Capítulo 21

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De pie ante la puerta de doble hoja del gimnasio, Frankie, Lala, Blue, Clawdeen y Cleo juntaron las manos como las Pussycat Dolls a punto de salir a saludar al público por última vez. Habían reunido valor en el trayecto hasta el instituto. Se habían dado unas a otras los retoques finales en el estacionamiento. Y habían declarado la ocasión como un pequeño paso para la raza de los monstruos. Sólo les quedaba reunir el coraje suficiente para entrar antes de que el baile terminara.

- Vamos, a la de tres – Frankie echó hacia atrás los hombros, visibles sólo a medias gracias al delicado vestido de novia de encaje que perteneciera a la abuela Frankenstein -. Una... dos...

De pronto, la puerta se abrió de golpe. A modo de arrollador todoterreno rojo, alguien atravesó los brazos de las chicas y rompió el vínculo que las unía.

- ¡Deuce! – Cleo ahogó un grito mientras sus pendientes de oro con forma de candelabro oscilaban bajo su melena recta negra. Iba envuelta en tiras de lino blancas de la cabeza a los pies, y adornada con espléndidas joyas de oro y turquesas. Su corona de oro macizo en forma de serpiente con ojos de rubí podía hacer las veces de arma, y Cleo no temía utilizarla para ser infiel con otros chicos. O eso había comentado en el coche.

- Hola – balbuceó él, ajustándose el sombrero de copa de terciopelo rojo -. Salía corriendo a llamarte por teléfono. Creía que estabas en casa... boicoteando.

- Ligoteando, más bien.

- ¡Así se habla! – Clawdeen, aparentemente disfrazada con un minivestido de pelo largo, entrechocó con Cleo una mano peluda.

- Un momento – Deuce dio un paso atrás -. ¿De qué están vestidas?

Examinó a las chicas una por una, fijándose en las mechas blancas y la piel verde de Frankie, los colmillos de Lala, las aletas de Blue, el pelaje al descubierto de Clawdeen, y el cuerpo momificado de Cleo.

- ¿Es que se han vuelto locas? – susurró, indignado, al tiempo que las empujaba hacia la pestilente máquina de niebla.

La canción de Beyoncé Single Ladies, Put a Ring on It (<< Chicas solteras, pon un anillo en el dedo >>) empezó a sonar en el gimnasio.

- ¡Es mi canción! – anunció Cleo. Extendió las manos y sus amigas se agarraron.

- Cleo, ¡tú no estás soltera! – Deuce consiguió plantar su cuerpo entre ella y la puerta -. Todo ese asunto de Melody es un malentendido. Te lo juro. Iba a llamarte ahora mismo.

- Si tanto te gusto, ¿por qué no me has puesto un anillo en el dedo? – bromeó Cleo.

- ¿En cuál? – Deuce colocó en alto la enjoyada mano de Cleo -. No hay sitio. Todos están ocupados.

- En ese caso, vete a estacionar a otro lado – hizo un gesto para que se retirara, abrió de un puntapié la puerta del gimnasio y arrastró a las chicas hasta el interior.

- ¡No me hagas esto! – gritó Deuce a sus espaldas.

Demasiado tarde. El frenético ritmo de Beyoncé condujo a las chicas directamente a la pista con el poder hipnótico del canto de la sirena. Protegida por la camaradería entre el grupo e impulsada por su devoción al cambio, Frankie se abría paso entre la multitud con la seguridad de una superestrella.

Las cabezas se volvían a medida que pasaba. Los piropos aterrizaban a sus pies como pétalos de rosa. Las fashionratas se habrían sentido orgullosas. Al igual que Viv y Vik.

Conforme se aproximaban al borde de la pista, Bekka y su secuaz de flequillo castaño claro aparecieron.

¡Sin Brett!

Monster High - LISI HARRISONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora