"Kudo, cuando tiempo sin vernos." Ajuntó su mano para estrecharla.
"¿Qué haces aquí?" Quería sonar más delicado, pero la pregunta había salido bastante directa.
"Me he cruzado con el profesor cuando me dirigía al trabajo y me ha dicho que Aya había pasado aquí la noche, así que he decidido venir a verlas porque me pillaba de camino." Explicó girándose para mirar a la niña. "Pero parece que al final ha sido un susto. Aya no parece haber perdido su gracia."
Aya sonrió a Hakuba y Kudo frunció más el ceño sintiéndose cada vez más incómodo.
"Conocemos a Hakuba de Hokkaido." Explicó Shiho sabiendo qué era lo que quería saber el moreno. "Su apartamento estaba cerca del nuestro y nos hicimos buenos amigos al poco tiempo."
Shinichi asintió sin decir nada e intentó que no se notase su cara de disgusto. Tenía que recordarse interiormente que no tenía derecho a reprochar ni quejarse por nada, pero le había gustado tanto la cercanía que habían recuperado esos meses, que le entraban ganas de arrastrar a Hakuba fuera de la habitación. Pero el silencio que se acababa de formar, le indicaba que el que sobraba en ese momento, era él.
"Voy a salir a dar un paseo, seguro que tenéis de que hablar." Dijo antes de girarse.
"No hace falta que te vayas." Dijo Hakuba antes de que saliese de la habitación. "Yo tengo que irme a trabajar, no puedo llegar tarde a la cita con mi cliente." Comentó cogiendo una mano de la pelirroja para dejarle un pequeño beso en el dorso. "Ya sabéis que la puntualidad es mi fuerte."
"¿Vendrás a vernos otro día?" Preguntó Aya.
"Sí, espero que la próxima vez sea en un lugar distinto." Se acercó a ella para removerle el pelo. "Pórtate bien, ¿vale?"
"Yo siempre me porto bien." Contestó Aya como si fuese una adulta.
Shiho le dio un corto abrazo para despedirse del rubio y Kudo inclino ligeramente la cabeza como saludo mientras Hakuba cruzaba la habitación para marcharse. La incomodidad creció un poco cuando se quedaron los tres solos. Kudo caminó hacia la mesita que tenía Aya a su lado para dejar los dos vasos que traía y la bolsa de papel.
"¿Conoces a Saguru?" Preguntó Aya alzando una ceja.
"Sí, hemos trabajado alguna vez juntos."
"¿De verdad?" Preguntó sorprendida. " Entonces, ¿Quien es mejor detective de los dos?"
"Pues yo, obviamente. Soy el mejor de Japón, te lo puedo demostrar en cualquier momento." Contestó un poco sonrojado por los nervios, pero se calmó después de ver que esa escena había conseguido hacer sonreír a la pelirroja.
Shinichi sacó un pequeño recipiente de la bolsa y se lo entregó a Aya a la vez que miraba a Shiho. "He comprado un poco de fruta, no creo que le haga ningún daño comérselo mientras le traen el desayuno."
"¿No había nada con chocolate?" Preguntó Aya resoplando.
"No protestes anda, hay sandía." Comentó Shiho recordándole lo mucho que le gustaba a la vez que la niña aceptaba el tenedor que le ofrecía.
"Te he traído una infusión de vainilla." Le comentó Shinichi acercándole uno de los vasos. "Sé que no es café, pero creo recordar que te gustaba."
"Gracias, parece que la memoria no te falla del todo." Contestó ella aceptándolo con una sonrisa antes de oler el agradable olor a vainilla que empezaba a mezclarse con el olor a café e impregnaba toda la habitación.
El desayuno de Aya no tardó en llegar, y después del chequeo matinal, el doctor no tardó en pasar a visitarles para darles el diagnostico de esa larga noche. Salieron fuera de la habitación y cerraron la puerta mientras Aya hablaba por teléfono con el profesor.
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Cuando lo que nos separó nos una
FanfictionEl miedo nos hace tomar malas decisiones o negarnos el privilegio de vivir algo por temor a las consecuencias o la incertidumbre del que pasará. Aquella noche, Kudo sintió miedo, pero se escondió detrás de la rabia poniendo punto y final a cualquier...