29 | двадцать девять

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No hay nada bueno ni malo: nuestra opinión le hace serlo

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No hay nada bueno ni malo: nuestra opinión le hace serlo.










El sol había salido hacía unas horas, había varios inmensos nubarrones grises ocultando fragmentos celestes del cielo. Se podía sentir el viento—aunque no hubiese nevado—gélido fuerte que parecía arrasar contra todo lo que había en su paso y convertía el frío en algo mucho más grotesco.
La cola de autos se estaba formando lentamente delante de ellos. Habían salido del departamento para que un médico revisara el estado de las heridas para corroborar que no había empeorado. Afortunadamente el médico le dijo que todo estaba en perfectas condiciones y no había nada fuera de lo normal en sus lesiones. Le aconsejó continuar estando en reposo hasta que la herida de bala se hubiese cerrado casi por completo para evitar algún desgarro o abertura por mal movimiento.

Alicia pudo ver a lo lejos el edificio de su departamento y suspiró mientras intentaba rascarse el estómago, algo imposible debido a las vendas que le rodeaban en abdomen. Inhaló aire lentamente y exhaló con cuidado para contener sus ganas por partir clavarse un tenedor en la herida.

—Baja en la puerta del departamento y yo meteré el auto en la cochera, sino vas a tener que subir escaleras. —dijo Frank y ella le miró para después mover la cabeza con un leve movimiento de asentimiento.

El coche gris Mercedes-Benz de FBI se hizo camino intentando llamar la atención de las personas para que se hicieran a un lado. Había un par de policías custodiando que no se sobrepasaran, al notar que era el mismo vehículo que había salido anteriormente, se hicieron a un lado.

Alicia se quitó el cinturón de seguridad y abrió la puerta en silencio, pronto sus oídos fueron asaltados por los gritos de la protesta al lado izquierdo de ella. Bajó con cuidado mientras trataba de inhalar aire e impulsarse desde el asiento para salir del coche. Se sujetó desde la puerta del vehículo y se levantó por completo, soltó un quejido de dolor ante la punzada que había dado en su abdomen. Colocó su mano encima de la herida y miró a FBI desde dentro, caminó unos pocos pasos y finalmente cerró la puerta. Avanzó hacia la entrada principal del edificio con cuidado y lentitud mientras buscaba la tarjeta de acceso al edificio. Oyó el coche a sus espaldas acelerar para ir en dirección al garaje interno que estaba bajo tierra.

Los gritos unísonos de las personas a su espalda parecían estar muy furiosas y al mismo tiempo cantar. Ella colocó la tarjeta sobre el lector, pero este la denegó, ella suspiró limpiando la pequeña pantalla y la tarjeta, volvió a internarlo, pero nuevamente fue rechazada. Miró la tarjeta como si leyera ruso y maldijo, no era la de entrada, era la del departamento.

—La concha de mi vieja. —maldijo Alicia y se giró sobre sus talones para ver la muchedumbre gritar hacia ella y mirarle.

No sabía qué estaban diciendo y le frustraba, todo estaba en ruso. No había casi ningún edificio que usara el inglés como lenguaje universal para que extranjeros pudiesen comprenderlo. No tenía más alternativa que aprender ruso por las buenas o por las malas.

Fijó su atención en los policías que observaban de forma precavida y muy atentos a las personas amontonada delante de ella que eran contenidas por unas barras metálicas que bordeaban la mitad de la calle, pues le dejaban paso al coche negro que llevaba y traía a Rusia todos los días. Pronto la muchedumbre pareció ponerse muy nerviosa y los canticos enfurecidos se disiparon para formarse gritos y palabras que chocaban entre sí y se hacía imposible poder entender una sola frase. Ella se alarmó mirando a su alrededor y pronto sus ojos se fijaron en dos motocicletas de la policía, y una patrulla. Era Rusia.

Alicia abrazó su cuerpo. Tenía una gabardina café intentando amortiguar un poco el frío y gélido viento de la tarde.

Los agentes de policías pasaron delante de ella y el coche negro se detuvo justo a su frente. Pudo ver su reflejo proyectado sobre la ventana polarizada. La puerta se abrió y pronto notó a Rusia salir del mismo y mirarle confundido, ella le sonrió mientras su pierna derecha se movía de forma nerviosa e inconsciente en su posición. Estaba muriéndose de frío y FBI aún no salía de la cochera, mucho menos abierto la puerta desde el interior. Él tenía la tarjeta principal del edificio, debería poder abrir la puerta de la cochera.

A menos que él también se hubiese equivocado y trajera la misma tarjeta que ella.

—¿Qué haces afuera? —le preguntó Rusia y caminó a pasos rápido hacia ella.

—No es la tarjeta —comunicó. Le mostró la tarjeta en manos—. Y creo que FBI también se equivocó, no sale de la cochera. Deberían ponerlas en inglés también, no cuesta nada.
Rusia rio con sarcasmo mientras se aproximaba a la puerta de entrada y tomaba la tarjeta principal del edificio.

—Sigue soñando.

Alicia suspiró mientras le veía abrir la puerta de la entrada. Ella miró hacia la multitud abarrotada y totalmente enfurecida a su frente, quienes parecían querer atravesar las rejas impuestas por la policía para prevalecer en pie la seguridad del representante. No podía negar que aquello le asustaba bastante, era una muchedumbre severamente enfurecida que forcejeaba contra la policía en su misión de atravesar los límites impuestos.

Pronto un joven lo hizo, logró saltarlas con facilidad y comenzó a correr en dirección a ellos. Alicia se paralizó y sintió como su alma abandonaba su cuerpo al ver como aquel sujeto se aproximaba hacia ella en cámara lenta con los policías corriendo detrás de él para alcanzarlo. Le vio meter su mano en el bolsillo de su chamarra y ella cerró los ojos mientras su cuerpo se congelaba en su posición.

