CAPÍTULO 12

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     Ojos color miel y el reflejo de la luna en ellos, era todo lo que Jungkook veía en ese momento, y no podía recordar cuándo fue la última vez que había visto algo tan simple y tan bello.

     — Lamento haberte hecho esperar. Mi jefe me ordenó sacar los desechos y el conteiner estaba algo lejos — dijo el pelinegro con un ligero rubor en sus mejillas.

     —No te preocupes. Estás aquí y eso es lo que importa —habló el castaño, esbozando una cordial sonrisa y luego agregó—. Soy Jeon Jungkook, por cierto.

     —Es un placer conocerte, Jungkook. Yo soy Park Jimin... aunque bueno, ya sabias mi nombre. Se lo escuchaste gritar a mi jefe —pronunció apenadamente el pelinegro, sintiendo vergüenza al rememorar aquella escena, por lo que cortó el contacto visual mirando hacia el suelo—. Perdona por haberte hecho presenciar eso. Yo... debí de prestar más atención a las personas que circulaban por la cuadra.

     —No, Jimin, tú no tuviste la culpa y ambos lo sabemos. Y perdona que te lo diga así, pero ese hombre, por mas que sea tu jefe, no debería hablarte de esa manera.

     — Lo sé, pero debo sopórtalo si pretendo conservar ese empleo — dijo el pelinegro con amargura, y luego volvió a buscar la mirada del castaño en esos lindos ojos negros. — Jungkook yo... quería agradecerte por pagar por el cartel que dañé sin querer. En verdad no tenías que hacerlo, yo ammm... no sé cómo darte las gracias.

     — No fue nada — le sonrió amablemente el castaño — y en cuanto a cómo agradecerme... yo quería, si es que no estás muy cansado que fuésemos a caminar y conversar un rato.

     — Me encantaría — Jungkook se enterneció terriblemente cuando Jimin curvó sus comisuras en una amplia sonrisa haciendo que sus ojos se convirtieran en delgadas líneas.

     Jungkook detuvo su auto a una cuadra del Arroyo Cheonggyechon, un precioso paseo en la parte norte de la ciudad, por el cual podrían transitar libremente a la vez que dialogaban acerca de sus vidas

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     Jungkook detuvo su auto a una cuadra del Arroyo Cheonggyechon, un precioso paseo en la parte norte de la ciudad, por el cual podrían transitar libremente a la vez que dialogaban acerca de sus vidas.

     —¿Alguna vez habías venido aquí? —preguntó el castaño mientras comenzaba su tranquilo andar a un costado del pelinegro.

     —No. Bueno... no así, recorriéndolo en compañía de alguien tan tranquilamente —respondió Jimin, observando el fluir del agua y el reflejo de las luces de la ciudad sobre ella.

     — ¡Oh! Me alegra ser el primero entonces — le sonrió el castaño y Jimin le devolvió el gesto entendiendo la referencia.

     —Bien, Jungkook, Y... ¿Cuántos años tienes y a qué te dedicas? —comenzó cuestionando el pelinegro, dispuesto a salir de dudas con respecto al hermoso chico que caminaba a su lado.

     — Tengo 22 años y estoy en el anteúltimo año de la carrera de diseño industrial en la Universidad Nacional de Seúl. Además trabajo desde mi apartamento imprimiendo distintos objetos por encargo con las impresoras 3D que mis padres me compraron, y también hace poco varias empresas me han pedido que les diseñe los logos de sus marcas, pero eso se lo debo a los contactos que ha hecho mi padre.

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