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El aspecto exterior pregona muchas veces la condición interior del hombre

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El aspecto exterior pregona muchas veces la condición interior del hombre.


Habían pasado tres días desde que Alicia avisó a William que había filtración de toda la información de los representantes de los países y, como consecuencia, sabía de dónde provenía. Por lo que, Frank y ella se pusieron a trabajar con la misión de rastrear la MAC que Alicia vagamente recordaba. Ya que sabía que iniciaba en 101gg:67 pero no recordaba los últimos números.

También, mientras ellos se dedicaban en rastrear su vieja notebook, Mason se encargó de cambiar las identidades de todos los representantes de los países—principalmente ellos—. CNI se había puesto manos a la obra rastreando e investigando a los científicos que estaban trabajando en Sycorax. No iba a ser muy sencillo, pero no era imposible, solo les llevaría un poco de tiempo hasta que encontraran algún escrúpulo dentro de la empresa.

Era un día un poco lluvioso y Alicia caminaba en dirección a las oficinas donde trabajaba. Llevaba un poco tarde debido al haberse quedado dormida.

Miró el reloj de mano en su muñeca mientras bajaba del coche que le llevaba y traía del trabajo a su departamento. Pertenecía al FBI. Cargó en manos su bolso mientras colocaba en su boca el pedazo restante de su pretzel, jaló del borde de su falda de tubo negro hasta abajo con molestia. Odiaba usarlas, la próxima vendría con unos pantalones holgados.

Se acomodó la ropa y caminó con prisa hacia la entrada de las Naciones Unidas. Empujó la inmensa puerta de cristal y entró al sitio. El coche negro que esperaba se fue en tanto corroboró que ella había ingresado al edificio. Tomó el pretzel a medio comer y lo mordió, masticando la mitad que le quedaba.

Presionó con su dedo meñique el botón para llamar al ascensor, miró los números sobre las puertas metálicas cerradas y vio que se encontraba en el décimo quinto piso. Suspiró enfadada mientras movía su pie derecho con impaciencia.

Frank le iba a regañar con severidad.

Sus oídos percibieron unos gemidos adoloridos a lo lejos. Se giró sobre sus talones para ver hacia las puertas de cristales del frente y no vio nada más que personas comunes caminando de lado a lado mientras coches pasaban con normalidad.

Desvío su atención al pretzel en manos y le dio otro mordisco, quedándose con un pequeño pedazo sostenido por sus dedos índice y pulgar. Miró los números que bajaban y ahora se detenía en el piso décimo. Suspiró intranquila mientras continuaba masticando.

Nuevamente sintió un quejido perfectamente audible. Su cuerpo se petrificó en su posición, incluso dejó de masticar al notarlo. Frunció las cejas con confusión y giró su mirada por sus alrededores. No había nada cerca de ella.

V1RU5 D3TEC7EDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora