Luego de haber estado pasmada por quién sabe cuánto tiempo en donde mismo, Dong-yul finalmente me hace una seña para que viera hacia uno de mis lados. Dejándome ver una extravagante y larga mesa con abundante comida sobre ella.
—Lo agradezco, pero tengo que irme. —Le doy una pequeña sonrisa mientras apuntaba hacia la puerta principal.
—Ya veo. Quizás en otra ocasión. —No le respondo, tan solo asiento con mi cabeza y continuó mi camino fuera de la casa.
A estas alturas, la verdad ya no me importaba si ese chofer de Seong-jin me llevaba de regreso o no, estaba segura que tomaría un taxi o le llamaría a Sun-hee para que viniera por mí.
Pero de que no le pedía ayuda a él, no se la pedía.
—Señorita —logro escuchar una voz varonil al final de las escaleras, percatándome de que se trataba del chofer—. Espere un momento, la llevaré de vuelta. —Me comenta, y desaparece de mi campo de visión.
Luego de unos minutos, vuelve aparecer, pero esta vez con el mismo auto color negro que me había traído hasta aquí.
Baja del auto y abre la puerta trasera para que subiera, así que sin demorar demasiado me acerco y me acomodo bien sobre el asiento de cuero. Deseaba tanto poder estar en mi casa para contarle a las chicas sobre lo mal y decepcionante que me había ido, y poder descansar al fin en mi bella cama para reponer tantas noches perdidas.
UNA MOLESTA Y ESTRESANTE voz era lo que escuchaban mis oídos cada vez más cerca, hasta llegar al punto de despertarme.
—Señorita, ha llegado a su casa —volteo a ver al hombre quien permanecía con la puerta del auto abierta, claramente esperando a que bajara.
—Oh, por supuesto. Claro —digo, y en menos de un minuto ya estaba de pie frente a él—. Muchas gracias por traerme.
—Entré con cuidado.
Al decirme eso, asiento con mi cabeza y camino hasta entrar a mi casa. Lo de hablar con las chicas lo haría después, no tenía ánimos ni mucho menos energía para hablar con alguien a estas altas horas de la madrugada; en este tiempo tan solo me dedicaría a dormir.
APENAS HABÍA SENTIDO que cerré los ojos cuando un sonido tan irritante hizo que los abriera nuevamente.
Todo parecía indicar que se trataba de una llamada de mi teléfono.
De mala gala, empiezo a tocar sobre todo mi buró hasta encontrarlo, y contesto la llamada después de algunos intentos.
—¿Hola? —suelto entre dientes en cuanto pego el celular en mi oído.
—Olivia ¿dónde estás?, ¿por qué no llamaste anoche? —escucho un par de preguntas al otro lado de la línea—. ¿En qué terminó todo?, ¿quién ganó?
Por supuesto, tenían que ser de parte de Sun-hee.
—Estoy cansada, te contaré más tarde en tu casa.
—¿Ni siquiera me dirás quién ganó? —Se queja.
—No. Tendrás que esperarte.
—Ay ya, está bien. Descansa. —Me hace saber y de inmediato cuelga la llamada.
Vuelvo a cerrar mis ojos dispuesta a dormir nuevamente, pero el sonido del teléfono se hace presente una vez más. Molesta, doy una larga inhalada de aire para tratar de no explotar en cuanto levantara la llamada, y en un segundo, lo dejo salir de golpe con la intención de contestar.
—¿Y ahora qué?
—Quiero que vengas a mi casa, date prisa.
—¿Pero quién habla? —frunzo mi ceño ante la confusión de escuchar una voz varonil en vez de la de Sun-hee.
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Idiomas Destinados
RomantizmOlivia, una chica cuyo sueño era emprender un viaje al país que desde años admiraba, consigue cumplirlo después de trabajar y sacrificarse por años. Lo que no sabe, es que su vida tendrá un giro inesperado que ni ella misma logrará imaginar. ¿Qué...