CAP XXXIV

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La brisa de la noche era bastante fría para ser una noche de Mayo, Kudo bajó la cabeza y encogió sus hombros cuando la ventolera chocó contra él, le molestaba como alborotaba su pelo pero a la vez agradecía la frescura de la noche.

La torre de Tokio se veía perfectamente desde ahí, brillando por encima de los edificios de su alrededor, mezclándose con ese azul oscuro y profundo de la noche. Estar ahí, era como notar una pizca de libertad.

"Como nos vean aquí, nos va a caer una buena." Comentó la pelirroja parando la silla de ruedas cerca de la baranda antes de ponerse a su lado.

"Tenía ganas de ver las estrellas." Suspiró Shinichi. "No se ven tan bonitas desde esa maldita habitación..." Comentó mirándola de reojo. "...Al igual que tú. Es difícil, pero hasta las ojeras te sientan bien, ¿nadie te lo ha dicho antes?"

Ella rodó los ojos a la vez que se apoyaba en la barandilla. "No intentes alagarme. Además, no es muy cómodo dormir todos estos días en la silla que tienes junto a tu cama." Kudo frunció el ceño y abrió la boca para hablar pero ella se adelantó a continuar hablando. "No voy a irme a casa después de ver lo malherido que acabaste. Si te quedases solo, no serías capaz de quedarte quieto un solo segundo." Comentó haciendo que él se rascase la nuca a la vez que reía nervioso.

Shiho suspiró y alzó la mirada para ver el paisaje que ofrecía la ciudad. Pasaba tiempo con Aya y Akira, pero esa semana, había sido el profesor quien había pasado las noches con ellos dos. Shiho tenía que trabajar y solo conseguía sacar tiempo al atardecer para poder ir a visitar al moreno.

"Pero ahora estoy mejor. En un par de días me darán el alta, deberías descansar un poco, no hace falta que te quedes todos los días." Contestó Shinichi cerrando los ojos cuando la brisa volvió a chocar en su cara.

"Si quieres puedo irme en cuanto volvamos a la habitación." Contestó ella mirándole con una ceja alzada.

"Ahora es tarde para marcharte, podría ser peligroso...Si quieres irte, mejor esperar a mañana cuando haya salido el sol." Se excusó él sin querer admitir que no quería que se marchase.

"Claro, es peligroso. Será eso." Rodó los ojos sonriendo.

Se quedaron unos minutos en silencio, mirando las estrellas y la bonita vista de la ciudad a la vez que disfrutaban de la compañía del otro y rodeados de esa calma agradable.

"¿Sabes algo de Kaito?" Preguntó Shinichi de repente, haciendo que ella se sorprendiera y se girase para mirarle.

"No lo he vuelto a ver desde que desapareció cuando te atacaron, he estado leyendo los periódicos, pero los artículos no explicaban gran cosa."

"Esa gente...parecía peligrosa." Frunció el ceño algo preocupado.

Ella asintió recordando aquella noche. "Espero que esté bien." Suspiró.

Kudo la miró con los ojos entrecerrados sintiendo algo de celos por su preocupación y ella rodó los ojos y sonrió al darse cuenta. "¿Te preocupa que me una a él y vuelva a las ilegalidades de la vida?" Preguntó queriendo molestarle.

"Eso no me preocupa." Contestó alzando la cabeza. "Las otras historias son difíciles de comparar a la nuestra." Dijo apoyándose en la silla para levantarse con cuidado y apoyarse en la barandilla al lado de ella.

"Te lo tienes muy creído."

"No es que me lo tenga creído, pero que yo no me rindo. Aún así...después de lo que ha pasado, espero que ese mago con suerte esté bien." Dijo con la nariz arrugada. "Quiero ser yo quien lo capture en el próximo encuentro."

Cuando lo que nos separó nos unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora