Pasamos toda la mañana buscando al padre pero nunca apareció, tuvimos que detener la búsqueda por la llegada de los niños del orfanato. Todas recibimos a las niñas y niños junto con las cuidadoras que venían con ellos, los pasamos al comedor para servirles el almuerzo y que pudieran descansar de su viaje, después pasamos a uno de los salones más grandes para que los niños jugarán mientras esperaban a la llegada de sus posiblemente nuevas familias. Las monjas, la enfermera, los trabajadores sociales y los profesores se encontraban platicando en un rincón del salón, mientras tanto, yo jugaba con los niños, jugando y riendo felices por existir. Estaba tranquilamente jugando con cada uno de los niños pero de repente varios de ellos me miraban con miedo y se alejaban de mí, me parecía realmente extraño el comportamiento de los niños. Estaba perdida en mis pensamientos hasta que empezaron a llegar los que hoy se llevarían un gran niño a su casa. Las monjas le dieron a los pequeños hojas y colores para que dibujaran y mostraran los dibujos a las personas que los observaban. En lo que todos hacían su trabajo a mí me habían mandado por más agua y aperitivos para ofrecer a los recién llegados.
Caminé hasta la cocina dónde las mojas ya tenían todo preparado, llegué y me senté un rato por el cansancio que tenía, tal vez era por toda la limpieza que había hecho el día anterior sin detenerme un poco más que para cenar. Después de unos pequeños minutos fuí a dónde las personas estaban conociendo a los niños y al llegar muchos me miraban con cara de terror, sin saber el porqué, entré y ofrecí lo que traía en bandejas a las personas quienes con algo de temor y curiosidad tomaban las cosas.
Dejamos que los adultos conocieran más a los niños y mientras los demás salimos a los jardines. Estaba por ir a dejar las bandejas a la cocina pero la madre me detuvo.
—T/n, por favor, antes de dormir quiero que vallas a mi oficina.— me tomó del hombro haciendo que la mirase.
—Oh, está bien.— contesté dando la vuelta.
La madre mi dió una última mirada de preocupación y se fue en la dirección opuesta que la mía. Seguí caminando hasta la cocina y ahí seguí con mis quehaceres. Todo el día me la había pasado de aquí allá que mi cuerpo no aguantaba más, sentí como el peso de la gravedad caía sobre mí abruptamente al grado de no poder ni siquiera caminar. Con las pocas fuerzas que tenía pude llegar hasta mi cuarto, ya sin aliento, sin ganas, ni nada, entré y me recosté para poder descansar. Al tocar almohada perdí el sentido de todo y me quedé profundamente dormida.
Al despertar, todo se veía un poco oscuro, salí de mi habitación y pude ver qué apenas estaba anocheciendo. Caminé y parecía que estaba peor que antes de dormir y con poca fuerza fuí a comer algo antes de ir con la madre. Comí lo más rápido que pude y salí hacia la oficina de la madre. Llegando, enseguida toqué la puerta recibiendo la aprobación de que pasara, entrando la madre me recibió y me dijo que me sentara. Así lo hice y al estar sentada ya, la madre habló.
—Necesito que veas algo—. extendió hojas de papel entre sus manos.
Miré extrañada a la madre y enseguida a los papeles en su mano, delicadamente los tomé y comencé a ver cada uno de ellos; eran dibujos que habían hecho los niños del orfanato hace unas horas atrás. Mientras más dibujos veía mi corazón se aceleraba más y mi pánico no dejaba de incrementar al igual que mis dudas. Los dibujos eran de mí pero atrás se encontraba una sombra oscura con una sonrisa que en cualquier lado reconocería, la sombra parecía tener también un inigualable sombrero de copa. Seguí mirando los dibujos hasta que miré confusa a la madre.
—Es el mismo demonio que nos describiste en tus sueños.— señaló la madre.
—Pero, ¿Por qué están aquí?.— pregunté insegura.
ESTÁS LEYENDO
∆°•°•Deseos •°•°∆
Fiksi PenggemarEste libro es una mezcla de "Villanos" de CN con los incubos. Estos son unos seres malignos que quitan la energía, o algo así jaja no soy buena con las explicaciones pero si investigas un poco más del tema puede que te interese, y más si te gusta vi...
