternando mordiscos del mismo pan y bebiendo café a gran velocidad, lo que obviamente hacían a modo de entrenamiento, para aparentar que eran normales. Porque, al igual que Frankie, recargaban sus respectivas baterías y no necesitaban comer.
La vivienda en forma de << L >> , con sus pronunciadas aristas y su tendencia minimalista al color blanco, desprendía el olor eléctrico a tostadas quemadas y el olor a amoniaco propio de la eficacia. La luz matinal se aproximaba a las ventanas esmeriladas en busca de un resquicio por donde entrar.
El ambiente era el de siempre pero, al mismo tiempo, resultaba muy distinto. Vivo. Alegre. Electrizante. Y es que, por primera vez en su vida, Frankie tenia autorización para salir de la casa.
- ¡No vas a ir a ningún sitio vestida así! - Viktor golpeó su tazón blanco de café sobre el periódico abierto.
- Frankie, ¿dónde está el traje de pantalón? - Viveka se dirigió a su hija. El maquillaje de su madre, el vestido gris de cuello de tortuga, los leggings negros y las botas por encima de la rodilla habían adquirido un nuevo significado ahora que Frankie conocía la verdad.
- ¿Por qué no llevas tu F&F? - bramó Viktor.
- ¡Ve de verde! - exhortó Frankie, al estilo de las revistas -. Es uno de los mensajes más importantes de nuestro tiempo. Además, estoy orgullosa de quién soy y de cómo me hiciste. Y si a la gente no le gusto por no ser normi es su problema, no el mío.
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Monster High - LISI HARRISON
Teen FictionLO FREAK ES COOL Bienvenidos a MONSTER HIGH, donde lo monstruoso está a punto de ser Fabuloso.