36 | тридцать шесть

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Guarda a tu amigo bajo la llave de tu propia vida

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Guarda a tu amigo bajo la llave de tu propia vida.





El sol poco a poco comenzaba a ocultarse. Alicia observó a través del ascensor a FBI mientras las puertas lentamente se cerraban. Ella se giró sobre sus talones y acomodó un poco mejor las bolsas de compras que había traído el federal desde el supermercado. Caminó con cuidado hacia la puerta mientras trataba que la bolsa con las frutas no se cayera, pues una manzana estaba al borde del abismo.

Los aros alrededor de Alicia rotaron en sentido contrario y entonces la puerta a su frente se cerró justo en su cara. Ella perdió el equilibrio ante el impacto seco contra la puerta y las bolsas en sus manos cayeron al suelo, como consecuencia una docena de huevos también. Esparciéndose la yema por el intacto y pulido piso gris.

Levantó la mirada confundida y hasta enternecida, pensando que había una ráfaga de viento que había azotado contra la puerta y como consecuencia se cerró justo en su cara. Pero entonces recordó que había mucho frío y viento, por lo tanto, no había ninguna ventana abierta. Se agachó mientras soltaba un suspiro de molestia.

—La concha de la lora. —maldijo Alicia y colocó las bolsas sobre el suelo para juntar las frutas que se habían esparcido por el piso para devolverlas a su sitio. Miró la caja de doce huevos rota frente suyo y la observó con resentimiento.

Se levantó del suelo con la intención de abrir la puerta, pero había un detalle grande, no llevaba la tarjeta de acceso encima. Pues no lo vio necesario en absoluto, solo había abierto y salido del departamento para ayudar a FBI bajar las compras. Posó su mano sobre la puerta y esta, de forma casi instantánea se abrió, oyéndose el pestillo de la misma desbloquearse. Alicia retrocedió perpleja, viendo como la puerta lentamente se abría como si alguien lo hiciese desde el otro lado. Tomó la bolsa sobre el suelo a su lado y la cargó con firmeza, apoyó la palma de su mano contra la puerta para corroborar que no volviera a cerrarse en su cara. Aun le dolía la frente ante el golpe inesperado.

Ingresó al departamento y caminó en dirección a la cocina para dejar la bolsa de compras sobre la encimera. Volvió a caminar en dirección a la entrada con pasos apresurados. Los aros alrededor de sus ojos giraron nuevamente en sentido contrario y la puerta se azotó cerrándose por completo. Alicia se paralizó en sus pisadas, quedando a dos metros de la misma. Oyó el sonido de la traba de seguridad colocarse. Caminó con lentitud hacia la puerta y atrapó el pomo metálico en su mano para asegurarse que esta no volvería abrirse y la terminara aplastando contra la pared. Forcejeó un poco intentando abrirla, pero resultando en vano. Miró el panel de la clave seguridad a su lado, colocó los dígitos que pertenecían a la contraseña que quitaba el seguro de la puerta.

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