Capítulo 3

23 3 2
                                    

Una vez que logré abrir mis ojos por completo, un montón de recuerdos se me vinieron a la mente... Un pastel con dos velas encendidas, una habitación enorme, mascarillas sobre la cara, la chica contándome de cómo conoció a su ex.

—Ay por Dios.

De un salto, salgo de la cama donde dormía plácidamente, y me apresuro a meterme al baño para quitarme la pijama que me había prestado Sun-hee, y para ponerme la ropa que llevaba el día anterior.

Arreglo mi cabello color caramelo ondulado, y salgo de nuevo hacia la habitación. No tenía la intención de despertarla así que hice el menor ruido posible, pero me sorprendí cuando la vi levantándose de la cama.

—Buenos días Olivia. —Me regala una sonrisa.

—Buenos días. —Le regreso, mientras me acercaba a la cama para acomodarla.

—Espera aquí, ya vuelvo —saca una muda de ropa de su closet y corre hacía al baño emocionada—. ¿Qué tal me veo? —pregunta una vez que sale, dando una vuelta para que vea su vestido corto color rosado debajo de un gran saco.

—Totalmente hermosa.

—Gracias —sonríe, y pone las palmas de sus manos en cada lado de su barbilla haciendo un tierno gesto.

Minutos después, salimos de la habitación y bajamos las escaleras dispuestas a entrar nuevamente a la cocina. Ella saca de la nevera dos recipientes de vidrio con fruta y me entrega una de ellas.

Una vez que habíamos acabado de comer, Sun-hee no dudó en decirme que daríamos el recorrido por la ciudad, advirtiéndome de nuevo que no aceptaría un no como respuesta. Así que, sin poder protestar, salimos de la casa y tan solo dejé que el auto recorriera cada parte que la chica deseara.

Edificios, autos, lugares hermosos, es lo poco que alcanzaban a ver mis ojos, lo bueno de todo, es que no batallaría la próxima vez que quisiera venir sola. Pasa, que tengo la gran habilidad de aprender rápido las cosas que me gustan.

Llegamos a un centro comercial enorme, bueno en realidad gigantesco, ya que Sun-hee quería mostrármelo para cuando yo viniera sola no se me dificultará en lo absoluto.

Bajamos del auto y entramos, dejándome casi con la boca abierta, me sorprende la cantidad de cosas que veo... Ropa, zapatos, productos de belleza, aparatos eléctricos, diferentes tipos de bolsos de mano y una variedad de cosas más. Sin duda alguna, es el lugar más grande que he visitado en toda mi vida.

Entramos al ascensor y subimos al segundo piso, dándome otra gran sorpresa; había miles de cosas más que me faltaba tiempo para alcanzar a verlas todas, pero suponiendo, este lugar debía de ser uno de los más caros en Corea.

EL DÍA YA ESTABA POR desaparecer, cuando finalmente habíamos llegado a la pastelería de los papás de Sun-hee. El diseño que tenía por fuera parecía ser muy único, además era un lugar bastante grande y elegante que lo hacía distinguir totalmente.

Entramos, y ella rápidamente me presenta a sus papás, luego, muy amablemente me ofrecieron sentarme en una de las sillas de una mesa que quedaba frente a la calle y pusieron una gran rebanada de pastel sabor chocolate frente a mí y otra frente a Sun-hee.

—Está delicioso. —Le hago saber después de haber probado un pequeño pedazo.

—¡¿Escucharon eso?!, ¡Olivia dijo que está delicioso! —sube el tono de su voz lo suficientemente alto para que sus papás lograran escucharla.

Me pregunto si realmente les di una buena impresión, no estaba con mis mejores atuendos y ellos parecían ser una familia adinerada. O, ¿acaso eso les importaba poco?

Idiomas DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora