"¿Estás nerviosa?" Preguntó Shiho apretando la mano de la niña sentada a su lado.
Aya asintió lentamente sin decir nada. Habían un par de parejas más esperando para entrar a la misma puerta, pero ella no se sentía inquieta ni impaciente. A Aya le gustaba aprovechar los momentos, sin apresurarse a vivirlos más rápido de la cuenta o no disfrutarlos lo suficiente. Era una niña inocente, que actuaba con lógica y el corazón en la mano.
"¿Shinichi no va a venir?" Preguntó mirando hacia el pasillo de donde ellas habían venido, viendo pasar algún enfermero caminando a paso ligero de vez en cuando.
"No lo sé, me insistió bastante en que quería venir." Contestó peinando el flequillo despeinado de Aya. "Puede que tenga trabajo que hacer, ya sabes, no es fácil deshacerse de los casos tratándose de una persona como él.
"Pero...debería estar aquí, ¿no?"
Todavía no había escuchado a Aya llamar papá a Kudo, pero entendía que era difícil hacerlo de un día a otro. Había pasado ocho años sin verlo y no estaban seguras de que Kudo estuviese dispuesto a quedarse en sus vidas. Shinichi podía ser muy educado y galantearlas con palabras, pero ellas necesitaban la confianza que solo podían ofrecer los hechos y acciones que hacía.
"Parece una buena persona." Comentó descansando la cabeza en el hombro de su madre.
"Lo es." Contestó Shiho acariciando su pelo castaño. "Las personas podemos cometer errores a lo largo de nuestra vida, pero eso no nos hace mala persona. Lo importante, es aprender de ellos para no repetirlos. Solo así podemos seguir creciendo."
Aya asintió observando como la puerta se abría dejando salir a una pareja sonriente antes de que otra entrase y volviese a cerrar la puerta.
"Ya falta poco para que nos toque." Informó Shiho mirando su reloj de muñeca.
Unos pasos ligeros empezaron a escucharse desde el principio del pasillos y ambas se voltearon cuando los escucharon parar justo al lado de ellas.
"Ya estoy aquí." Saludó apoyando las manos en sus rodillas para recuperar el aire. "¿Ya habéis entrado?"
Shiho negó con la cabeza palpando la silla de su lado para que se sentase. "Nuestro turno es el siguiente."
"Por poco." Suspiró sentándose en el asiento vacío. "Pensaba que no iba a llegar."
"Apuras el tiempo demasiado. Eres un adulto, deberías ser más puntual." Se burló Aya con una sonrisa.
"Tienes razón. Pero no he llegado tarde, ¿verdad?" Kudo se rascó la nuca emitiendo una risa nerviosa, observando como Shiho sonreía mientras le acariciaba el pelo a Aya. "Entonces, hoy sabremos si es un niño o una niña, ¿no?" Ensanchó su sonrisa.
"Mamá dice que será una niña, pero yo estoy segura de que tendré un hermano." Comentó Aya balanceando los pies.
"¿Crees que será un niño?" Preguntó Kudo clavando su mirada en la niña a la vez que ella asentía.
"Supongo que el misterio se resolverá en unos minutos." Comentó Shiho acariciando su barriga por inercia.
"¿Me da tiempo de ir al baño?" Preguntó Aya levantándose de la silla.
"Si vas rápido, sí." Contestó Shiho observando que aún faltaban cinco minutos. El baño no estaba lejos de todos modos. "¿Te acompaño?"
Aya asintió encontrando la señal que le indicaba la dirección del baño. "No hace falta, no tardo." Le dio un beso rápido a la mejilla de Shiho antes de ponerse a caminar a paso ligero por el pasillo.
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Cuando lo que nos separó nos una
FanfictionEl miedo nos hace tomar malas decisiones o negarnos el privilegio de vivir algo por temor a las consecuencias o la incertidumbre del que pasará. Aquella noche, Kudo sintió miedo, pero se escondió detrás de la rabia poniendo punto y final a cualquier...