Diosito, ¿Por qué?

Entonces sintió que aquel chico la abrazaba y ella se exaltó por completo, su cuerpo era incapaz de poder moverse si quiera un centímetro de su posición. Sus cuerdas vocales parecieron enredarse entre sí y su voz desapareció de su garganta. Su corazón estalló dando un vuelco dentro de ella como si hubiese sufrido un pequeño paro cardíaco. Rusia notó al chico que se aproximó a ella y trató de alejarlo con cuidado, pues Alicia aún no se recuperaba del todo de sus heridas y un mal movimiento podía enviarla de vuelta al hospital.

Los policías lo alejaron de ella con un fuerte movimiento, logrando lanzarlo al piso de forma hábil. Ella le miró y el chico le observó del mismo modo. Sintió los brazos de Rusia sobre sus hombros incentivándola a moverse para ingresar al edificio mientras le hablaba en español, diciéndole que entrara.

El chico de ojos café le miraba como si tratara de decirle algo mientras lo levantaban del suelo y amarraban sus muñecas detrás de su espalda con unos grilletes. El joven hizo una seña con sus ojos, fijando su atención en su bolsillo y luego a ella repetidas veces. Alicia miró su gabardina, metió su mano dentro y notó un objeto cuadrado de plástico.

Lo sacó de su bolsillo.

Era un disco duro externo y tenía su cable conectado al mismo.

Dos agentes comenzaron a llevarse aquel joven fuera de su vista mientras Rusia la movilizaba lentamente hacia el edificio. Ella le observaba confundida y al mismo tiempo aturdida, sin comprender de qué se trataba, quién era y qué había sucedido. Pronto el cuerpo de aquel chico lo perdió de vista y entonces fijó su atención al frente, oyendo la puerta cerrarse detrás suyo.

Miró el disco duro en manos y lo giró sobre su palma, intentando comprender qué había en su interior para que aquel chico se lo entregara. Llevaba el logo de Anonymous en su plástico negro, casi imperceptible a la luz. No sabía quién era él, pero él sí sabía quién era ella por lo que le había confiado un disco duro.
Sintió como si pronto todo comenzara a darle vueltas súbitamente, como si fuese consciente de la rotación del planeta. Percibió como su mirada se volvía verdosa, como si expulsara luz por los ojos. Pestañeó dos veces consternada y confundida, entonces la luz verde ya no era visible.

—¿Sabes quién era él? —preguntó con un tono frío.

Ella negó con lentos movimientos mientras veía el cuadrado plástico en manos. Alzó la vista para ver al eslavo a su frente, el cual estaba confundido y al mismo tiempo se mostraba alterado. Caminó en dirección al ascensor al frente.

—No, no tengo ni idea.

—¿Y esa cosa qué llevas en manos? —preguntó observándole dubitativo, pues podía dárselo aquel chico y no confiaba en lo mínimo.

—Ah, lo compré con FBI. —mintió.
Rusia le miró por unos extensos segundos, desconfiando de sus palabras.

—Я понимаю. YA ponimayu. (Ya veo…)

—FBI quedó encerrado en la cochera. —avisó Alicia antes de que el ruso presionara el botón del elevador. Suspiró notablemente inquieto mientras caminaba en dirección a las escaleras que llevaban al piso de abajo donde estaba el garaje.

—Yo te dije, pongan un poco de idioma universal. Literalmente veo las letras en ruso y mi mente solo dice:

Alicia se mantuvo en silencio viendo como el ruso se aproximaba a las escaleras, se giró sobre sus talones para mirarle caminar con lentitud hacia el elevador.

—¿Qué dice?

—Nada dice, pelotudo. Si no sé pronunciarlo cómo choto voy a leerlo.

—¿Quieres que te enseñe? —preguntó el ruso y Alicia le vio formar una sutil sonrisa vacilona que ella no supo identificar exactamente qué quería decir.

—¿Te tengo que pagar?

—Solo si quieres.

—Ándate a cagar ruso puto, estamos en crisis y vos queriendo manguearme plata. —respondió Alicia retomando su andar hacia el ascensor a unos pocos pasos a su frente.

—Я не это имел в виду. YA ne eto imel v vidu. (No me refería a eso.) —respondió y giró sobre sí mismo para comenzar a bajar los escalones.

—¿Qué dijiste? —preguntó al no comprender que había dicho en ruso, presionó el botón del piso dieciocho y esperó que las puertas lentamente se cerraran.

—Que vayas al departamento.

—¡Oigan par de lacras, los escucho hablar! ¡Sáquenme de aquí!

—Eres el maldito FBI y te quedas encerrado en la cochera, me das lástima. —atacó el eslavo hacia el norteamericano mientras bajaba las escaleras lentamente.

—Next time, ask the stupid bastard who created these cards to make them different! They're exactly the same! (¡La próxima vez pide al maldito inútil que creó estas tarjetas que las haga diferentes! ¡Son exactamente iguales!)

—Deja de gritar puto imbécil, no te soporto lo suficiente aún.
—¡Dejen de pelear la concha de la lora!

Más tarde Alicia en el departamento, ella necesitaba entender qué fue lo que Rusia le había dicho realmente.

—FBI, ¿Cómo se dice Ve al departamento en ruso?

—Идите в квартиру. Idite v kvartiru.

—Qué hijo de puta, me mintió.
















 


 Capitulo editado

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Capitulo editado.

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Espero que les haya gustado de ser así no olviden dejar un like o comentario. Me ayudaría muchísimo a continuar escribiendo.

Nos vemos.

—Homicidal_Bloody

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