Capítulo Diecinueve: El tan esperado primer beso.

3.1K 278 30
                                    

Michelle

Suelto una carcajada al escuchar la anécdota que mi hermano mayor me cuenta.

—¿Y qué le dijiste?

Su rostro se convierte para actuar, alza una ceja y abre sus brazos fingiendo confusión.

—¿Quién te mandó?

Su respuesta me hace volver a reír.

La bocina de un auto suena, los amigos de Sintra lo saludan con la mano mientras lo llaman.

—Nos vemos, fea. —se despide, acaricia mi mentón y corre hasta el auto de sus amigos.

—¡Hola, Michelle!

Los chicos se asoman por las ventanas, poniéndome incomoda, los saludo con la mano, obligada. Se despiden cuando el auto parte, pongo mis ojos en blanco apenas desaparecen.

Idiotas.

Levanto la mirada al escuchar una risa provenir de la casa de mi amiga, alzo las cejas al ver a Juli carcajear con un anciano.

No se habrá tomado en serio mi broma de casarse con un viejito para recibir la herencia, ¿cierto?

Mi mirada se encuentra con la de ella, me sonríe rápidamente, alza su mano y me saluda con entusiasmo. Mis pies contestan solos y se encaminan hacia el hogar de los Baker.

—Hola. —saludo cuando estoy lo suficientemente cerca, exactamente, junto a la puerta principal.

—Hola. —saluda el hombre con una sonrisa amigable.

—Chet, ella es Michelle, mi mejor amiga. —me presenta.

—Michelle. —me nombra, como si supiera quien soy— La famosa Michelle.

—Michelle, él es Chet Duncan, el abuelo de Bryce.

Ay

—Me está ayudando con el jardin.

—Gusto en conocerlo. —me dirijo a él.

—El gusto es mío.

***

—Mira ahí —apunto con mi dedo una de las nubes—. Es un oso bebé.

—Claro que no —Juli niega divertida—. Es solo una nube.

—Le quitas lo divertido a la vida, Juli.

Reímos.

Eran alrededor de las cuatro de la tarde, el sol estaba en su máximo esplendor, y el señor Chet ya se había ido a su casa a descansar, mañana teníamos escuela y después él vendría nuevamente.

Ahora estábamos acostadas en el césped de mi casa, mirando el cielo, y descifrando formas.

—¿Cómo te calló Chet? —Juli me pregunta, girando su rostro hacia mí para mirarme.

—Bien. —me alzo de hombros— Es un agradable sujeto.

—Lo es. —asiente— Es todo lo contrario a su odioso nieto.

La mención hace que mi mente juegue en contra, y el rostro de Bryce se plasma en mis pensamientos.

Creo que... es hora de decir la verdad.

—Juli... —la nombro, lamo mis labios con impaciencia, ella hace un sonido con su boca para hacerme saber que está prestando atención.

Giro finalmente mi cabeza hacia ella, la miro a los ojos, pero ella no mira los míos.

—Tengo algo que decirte.

—¿Sí?

Mi corazón golpea mi pecho con fuerza, mis manos comienzan a sudar por lo que estoy a punto de decir.

—Yo...

—¿Michelle?

Me interrumpe, la miro nuevamente, alzo las cejas al ver la dirección en que están sus ojos.

Están fijos en mis labios.

—Juli, tengo algo que decirte. —repito, ya que parece no hacerme mucho caso.

—¿Sí?

—Bueno...

—¿Sí?

Frunzo el ceño por la forma en que vuelve a interrumpirme.

—Juli.

—Sí.

Ni siquiera alcanzo a procesar todo. Sólo sé que... los labios de Juli... se posaron sobre los míos, haciéndome alejarme rápidamente.

Juli al darse cuenta de lo que ha hecho, se levanta del césped, con la respiración agitada, y las manos temblorosas.

—Juli...

—Oh, por Dios, lo siento. —se disculpa, retrocediendo lentamente.

—No, está bien, no pasa nada...

—Lo siento, Michelle, lo siento mucho.

—Tranquila, Juli...

Cubre su boca con sus manos, y comienza a derramar lagrimas.

—No sé por qué hice eso, yo...

—Juli, tranquila. —avanzo hacia ella con el fin de tomarla por los hombros y tranquilizarla, pero ella se aleja con brusquedad, mirándome con horror, pero arrepentimiento al mismo tiempo.

—Soy un monstruo, yo... —su voz se entrecorta por el llanto— Olvidé que no eres como yo.

Esas palabras me hacen mirarla con tristeza, no por pena hacia ella, sino por la forma en que me habla y mira. Como si fuera una desconocida.

—No te preocupes, Juli —mi voz sale más baja de lo normal—. Está bien, esas cosas pasan...

—¡No! —su grito repentino me hace dar un saltito— No, esto es ridículo. —niega con su cabeza, vuelve a subir la mirada para hacer contacto visual— Lo siento, Michelle, espero algún día puedas perdonarme.

Y comienza a caminar en dirección a su casa, la miro desconcertada unos segundos, hasta que reacciono finalmente.

—¡Juli! —la llamo, pero mi intento es inútil, ya que entra, y cierra la puerta detrás de ella en un doloroso portazo.

Me quedo ahí, intentando procesar el porqué de su reacción.

¿La rechacé muy bruscamente? ¿La empuje sin darme cuenta? ¿Fue mi culpa?

Todos esos cuestionamientos se desarman y desaparecen cuando mi mirada se encuentra con la de esos ojos que tanto conozco.

Bryce me mira desde la puerta desde su casa, sin una expresión exacta que pueda descifrar, y la verdad es que tampoco es momento. No digo nada, no le sonrío ni dedico una mirada enojada, sino que desaparezco de ahí, y entro a mi casa.

𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓, Bryce LoskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora