La chica que se perdió en las estrellas. [+18 ✔️ ]

C1

"Nuestras vidas se definen por las oportunidades incluso las que perdemos"

-El curioso caso de Benjamin Button.

Dedicatoria:
Para cada ser humano que se ha sentido una estrella sin brillo y tiene miedo a vivir. Descuida, puedes respirar ahora, la vida es tuya y la ansiedad solo te acompañará en una parte del camino.
¿Sabes qué es para siempre? Tú.
Te quiero. Te quiero porque quererme no fue fácil y menos con un corazón roto. Así que si tú no puedes quererte ahora mismo, yo puedo hacerlo por ti.
Este libro también es por todas las mujeres que han desaparecido y nadie sabe de su paradero.
#Niunamas 💜

June:

Llega un momento en el que todo pasa lento, como cuando te quedas parada en el metro mirando a cada persona. Aquel chico que le cedió el lugar a una mujer adulta; una chica rubia que reía de algo que le decía su acompañante, que a leguas se notaba lo mucho que la quería. El cómo él observaba cada gesto que hacía, ella llevaba una paleta de dulce que le pintaba los labios rojos, jugueteaba con ella para llamar su atención, estaba coqueteando con él. Claro estaba.

Un tipo veinteañero estaba frente a mí, podía sentir su mirada fija en mí de vez en cuando, también el cómo recorría cada centímetro de mi figura. Él era alto, con complexión atlética. Tenía marcas en la frente, señal de que fruncía el ceño constantemente, su tez blanquecina hacía juego con el cabello castaño claro, en su mano se lograba ver la punta de un tatuaje, en esa misma mano llevaba un anillo plata con la forma de una ala de dragón.

Tenía ese aire de misterio y peligro, era muy guapo y sus ojos estaban acompañados de unas largas y espesas pestañas rubias. Una sonrisa inconsciente salió de mi boca y el chico me miró confundido, él pareció notar mi nerviosismo que tan solo sonrió de lado dejando a la vista un hoyuelo en su mejilla.

—June, esta es nuestra parada —mi amigo me tocó el brazo para que le hiciera caso—. Recuerda que tenemos que llegar antes del mediodía y ¡Mierda! Faltan cinco minutos.

Mientras él me jalaba de la muñeca para apresurarme, yo traté de seguirle el paso, pero mis piernas no eran nada largas a comparación de las de Parker. Al intentar salir del vagón, torpemente tropecé llevándome a una persona conmigo, con la cara roja de vergüenza lo miré apenada, mi color escarlata se incrementó cuando el chico que no dejé de psicoanalizar estaba mirándome con esos ojos tan profundos y fríos.

—Lo lamento, fue un accidente. Debí fijarme en el borde. —Me disculpé. Era lo mínimo que podía hacer.

—Deberías de mirar por dónde caminas y no dejar qué idiotas te jalen como si fueras un títere — masculló con cierto grado de frialdad, se puso de pie y solo se quedó mirándome —. Dame tu mano, te ayudaré.

Parecía molestarle, así que mantendría la dignidad que tenía aún y me puse de pie por mi cuenta.

—No hace falta, al fin y al cabo no soy un títere para que me tomen de la mano. — Dicho eso me alejé dramáticamente.