CAP XXXI

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El exterior del teatro estaba lleno de gente y de reporteros. Hakuba dejó sus llaves al aparcacoches y abrió la puerta del copiloto para ayudar a salir a Shiho a la vez que las cámaras se acercaban a ellos para fotografiarles sin parar. Había escuchado que habían invitado a muchas celebridades de diferentes sectores: actores, cantantes, cómicos, detectives,...Pero realmente no esperaba esa cantidad de atención mediática.

Se escabulleron en el interior cubriéndose los ojos para no ser cegados por el flash y se encontraron con otro gran grupo de gente en la misma recepción del teatro. Shiho reconoció a muchos de los agentes que parecían haber venido a por Kid, pero por el momento, no había ni una señal de la presencia de Kudo.

Quería verle, y a la vez, quería evitarle.

"Voy un momento al baño." Comentó separándose de Hakuba para salir de la recepción y subir por unas escaleras.

Caminó por el pasillo lentamente observando su alrededor. Todavía era perceptible al olfato ese olor a pintura fresca que se mezclaba con el olor a madera del mobiliario nuevo. No parecían haber escatimado en gastar dinero para la decoración y pinturas que habían comprado para vestir cada uno de los rincones del elegante teatro.

Se percató de la cola que se había formado en el baño de mujeres y miró su reloj de muñeca pasando de largo hasta llegar al final del pasillo. Miró de reojo que no hubiese nadie cerca notando su presencia y entro en una de las puertas.

La habitación estaba a oscuras y palpó la pared hasta dar con el interruptor. Habían muchas cajas y material de obra por el suelo, ahora parecía ser un almacén, pero parecía que iba a ser un bonito camerino en un futuro.

Dejó de obse rvar la habitación para acercarse a la ventana y abrirla, haciendo que una fría brisa entrase con fuerza por la habitación. Volvió a mirar la hora de su reloj y se miró en el gran espejo que había en una de las paredes para peinar su pelo con los dedos.

"Estoy seguro de que el creído de Kudo va a ser la envidia de la mayoría de hombres que hay hoy en el teatro."

Shiho se giró y clavó su mirada en el mago de traje blanco. "No he venido con Kudo." Contestó acercándose a la ventana para volver a cerrarla. "Debería volver antes de que mi acompañante me eche de menos." Comentó dirigiéndose a la puerta. "Y recuerda, a mi no me has visto y yo no te he ayudado."

"Miyano, espera." La llamó antes de que se marchase. "Gracias."

Ella asintió y se marchó a un paso más ligero del que había venido para volver al piso de abajo con Hakuba. Había visto a Kid bastante nervioso la última vez que lo había visto, conocía la historia del asesinato de su padre y entendía todas esas cosas que pasaban por su cabeza, pero solo esperaba que ese robo no acabase convirtiéndose en algo más serio.

Su cara topó contra el pecho de alguien haciendo que sus finos tacones la desestabilizaran, cerró los ojos esperando caer, pero una fuerte mano le agarró de la cintura antes de que lo hiciese. "Lo siento, estaba distraída." Se disculpó abriendo los ojos lentamente.

"¿Estás bien?"

"¿Kudo?" Sus mejillas se sonrojaron con fuerza y soltó sus manos al darse cuenta que las había envuelto tras su cuello.

"Pensaba que no te gustaba todo este ruido de los espectáculos de Kid."

"Yo he venido a ver la ópera." Se excusó Shiho a la vez que ponía un mechón detrás de sus orejas. Estaba muy nerviosa de tenerle ahí delante y no sabía si estaba enfadado o molesto con ella después de que no pudiese darle una respuesta clara. Llevaban ya unos días sin hablar.

Cuando lo que nos separó nos unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora