21 | двадцать один

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Con un cebo de mentiras pescas el pez de la verdad

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Con un cebo de mentiras pescas el pez de la verdad.

 

 

 

 

 


 

Alicia se posó justo frente a la puerta de su oficina. Posó su mano en el pomo y lo giró hasta abrir la puerta por completo. Se paralizó en el umbral de la puerta con su mano sosteniendo la botella con jugo de naranja que Rusia le había dado a medio beber. Dentro de su oficina estaban ONU, FBI, Argentina, México y Chile. Todos voltearon hacia ella en tanto notaron la puerta abrirse.

Los rostros de las dos organizaciones estaban notoriamente fruncidos en un semblante oscuro y frío, se notaba a kilómetros lo enfadados y enfurecidos que estaban. FBI estaba de brazos cruzados frente a los tres representantes de los países que portaban rostros cargados de unos nervios y preocupación, que no sabían cómo controlar. En cambio, ONU se notaba con un rostro serio e inmutable, estaba enfadado al igual que FBI, pero era menos notoria.

—¡Alicia! —espetó Argentina con un enorme alivio mientras corría hacia ella y la envolvía por completo en un abrazo. La azabache sintió como el aire comenzaba a desaparecer de sus pulmones y no había posibilidad a la entrada de oxígeno.

—¿Vieron? Está viva.

Alicia clavó su atención en Chile quien miraba con una sonrisa perfectamente aliviada mientras veía a las dos organizaciones que no apartaban su mirada de la azabache, sus semblantes enfurecidos aún prevalecían intactos y sus rostros inmutables. Era imposible cambiarles aquellas expresiones de la cara con nada en el mundo.

Argentina la soltó y ella aspiró una exagerada cantidad de aire por la boca, llenando sus pulmones de aire.

—Bueno, casi la mata el weón —volvió a decir Chile al ver como Alicia apoyaba una mano en la puerta para no perder la estabilidad, pues ante la falta de aire se había mareado—. Pero lo importante es que está aquí.

—Alicia entra. —demandó Frank y ella le miró para notar un semblante oscuro y cargado de impotencia.

—La verdad que me siento bastante cómoda acá parada... lejos... fuera... —le respondió Alicia con una sonrisa nerviosa. Tomó el pomo de la puerta.

—Entra. —volvió a decir con un tono autoritario.

Alicia aclaró su garganta y sintió como cada vello de su cuerpo se erizaba ante la corriente eléctrica que recorrió su espina dorsal, realmente estaba sintiéndose aterrada sobre lo qué iba a suceder. Cruzó el marco de la puerta y cerró tras ella con una lentitud tortuosa mientras ninguno de ellos apartaba sus ojos encima de cada movimiento que hacía.

V1RU5 D3TEC7EDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora