CAP VIII

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"¿Has descubierto algo?" Preguntó alzando una ceja.

"Le pedí al doctor de Aya que investigara sobre mi situación, y bueno, hoy me ha enviado esto." Explicó entregándole el sobre con los documentos.

"¿Qué es esto?" Preguntó sacando los papeles del interior.

Kudo la miró permaneciendo en silencio mientras ella leía con atención cada frase escrita en ellos. Su ceño estaba fruncido, pero no tardó en cambiarlo por una mirada de completa sorpresa. Apoyó la espalda en la puerta cerrada y sus manos temblaron ligeramente.

"Esto...esto significa que..."Tartamudeó sin creérselo.

"Sí." Afirmó Kudo ensanchando su sonrisa. "Podemos hacer que Aya se recupere."

Los hombros de Shiho se relajaron por completo a la vez que cerraba los ojos y soltaba el aire que retenía diariamente en un largo suspiro. Llevaba mucho tiempo esperando para escuchar eso y su cuerpo todavía no sabía como sentirse.

"¿Estás seguro de que quieres hacerlo?" Preguntó dudando. No quería asimilar esa noticia demasiado rápido. "La última vez que hablamos sobre esto..."

"Le he dicho a Ran toda la verdad." Explicó recordando como la había dejado. "No sé si lo nuestro tiene arreglo, pero pase lo que pase quiero ayudar a Aya. No puedo dejar de pensar en ella."

Shiho se limpió una de las lágrimas que rodaron por sus mejillas ante la emoción, estaba contenta. Sabía que esto no era más que una pesadilla para Ran, pero como madre, estaba emocionada y aliviada al darse cuenta que podían hacer algo, tan cegada en esa alegría repentina, que no se había dado cuenta que se había aferrado a abrazarle.

Kudo sentía que su corazón estaba tan acelerado como el suyo. Había sido una hora demasiado intensa con un altibajo muy pronunciado. No sabía si se sentía triste por saber que había perdido a su mujer o feliz por saber que podía hacer mejor la vida de su hija.

Apoyó la barbilla en su cabeza devolviéndole el abrazo. La noche no era muy fría, pero Shinichi no quería desprenderse de ese calor.

Shiho sin embargo, se separó de un salto cuando se percató de semejante cercanía. "Lo siento."

"Está bien, no pasa nada." Contestó rascándose la nuca ligeramente sonrojado. "El doctor me ha dicho que te citaría mañana por la mañana, aún así no podía esperar a mañana para decírtelo."

"Gracias...."No era capaz de decirle otra cosa.

***

Kudo apretó el botón de café largo en la máquina mientras se rascaba la nuca y se peinaba el pelo hacia atrás.

Había sido una noche larga en la que no había conseguido cerrar ojo. Y cuando vio a Ran aparecer, se dio cuenta de que no parecía haber dormido mejor que él.

Su matrimonio había estado en el mejor momento, y en un simple cambio de estación, había perdido a la mujer con la que había compartido su vida desde que tenía conocimiento.

Kudo le había suplicado e incluso le había propuesto ir a terapia en un pasado. Ran se sentía cansada de seguir tirando del carro ella sola y ambos se habían dado cuentanque ya no había carro del que poder tirar. Habían llegado un punto, donde en la balanza de su relación, pesaban demasiado los recuerdos amargos y las emocines del pasado. 

Ran había perdonado una y otra vez a lo largo de toda su vida y se había dado cuenta de que le pesaba demasiado la tristeza y decepción que dejaban todos esos sucesos.

Shinichi siempre había sido su prioridad, y aunque él la mimase y la amase, no siempre se había sentido en el lugar correcto. Su historia de amor no era tan dulce ni tan perfecta como había soñado en su infancia, tenía demasiados espacios en blanco, palabras sin sentido y protagonistas secundarios que le arrebataban su papel o la convertían en el peón de la historia.

Cuando lo que nos separó nos unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora