41 | Сорок один

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No jures por la luna, pues está cambiando constantemente

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No jures por la luna, pues está cambiando constantemente.








 

 






Pronto los ojos de Alicia fueron asaltados por una potente luz blanca que lograba cegarle a pesar de tenerlos cerrados. Incómoda intentó colocar su mano frente a su cara, sin embargo, algo se lo impidió. Exaltada abrió los ojos y observó sus brazos. Entonces se dio cuenta que estaba amarrada en una silla de fuerza como si se tratase de una loca dentro de un manicomio de los años 40.

Asustada comenzó a moverse con desesperación, intentando quitarse aquellos amarres sobre sus brazos y piernas que estaba reprimiendo que ella fuese capaz de hacer cualquier movimiento. Miró el foco inmenso que le estaba enfocando de forma violenta, pudo divisar unos ventanales de cristal desde el otro lado. Similar a una sala de experimentos. Todo a su alrededor era blanco, no había absolutamente nada rodeándola. Solo ella y aquella silla que le amarraba.

Sus aros alrededor de sus iris rotaban muy lentamente, casi como si no tuviesen energía. El destello parpadeante apenas era perceptible. Un chillido inmenso le ensordecía por completo como si hubiesen explotado una bomba a pocos centímetros de ella. No era capaz de oír otra cosa que no fuese aquel pitido sumamente agudo. Como si hubiera perdido la audición. Le dolía la cabeza tanto que no era capaz de entender ni pensar con claridad lo que estaba ocurriendo, sus ojos captaban la información, pero su cerebro no era capaz de procesarlo.

—Al fin despiertas.

Sus oídos captaron súbitamente aquella voz, llamando su atención. Movió la cabeza para levantarla unos pocos centímetros. Le pesaba tanto como si estuviese cargando una enorme piedra sobre la nuca. Sus ojos intentaron enfocar aquella persona que había hablado a través de unos parlantes en las esquinas de la habitación. Con mucha dificultad vio tres personas paradas tras el enorme cristal que se expandía de punta a punta de la pared enfrente.

Pronto un golpe de descarga arrasó por su cuerpo. Estalló en un sonoro grito de horror y sorpresa al sentir una corriente eléctrica recorrerle por completo durante unos infinitos y agonizantes tres segundos. Sentía su cuerpo cosquillearle como si tuviese un millón de hormigas diminutas caminándole por cada rincón de su piel. Miró al frente desorientada y paralizada. Sus aros rotaban cada vez menos.

—Bien. Ya que te veo lúcida, podemos hablar cómodamente. —comunicó ONU.

Se oyó el sonido de una alarma avisando que la puerta se abría, entonces el foco a su frente se apagó. Desvió su atención sumamente incómoda mientras cerraba los ojos, intentando acostumbrarse al cambio de luz brusco que había tenido. Oyó unos pasos avanzar a ella lentamente hasta que se detuvo justo enfrente.

—¿Cómo has dormido? ¿Tienes hambre?

Alicia alzó la mirada para verle y frunció el entrecejo confundido e incluso hasta incrédula, como si aquello que estaba diciéndole fuese algo tan estúpido y ridículo que no tenía lugar en esta situación. El peliazul rió ante sus propias preguntas, y entonces comenzó a caminar con pasos lentos alrededor de Alicia. Siendo el sonido de sus pasos lo único que podía percibir a través del chillido en sus oídos.

Aquellos síntomas que estaba presentando Anonymous se debían a un aparato llamado inhibidor de señal. Tiene como función bloquear cualquier tipo de señal inalámbrica, satelital, radiofrecuencias o de cualquier tipo. Alicia no era capaz de hacer absolutamente nada si tenía uno de aquellos aparatos a su lado. La habitación en la que se encontraba estaba inhibida de cualquier señal que pudiese entrar o salir.
ONU soltó una sutil sonrisa para después soltarle aquel pequeño inhibidor de señal sobre su regazo, lanzándoselo al aire. Tenía el tamaño de un teléfono celular promedio y marcaba una pequeña luz verde que indicaba estar encendido. Alicia lo miró con dificultad y sintió el sonido del chillido intensificarse hasta el punto se apretar su mandíbula ante el irritante sonido que allanaba en sus oídos.

Sintió las pocas fuerzas desvanecerse como si un ente maligno estuviese absorbiéndole el alma. Ese maldito bloqueador de señal hacía una interferencia en ella casi como si se tratase de un teléfono, dejándola vulnerable. En cambio, la habitación la mantenía encerrada del mismo modo que un virus en cuarentena después de haber hecho un escaneo desde el sistema de seguridad.
Desvió su atención al caminar lento de ONU alrededor suyo. ¿Qué diablos podía hacer para detenerlo?

—Me di cuenta que el método más rápido de iniciar esta guerra es con Ucrania —habló ONU y Alicia alzó la mirada para verse arrodillarse a su frente. Tomó el bloqueador de señal en manos y lo observó con desinterés—. Sé que tal vez mate a Ucrania con esto, pero sin sacrificios no hay gloria.

Alicia le miró intentando mantener sus párpados abiertos y tratando de enfocarlo, aunque su visión fuese muy borrosa.

—La situación de la OTAN, Rusia, Ucrania y la Unión Europea es perfectamente inestable. ¿Crees que si lanzo un misil desde Rusia a Ucrania la guerra se activaría? —volvió a hablar, captando toda la atención de ella—. Por supuesto que es una lástima no tener a Rusia aquí también, pero no creo que sea muy necesario.

Le vio levantarse lentamente y volvió a dejar el pequeño rectángulo de plástico negro sobre su regazo, lanzándoselo de vuelta. Le vio iniciar una lenta y penetrante caminata alrededor de su silla. Sus manos estaban unidas detrás de su espalda mientras pensaba meticulosamente las palabras que quería utilizar. La mirada de Alicia se fijó en el suelo blanco a sus pies, sin la posibilidad de continuar sosteniendo el peso de su cabeza. El chillido agudo dentro de sus oídos junto con aquella sensación de agotamiento estaba intentando dejarla inconsciente de nuevo.

—¿Qué es lo que querés de mí? —cuestionó Alicia en un susurro casi inaudible. ONU se detuvo detrás de ella al oírle murmurar perfectamente pues la habitación estaba en un completo silencio y muy vacía. Su voz retumbó con facilidad por cada rincón de cada pared.

—¿Crees que voy a dejarte libre cuando sé que tienes la posibilidad de controlar organizaciones? Eso es muy optimista de tu parte —le confesó para luego soltar una sonora risa, retomó su andar apaciguado alrededor de ella—. Un virus se tiene que mantener en cuarentena, Alicia.

—Yo no soy el virus. —masculló.

Alzó la vista para verle directamente a los ojos, sus aros giraron rápidamente alrededor de su iris y destellaron por un segundo. En cambio, ONU poseía una inmensa sonrisa jocosa con un par de orbes amarillas que resaltaban fácilmente de su piel azul. No le respondió, solo dejó que el silencio fuese la respuesta que se merecía ante su comentario.

—¿No? Entonces quién, Anonymous. ¿Yo? —le cuestionó con incredulidad. Soltó una risa vacilante e hipócrita al mismo tiempo—. Por favor, no me hagas reír. Soy la Organización de las Naciones Unidas. La entidad gubernamental más importante del mundo.

—Tan importante sos que necesitas hacer esto para obtener el poder que jamás vas a tener. —contraatacó Alicia y entonces los ojos jocosos de ONU se endurecieron por completo. Su sonrisa se inclinó, desapareciendo por completo el arrogante gesto.

Aquello no fue para nada de su agrado.

Su brazo se alzó al aire e impactó duramente contra la cara de Alicia, obligándola a voltear por completo su rostro hacia un lado. Sobre su mejilla blanca apareció la marca de la abofeteada con los cinco dedos de su mano marcados. La zona le ardía con fuerza y hasta parecía pellizcarle como si se hubiese apretado la cara con una hebilla de cabello. Devolvió la cara de vuelta hacia ONU y sus ojos brillaron tenues, mirándole inmutable.

ONU observó su mano prácticamente espantado, como si no pudiese creerse lo que acababa de hacer. Miró su palma y luego a Alicia. De pronto su sonrisa se ensanchó de esquina a esquina, mostrando un gesto tétrico y perturbador. Al parecer, haber golpeado con su propia mano a Alicia le gustó demasiado. Nunca pensó que el dolor ajeno podía ser tan agradable. Colocó su mano detrás de su espalda y reanudó su andar lento, omitiendo la pequeña situación.

Habían pasado siete horas desde que había llegado y quedaban unas pocas horas para que ONU pudiese completar la creación de sus nuevos representantes del Consejo de Seguridad. Y como consecuencia, para desatar aquella guerra que tanto estaba queriendo hacer para poder deshacerse de los actuales representantes.

"—¿Cómo llegaron a ser representantes entonces?"

"—Los representantes nacemos como un humano normal, según las investigaciones de tu padre, tenemos que sobrevivir, soportar o presenciar ciertos puntos clave para convertirnos en esto. Dijo que es parte de nuestro ADN, no lleva un código genético igual a los humanos. Cambia."

Pronto su voz y la de Rusia se oyeron al fondo de su mente como si tratasen de darle una idea muy clara. Alicia frunció el entrecejo confundido y al mismo tiempo pensativa, veía el danzar de ONU alrededor suyo mientras hablaba de algo que ella no tenía ni idea. Pues el chillido agudo en sus oídos era imposible de poder detenerse y mucho menos le permitía poder oír algo con claridad.

Si los representantes nacían naturalmente después de presenciar momentos, sucesos y lugares específicos. Vivir el caos bélico en persona, entonces ella lo único que tenía que hacer era matar a los actuales y los incubados. Teóricamente los que estaban siendo construidos de forma artificial no son representaciones reales de los países, por lo cual, cabía la posibilidad de que no funcionara realmente si ellos no estaban conectados a sus poblaciones, su país y su territorio.

