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El tiempo no vuelve atrás, por lo tanto, planta tu jardín y adorna tu alma en vez de esperar a que alguien te traiga flores

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El tiempo no vuelve atrás, por lo tanto, planta tu jardín y adorna tu alma en vez de esperar a que alguien te traiga flores.










Los ojos disparejos de Alicia se fijaron en las calles de su ciudad mientras caminaba en dirección a su casa. Llevaba una mochila negra con un portafolio donde su notebook estaba. Hacía un poco de frío por lo que llevaba una chaqueta negra con la capucha sobre su cabeza, resguardándola ligeramente del frío. Se detuvo a las puertas de un edificio, metió su mano derecha en el bolsillo de sus pantalones mezclilla oscuros y sacó la llave para luego abrir la puerta e ingresar.

Caminó con pasos calmados en dirección al elevador a su frente, tocó el botón al costado de las puertas metálicas y esperó con paciencia. Miró a su alrededor con desinterés mientras pensaba en qué podía prepararse para comer al llegar a su casa. Al final, había salido hacía quince minutos de la Universidad y eran casi las once de la noche. Por lo que, estaba totalmente agotada, hambrienta y aún tenía que realizar unos cuantos trabajos para su carrera.

Se giró sobre sus talones, mirando a través de las puertas metálicas en su espalda. Notando la calle ligeramente transitada por personas y vehículos. Pudo percibir un coche negro detenerse justo frente de la puerta. Sus ventanas polarizadas impedían poder observar el interior, y la suave oscuridad de la noche hacían aún más difícil la tarea.

Hizo una mueca de incomodidad y disgusto para devolver su atención en las puertas metálicas que se habían abierto. Avanzó unos cuantos pasos hacia el elevador, y presionó el botón cinco para subir a la quinta planta. Las puertas se cerraron lentamente mientras la mirada un poco preocupada y asustada de Alicia se clavaba como estaca en el auto negro que se había estacionado del otro lado de la calle.

Fijó su atención en su reloj de mano, mirando la hora mientras su pie derecho se movía en un tic nervioso en su posición. Mordió su labio inferior con un toque ansioso mientras el ascensor subía los pisos con una torturante lentitud que era capaz de sacar de quicio a Alicia. Pareciera como si ahora mismo fuese un momento eterno y que nunca acabaría, cuando aquella subida al piso cinco no era tan larga, sin embargo, en la mente de la castaña de mechas rubias eran eternas.

Hacía un par de semanas un coche negro del mismo modelo comenzaba a seguirle las pisadas, a veces era capaz de reconocerlo entre las calles y personas. En otras ocasiones no era posible verle tan fácil. Los únicos momentos donde aquel coche se dejaba ver a simple vista era cuando ella se dirigía a su Universidad, a casa o su trabajo. Y eso le sacaba de quicio, muchas veces intentó tomar el número de la matricula, pero casi nunca estaba lo suficientemente cerca como para poder anotarla y tampoco tenía las agallas para acercase y memorizar las letras y números.

Solo se había aprendido los primeros dos dígitos: AE. Ya que eran letras fácilmente reconocibles desde lejos, pero las restantes no. No estaba segura si la matrícula era AE05I o AE021, algún tipo de variante. Y para arrematar, había llamado a la policía a la segunda semana que se percató de aquello, pero estos no le dieron alientos ni palabras que le relajaran, así que, automáticamente descartó la ayuda de la policía. Estaba segura que comenzarían a trabajar cuando ella hubiese desaparecido o muerto, así funcionaba en la mayoría de los casos.

V1RU5 D3TEC7EDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora