CAPÍTULO 18

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     El domingo ya se había hecho presente y Jungkook estaba terminando de vestirse para ir al almuerzo con sus padres. De repente, escuchó su celular con la notificación de un nuevo mensaje y teniendo la pequeña esperanza de que fuese de Jimin, lo tomó optimista.

     Al abrirlo, miró que era de su rubio amigo que le preguntaba si estaba despierto. El castaño directamente lo llamó como respuesta a su mensaje.

     —¡Buenos días, Kook! Espero no haberte despertado.

     —Hola, Tae. No, no, me estaba terminando de alistar para ir con mis padres. Ya en media hora salgo para su casa.

     — Oye Kook, si no estás muy cansado a la noche quizás podríamos hacer algo. Sólo nosotros porque Jin tiene cena con su padre que volvió de viaje ahora que terminó con unos juicios en el exterior.

     — De acuerdo... cualquier cosa es mejor que pasarme otra noche comiendo helado y mirando K-dramas.

     —¡Genial! Bueno, avísame antes así me preparo —dijo el rubio alegremente—. ¡Oh! Casi lo olvidaba... ¿aún tienes mi camisa Gucci blanca con rosas negras? Es que arreglé una cita romántica con la Solar y quería usarla. ¿Te molesta si la paso a buscar mientras no estás?

     —¿Una cita romantica? Joder... ¿Quién eres y qué hiciste con Taehyung? —se burló el castaño con sorna—. Si, la tengo en el armario. Te dejaré mis llaves en recepción y luego déjalas con el conserje de nuevo cuando termines.

     —Perfecto. Bueno, Kook, suerte hoy con tus padres. Luego te veo.

      Y dando por finalizada la llamada, Jungkook tomó las llaves de su auto, se dirigió hacia el ascensor, entregó las llaves de su apartamento al conserje y salió del edificio hacia su destino.

     La familia Jeon vivía en una bellísima casa en un barrio privado a la afueras del centro de Seúl, por lo que el castaño tuvo tiempo de repasar en su mente cómo le daría la noticia a sus padres

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     La familia Jeon vivía en una bellísima casa en un barrio privado a la afueras del centro de Seúl, por lo que el castaño tuvo tiempo de repasar en su mente cómo le daría la noticia a sus padres. El discurso que tenía antes preparado incluía hablarles de un hermoso pelinegro, pero ahora no podía siquiera nombrarlo sin tener un sentimiento de vacío en su corazón.

     Al llegar, Jungkook aparcó su auto en la entrada, tomó su teléfono y se dirigió a la puerta de entrada para abrirla con la llave que aún conservaba. Una vez dentro respiró el inconfundible aroma de jazmines y madera que aromatizaban el ambiente y caminando hacia la cocina, encontró a su bella madre con una manga de pastelería decorando su pastel favorito: chocolate y frutillas.

     — ¡Cariño! No te oí entrar dijo su madre sonrientemente, y dejando la manga sobre la mesa, se acercó a abrázalo. — ¡Mírate! Estás tan lindo ¿Cuándo será el día que tengas pareja y nos la presentes?

     Jungkook pudo escuchar cómo su corazón se rompía en mil pedazos dentro de su pecho por aquella pregunta. Aun así respiró hondo y se aclaró la garganta para hablar

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