17 | семнадцать

112 16 7
                                    

Ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las sagradas escrituras

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ligerezas como el aire son para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las sagradas escrituras.



La noche estaba ferozmente lluviosa y alterada. Las gotas que descendían del cielo chocaban contra la ventana en su espalda mientras los relámpagos iluminaban por cortos segundos el cielo con un tono blanco, similar al flash de una cámara de fotos. El sonido de los truenos sobre su cabeza era lo único que interrumpía el silencio de su habitación.

Alicia tomó asiento frente a su computadora personal. Ya era de noche, había llegado a casa hace un par de horas después de encontrarse con Rusia. El cual le había entregado la carta que ahora tenía enfrente y la misma que estaba en un idioma que ella no conocía en lo absoluto. Su mayor cercanía con el idioma se debía a su padre y él nunca le había enseñado el lenguaje.

La carta, ¿Qué decía? ¿Por qué se la había entregado? ¿Por qué debió de dársela a escondidas en su ropa para que nadie más la vea? Eso le mantenía muy preocupada, pues significaba que algo decía en ese papel que Rusia no quería que nadie más en ese sitio se enterase. O que la había sacado de algún sitio.

Rusia le había dicho que la persona que ella había conocido no era él, sino su hermano. Algo que no podía entender del todo, ya que, si todos conocían a Bielorrusia y Rusia, ¿por qué no actuaban o hacían algo al respecto? Comprendía que eran mellizos y era fácil confundirlos, pero estaba segura que, con el tiempo aprendes a diferenciarlos uno del otro, especialmente en las Naciones Unidas. ¿Qué clase de objetivo tenía su hermano para suplantar la identidad de Rusia? Alicia no podía comprender del todo esa situación. Era un problema de Lev, no suyo, sin embargo, no podía evitar pensar en ello.

Otra situación eran los números. Eran los mismos que México le había entregado, pero con distinto orden. Casualmente el número de teléfono formaba Sycorax en ASCII. ¿Él se lo había dado? ¿México lo había descubierto? ¿Lo había hallado en otro sitio?

Miró la hora que proyectaba la barra de tareas de su monitor y suspiró. Eran las once con treinta y cinco minutos. Tomó el papel en manos, nuevamente todo en ruso. La extendió sobre la mesa con comodidad, tomó su teléfono celular y con un traductor le tomó una foto. De este modo podría traducir fácilmente lo que decía al español, de lo contrario debería pedirle ayuda a Lev con la traducción.

Pronto le mostró una traducción después de procesar cada palabra de la carta. No confiaba mucho en los traductores cuando usaba una imagen, ya que la caligrafía cambiaba para todas las personas y podía tener muchas variables para una sola letra, cambiando toda la palabra. Ya le había sucedido una vez con el inglés, y nunca más quiso usarlo de nuevo.

V1RU5 D3TEC7EDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora