Aya. Su hija se llamaba Aya.
Llevaba tanto tiempo apartando ese pensamiento, que ni siquiera se había llegado a preguntar cual era su nombre, o como era el color de sus ojos.
Sintió una opresión fuerte en el pecho y abrió el botellín para darle un largo trago a la cerveza fría. Normalmente solía ayudarle después de un largo y duro día de trabajo, pero en ese momento, sabía que no encontraría ningún tipo de alivio en ninguna botella.
Lo siguiente que le vino a la cabeza, fue el rostro ligeramente cambiado de la pelirroja. Las miles de preguntas que no se había preocupado en preguntarse antes, ahora inundaban cada espacio de su mente. ¿Cómo habían sido esos ocho años para ella?
Las ojeras bajo sus ojos no habían desaparecido, pero su belleza tampoco.
Se pasó los siguientes minutos debatiendo con su propia cabeza y con el sentimiento de culpa sobre su pecho más pesado que nunca.
"¡Ya estoy en casa!" Saludó Ran entrando por la puerta acompañada de le los padres de Shinichi. "Me he encontrado a tus padres y hemos venido juntos."
Shinichi instaló una sonrisa en su rostro para evitar cualquier tipo de preguntas y se acercó a ellos para saludarles. "Voy a ducharme, ahora bajo." Se excusó en el momento en el que podía escabullirse de todas esas conversaciones.
"No tardes, la cena estará lista pronto." Comentó Yukiko acompañando a Ran a la cocina para ayudarle a acabar de preparar la cena.
Kudo asintió antes de dirigirse a las escaleras y refugiarse bajo la cortina de agua de la ducha. Sentía una sensación desagradable que no era capaz de describir. No le apetecía tener que pasarse la noche con una sonrisa fingida delante de su familia. Pero, Aya, era un secreto que no conocían ni sus propios padres. No podía hablarles ahora sobre ella como si nada, solo conseguiría recibir miradas de decepción y destruir toda esa armonía que había construido todos estos años. Debía haber sido sincero cuando sucedió hacía ocho años, no ahora. Pero ni en ese entonces había sido sincero consigo mismo.
Y luego estaba Ran, que había decidido quedarse a su lado y apoyarle todos esos años. Olvidar a Aya y a Shiho, había sido cien veces más difícil para ella. Se había forzado a ignorarlo y centrarse en el profundo amor que sentía hacia él, pero el runrún siempre acababa volviendo a su cabeza. Kudo reconocía ese tipo de mirada cuando lo captaba mirándole de reojo. Habían pasado temporadas más difíciles que otras, pero ahora estaban bien. No podía volver a joderlo todo.
Se quedó mirando su propio reflejo en el espejo mientras intentaba poner la mente en blanco antes de cambiarse para salir y reunirse con ellos.
***
"¡Ya estoy de vuelta!" Dijo Shiho descalzándose y quitándose la chaqueta antes de cruzar la entrada.
"Acabo de preparar chocolate caliente, ¿Quieres un poco?" Le preguntó el profesor saliendo de la cocina con un par de tazas para dejarlas en la mesita delante de la tele.
"Estoy bien, pero gracias." Contestó buscando algo en concreto con la mirada. Se dirigió al salón donde la televisión estaba encendida y no pudo evitar suspirar de alivio al encontrársela medio dormida bajo la manta del sofá.
"¿Cómo ha ido?" Preguntó el profesor volviendo al salón con una taza de café que sabía que la pelirroja agradecería.
Ella le acarició el pelo a Aya sin responderle al profesor. Aún sentía la inquietud a cada centímetros de su cuerpo. Se sentía una completa imbécil, y la impotencia, no hacía más que crecer y crecer. Era como nadar a contracorriente. ¿Cómo se suponía que iba a mantener a Aya a salvo si no podía ofrecerle lo que necesitaba? Ahora podía aparentar estar bien, pero la cosa podía cambiar drásticamente si no hacía algo esos años próximos.
![](https://img.wattpad.com/cover/300174802-288-k617432.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Cuando lo que nos separó nos una
FanfictionEl miedo nos hace tomar malas decisiones o negarnos el privilegio de vivir algo por temor a las consecuencias o la incertidumbre del que pasará. Aquella noche, Kudo sintió miedo, pero se escondió detrás de la rabia poniendo punto y final a cualquier...