Capítulo 8

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Frankie avanzó a paso ligero por el pasillo vacío con los muslos irritados por el roce con el pantalón de lana. No quería llamar la atención echando a correr, pero necesitaba ser la primera en llegar a clase. A toda costa tenía que encontrar un asiento al fondo. Lo más alejado posible de la vista sin que por ello le fueran a poner falta. No precisaba quince días de aprendizaje matemático para conocer el resultado de la suma: rumores sobre un monstruo más presencia de una chica extraña en la cafetería igual a un buen lío.

Sonó el timbre. Los pasillos se convirtieron en un hervidero de normis recién alimentados que se dirigían a sus respectivas clases de cuarta hora. Frankie, muy por delante de la gente, se apresuró a entrar en el aula 203 para la clase de geografía. Hasta el momento, la vida en el instituto no había transcurrido según lo previsto aunque, al menos, la estaba experimentando.

- ¡No! - se escuchó decir a sí misma al entrar en el aula. ¡Los pupitres estaban dispuestos en círculo! Sin rincones oscuros. Sin última fila. ¡Sin lugar donde esconderse! El retoque de F&F de antes del almuerzo sería su único refugio.

- No lo puedo creer - masculló para sus adentros mientras trataba de decidir en qué zona del círculo llamaría menos la atención. Diminutas descargas de electricidad le salían disparadas de las yemas de los dedos y chisporroteaban por el lomo metálico de su archivador forrado de mezclilla rosa. Optó por un asiento a espaldas de las ventanas, para evitar los indiscretos rayos de sol.

- ¿Y este círculo? - un chico más guapo que la media entró en el aula. Iba vestido con camisa blanca, jeans y botas de montaña. Su andar resultaba un tanto torpe, si bien su actitud descarada compensaba la falta de estilo.

Se quedó parado junto a la puerta con la cabeza ladeada, como si estuviera contemplando las pinturas del Louvre. Sólo que estaba contemplando a Frankie.

- Creo que deberíamos convertir el círculo en un corazón - agarró un globo terráqueo del estante y lo hizo girar sobre un dedo, como si se tratara de un balón de básquet.

Frankie bajó los ojos, lamentando no poder responder con un comentario tan ingenioso como el de aquel desconocido. << ¿Quieres que queme con un dedo tus iniciales en el pupitre? >> Pero en lugar de actuar como ella misma, se veía obligada a representar el poco memorable papel de normi vergonzosa, a espaldas de la ventana.

Con una mano en el bolsillo y la otra sujetando un pequeño bloc de notas sin espiral (porque los chicos simpáticos no toman muchos apuntes), se aproximó a Frankie con un paso arrogante. Tardó su tiempo en pasar junto al pizarrón y recorrer la pared cubierta de mapas, seguramente para que ella pudiera admirarlo.

- ¿Está ocupado este asiento? - preguntó mientras se pasaba la mano por su lacio cabello castaño.

Frankie negó con la cabeza. ¿En serio tenía que sentarse al lado de ella?

- Me llamo D.J. - anunció él mientras se dejaba caer en la silla de madera.

- Frankie.

- Hola - extendió la mano para estrechar la de ella. Frankie temerosa de soltar chispas, respondió con una sonrisa y un gesto de asentimiento. Con la mano que sostenía en el aire, D.J. le dio unos golpecitos en el hombro, como si desde el primer momento hubiera sido su intención.

Bzzz.

<< ¡Maldición! >>

- Vaya, vaya - D.J. se sacudió la muñeca y puso una expresión divertida -. Así que eres la chica de los fuegos artificiales, ¿no?

De inmediato, Frankie se dio la vuelta y abrió su libro de geografía. Se concentró en la introducción para evitar que se le cortara el aliento. El aula empezó a llenarse a toda velocidad y dos chicas, en plena conversación, ocuparon los asientos vacíos al lado de Frankie.

Monster High - LISI HARRISONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora