Caminé lentamente arrastrando los pies hasta la casa de las monjas, era realmente sorprendente cómo había podido correr tanto en tan poco tiempo. Al llegar entré y caminé directo a mi cuarto pero alguien me detuvo tomándome del brazo.
—Oye, ¿Qué te pasó?.— preguntó Amanda.
La miré y pude notar preocupación en su rostro, me llevó hasta la cocina y ahí preparó algunas cosas para curar mis heridas.
—Tenemos suerte de que las monjas todavía no hallan despertado, es extraño, todas están profundamente dormidas.— hablaba Amanda mientras me limpiaba con delicadeza.
No dije nada, tan sólo me mantuve absorta en mi mundo, no quería contarle nada a Amanda de lo que había pasado, no quería involucrarla en ésto. Cuando por fin Amanda terminó de limpiar mis heridas me ordenó irme a bañar en lo que ella preparaba un té que me ayudaría. Obedeciendo sus órdenes me fuí a bañar, al llegar nuevamente a la cocina Amanda me recibió con mi té en las manos.
—Cuidado, está un poco caliente.— indicó.
—Gracias.— sonreí de lado.
Era extraño, nuevamente no comprendía por qué me ayudaba si las monjas le habían dicho claramente que se alejara de mi. Nos sentamos una enfrente de la otra y hablé.
—Amanda, ¿Por qué me ayudas?.— pregunté pasando mi lengua por la herida de mi labio.
Al escuchar mi pregunta Amanda se puso roja, nunca la había visto así, no sabía si su reacción era de vergüenza o había otro motivo.
—Es sólo que quiero un poco de atención y las monjas no me dan el tipo de atención que yo quiero.— respondió cabizbaja.
Oí su respuesta y sin más seguí con mi vida. Terminamos de desayunar y pronto comenzaron a llegar las monjas diciendo que habían descansado cómo nunca antes, felices y de buen humor. Amanda y yo les servimos el desayuno y al terminar salimos un rato a los jardines.
—¿Hoy si haremos lo que habíamos quedado?.— preguntó Amanda con pena.
—jaja, claro.— respondí y así comenzó un día lleno de propuestas de diversión.
Y así, otro día pasó. No voy a negar que todo el día rondaba por mi cabeza lo que había pasado con el Doctor, lo que hacía que me distrajera y casi no le pusiera atención a Amanda, quién por su parte, comenzaba a preocuparse por mi "ausencia".
Al caer la noche me alisté para ir a dormir con Amanda. Cuando salí de mi habitación me aseguré que todas las monjas ya estuvieran durmiendo y así me fuí hasta la habitación de Amanda, al llegar me habríó la puerta y me permitió el paso pero la notaba algo nerviosa, era extraño pero no le tomé importancia.
—Bien, y ¿Por dónde quieres empezar?.— pregunté sentándome en la esquina de la cama.
—No sé, con lo que gustes.— dijo cerrando la puerta con seguro.
Dude algunos momentos, había algo en el ambiente que no me gustaba, era extraño y se sentía en todo mi ser pero decidí ignorarlo.
—Pues, si quieres podemos armar el rompecabezas que me mencionaste.— hablé.
Amanda aceptó con la cabeza y caminó en busca de la caja. No teníamos mucho qué hacer o qué jugar pues las monjas prohibían muchos juegos de mesa.
Cuando Amanda por fin encontró la caja nos pusimos a armar el puzle y en unos cuantos minutos ya estaba armada, después seguimos la noche con unos dulces y chocolates que había traído en lo que contábamos algunas anécdotas o leyendas, seguimos con una ronda de chistes y finalizamos con la pelea de almohadas.
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∆°•°•Deseos •°•°∆
ФанфикшнEste libro es una mezcla de "Villanos" de CN con los incubos. Estos son unos seres malignos que quitan la energía, o algo así jaja no soy buena con las explicaciones pero si investigas un poco más del tema puede que te interese, y más si te gusta vi...
