Capítulo 4

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Sin poder creer que aún estaba con ese chico encerrada en un ascensor, sigo picándole sin parar a los botones con la intención de que bajara o al menos se abriera para poder salir, pero al parecer nada solía funcionar.

—Hundirás los botones —escucho decir de nuevo a mis espaldas.

—Cállate, no quiero escucharte. —Eso era verdad, no quería que me pusiera más nerviosa y preocupada de lo que estaba.

—¿Disculpa? —pregunta, arrastrando un poco las letras cómo si de alguna manera lo hubiera ofendido.

Sin pensarlo dos veces, saco el teléfono de uno de los bolsos de mi abrigo y empiezo a escribir en el traductor: [Dije que te callarás]. Espere algunos segundos y después giro la pantalla hacia él para que lo comenzara a leer.

—Que molesta es —susurra por lo bajo mientras me daba una mirada de pies a cabeza—. Para serte sincero, la verdad no imagine que fueras de un país como México.

—¿A sí?, entonces ¿de dónde? —Le pregunto mientras alzaba las cejas.

—De algún otro país más cercano a Corea. —Hace una pausa y vuelve a continuar—. Me pregunto ¿qué hace una persona de tan lejos en un país como este?

—No es de tu incumbencia. —Le digo finalmente con la intención de cortar la conversación.

—Sabes, la última vez que nos vimos desapareciste y ni siquiera te hiciste cargo de los pagos médicos.

Por Dios, no pensé que fuera tan capaz de recordarme o echarme en cara eso, pero ya veo que me equivoqué.

Me animo a volver a escribir en mi celular para decirle otra vez mi justificación, aunque recordaba habérsela dicho ya antes.

[Creo haberte dicho que robaron mi bolso, pero descuida, te pagaré ahora mismo]. En cuanto acaba de leer, se endereza en su lugar poniendo sus manos detrás de su espalda junto con una pequeña bolsa de papel.

—Aunque quisieras no podrías pagarme.

—¿A qué te refieres? —Le pregunto de manera amenazante, cuando en realidad ya sabía a lo que se refería. Me veía completamente pobre a comparación de él.

—Olvídalo.

—Dime.

—Dije que lo olvidarás.

—He dicho que me digas.

—Y yo he dicho que lo olvidarás.

Dios, no podía con este ser, me desquiciaba totalmente. Ya no deseaba seguir hablándole así que lo ignoro y sigo esperando a que alguien nos sacara.

No pasó mucho tiempo para cuando empezara a ver a mi alrededor desesperadamente en busca de alguna salida o algo que nos pudiera ayudar, pero todo era en vano. Lo único que sí podía notar, y que en realidad llamaba mi atención, fue ver cómo el chico ni siquiera reflejaba preocupación alguna.

Del mismo modo, también pude darme cuenta de cómo se encontraba vestido. Llevaba puesto una playera de cuello color gris y un abrigo largo del mismo color, solo que más obscuro, un pantalón negro y unas botas de cinta. Además, noté cómo su corte de cabello era en forma de hongo, y como era lo suficientemente largo como para cubrir gran parte de su frente, haciéndolo resaltar mucho más.

De mala gana, enciendo mi teléfono para ver la hora, cuando me sorprendo.

Ya casi eran las once de la noche.

No entendía cómo es que me había llevado tanto tiempo dentro del centro comercial, siendo que tan solo sentí como si hubiera estado una hora a lo mucho.

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