"Deberíamos parar." Dijo ella sin darse ni cuenta, sintiendo como su bello se había erizado y como su pulso acelerado combatía contra su respiración casi entrecortada.Kudo frunció el ceño pero asintió y desvió la mirada peinándose el pelo con los dedos.
"Voy a ver a Akira." Se excusó Shiho intentando no mantener contacto visual.
Shinichi se levantó del sofá y se acercó a ella sin pararse a pensar en lo que hacía. "Espera." Solo quería que frenase, que no se alejase como siempre hacía. Sabía que estaba tan nerviosa como él, pero no quería seguir reprimiéndose, no quería volver a frenarse y volver a agachar la mirada. Quería mirarle a los ojos y acercarse a ella libremente, y su impaciencia no pudo aguantar más, acercó su mano tras su cuello y la volvió a acercar a él lo suficientemente cerca como para notar su aliento. Ella no se apartaba ni acercaba, su respiración no se acababa de calmar y no se atrevía a centrar su mirada con la suya. "Mírame, Shiho."
Ella titubeó, pero alzó la mirada un par de segundos después para encontrarse con la tormenta eléctrica que mostraban sus ojos.
Su cuerpo se acercó a ella antes de que Shiho pudiese razonar y notó como sus manos se enredaron en su cuello en el mismo momento que Shinichi encontró sus labios.
Él no quería darle tiempo para que ella le rechazase, y ella, acabó apagando sus pensamientos para ignorar la razón y obviar la lista de razones por las que se había mantenido al margen hasta ahora.
Sus besos se sentían familiares, como si nunca hubiesen dejado de dárselos. Aprovechó el instante en que sus labios se abrieron para buscar aire y enredó su lengua con la suya, sus dientes chocaron por una milésima de segundo, pero fue perfecto.
Shiho enredó sus manos más profundamente en su pelo. El deseo se olía y el sentido común ya no existía.
La corbata y la camisa del detective, fueron las primeras prendas que acabaron en el suelo. La temperatura del salón había subido gradualmente, sus manos no dejaban de tocar cada centímetro de la piel del otro y sus labios se habían hinchado de los besos que no dejaban de compartir. Kudo la cogió por las piernas para entrelazarlas en su cintura y la cargó hasta el sofá con la suerte de no tropezarse con nada por el camino. La apoyó lentamente en el sofá, dejando de besarla para poder mirarla por un momento.
Sus ojos brillaban, sus mejillas estaban rojas y su flequillo estaba despeinado. No había sido consciente hasta ese momento de lo mucho que extrañaba estar así con ella, tiempo atrás no había sabido apreciar eso.
Pasó la mano por debajo de la camiseta ancha que utilizaba para dormir para acariciar su espalda a la vez que volvía a su cuello. La quería sentir, pero también la quería escuchar.
Ella se mordía el labio, pero el instinto no podía reprimirse por mucho tiempo. Le gustaba como le acariciaba y como le besaba, pero sus manos le frenaron cuando Shinichi quiso levantar su camiseta para quitársela.
Kudo se alejó un poco para poderle ver bien el rostro a la vez que alzaba una ceja confundido y ella se mordió el labio maldiciendo esas estúpidas inseguridades que aparecían cuando menos quería. "Yo...es que..." Balbuceó sin saber bien que decir.
Kudo serenó su mirada y se apartó un poco más de ella al captar que podía sucederle. Abrió la boca para hablar, pero ella se adelantó.
"He tenido un niño hace un mes y medio, y no soy la adolescente que recuerdas." Dijo frunciendo el ceño.
Shinichi se quedó pensando unos segundos y frunció el ceño cuando volvió a clavar su mirada en ella. "¿Qué más dará eso? ¿Crees que sería capaz de juzgar tu cuerpo?" Alzó una ceja. "Me gusta cada centímetro de él."
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Cuando lo que nos separó nos una
FanfictionEl miedo nos hace tomar malas decisiones o negarnos el privilegio de vivir algo por temor a las consecuencias o la incertidumbre del que pasará. Aquella noche, Kudo sintió miedo, pero se escondió detrás de la rabia poniendo punto y final a cualquier...