Pero tenía que haber otro modo, no podía dejar simplemente que ONU continúe con su plan de iniciar una guerra entre países para poder matar a los actuales representantes de forma más rápida. Eso también aceleraría el avance con sus incubados, y una vez estuviesen muertos, no habría marcha atrás.

"—Apúrate, no tenemos más de diez minutos para entrar en los servidores de Facebook."

El recuerdo del hackeo a los servidores de Facebook y el robo masivo de información de aquellos policías que habían agredido a personas por tener piel oscura llegó a su mente como un baldazo de agua fría.

Las personas.

Si lograba robarle todo tipo de información confidencial a ONU y colocarla en internet, se transformaría automáticamente en Dominio público y ya no podría hacer nada. Las personas se enterarían de las ubicaciones, videos, fotos, imágenes, archivos, cuentas. Absolutamente todo lo que ONU guardara tanto de los países, el asesinato planeado de UNICEF, su alianza con el gobierno ruso y su plan malévolo sería conocido por el mundo entero y solo ellos podrían detenerlo, un grupo inmenso de personas, hackers e ingenieros informáticos podrían hacer lo que Anonymous ahora mismo no podía.

Pero primero, necesitaba ingresar a internet. Y con aquel inhibidor de señal, no había mucho que pudiese hacer realmente.

Vio a ONU detenerse justo a su frente, Alicia le miró con dificultad. Viéndole extender una computadora enfrente que poseía las coordenadas exactas de los misiles de cada país potencia que él tenía secuestrado. Le vio esbozar una enorme sonrisa de orgullo que se extendió de punta a punta de forma tétrica. Alejó la notebook de ella y la cerró de un solo movimiento.

—Las claves de los misiles y artillería de guerra autodirigida están perfectamente seguras, de hecho, estoy seguro que CIA ya ha avisado del robo de las claves a todos los ministerios de defensa y las armadas de los respectivos países. —comenzó explicando. Alicia le miró neutra, su rostro no mostraba ningún tipo de emoción que le dijera a ONU qué era lo que estaba pensando. Ya sabía hacia dónde quería llegar—. Pero, creo que a Anonymous no le supondría ningún problema acceder a esos sistemas y eliminar sus accesos por completo, ¿Verdad?

Alicia le miró con un alargado y penetrante silencio en el cual, su único sonido eran los chillidos agudos en sus orejas que dificultaban notoriamente que pudiese entenderle. No estaba segura si ONU sabía que el inhibidor causaba aquel síntoma en su cuerpo, sin embargo, tampoco creo que le interesara saberlo.

Desvió su atención a la notebook de color plata que cargaba del mismo modo que un bolso de manos. El silencio estaba extendiéndose con el pasar de los segundos, y ONU esperaba paciente una respuesta concisa de su parte. Tampoco es que ella pudiese negarse aquello, al final, tenía todas las cartas necesarias para poder amenazarla o extorsionarla para que lo hiciese. O accedía por las buenas, o debería usar su segundo, e incluso tercer método.

Los ojos de Alicia rotaron simultáneamente hacia la derecha y comenzaron a girar de forma coordinada, desvió su atención a sus pies al sentir su cabeza pesarle más de lo que parecía.

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—¿Vos te pensás que te voy a dar los códigos sin tener algo a cambio? —le cuestionó con un murmuro que resonó por la habitación.

—Tampoco tienes otra opción.

—Entonces me niego a darte ayuda. —sentenció con seguridad, sosteniéndole la mirada por unos extensos segundos.

ONU le miró con repudio y altivo frente a ella. Inhaló una gran cantidad de aire hasta llenar sus pulmones y exhalar todo en un solo movimiento. Se giró sobre sus talones, comenzando alejarse de ella con pasos decididos. El sonido de sus azuelas rebotaba por cada rincón de la pequeña habitación vacía. Salió del lugar y se cerró la puerta después de que se haya oído el sonido de la alarma avisando.

—Espero que no te arrepientas de tu decisión, Alicia. —comunicó y se detuvo para verle desde el otro lado del cristal, su voz salió desde los parlantes colgados sobre las paredes.

—Vos tampoco, William. —respondió con seguridad. Alzó la mirada con pesadez, mirándole tras el vidrio que los separaba.

Pudo notar su reflejo a través del ventanal, y enfocó su atención sobre la sonrisa cínica de ONU. Los vio saliendo de aquella sala y apagando las luces, dejando a la azabache en completa oscuridad en la habitación. Notó el destello verde de sus ojos titilar de manera tenue, casi imperceptible. Miró el inhibidor sobre su regazo, aún encendido y alzó su vista a los focos de luz sobre su cabeza.

Esbozó una sonrisa para después ver a través del vidrio a su frente sus ojos brillar con fuerza.

 








 

 

 

Capitulo editado

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Capitulo editado.

En fin

Espero que les haya gustado de ser así no olviden dejar un like o comentario. Me ayudaría muchísimo a continuar escribiendo.

Nos vemos.

—Homicidal_Bloody

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