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June:

Estaba harta de estar postrada a la cama, apenas me dejaban sola un momento y no duda en pararme a dar vueltas a lo largo y ancho de la habitación, me quedaba minutos mirando la ciudad desde la ventana que me protegía del mundo. A veces me preguntaba qué sería de mi si todo lo que sucedió no hubiera pasado, tal vez nada o tal vez mucho.

Los médicos y enfermeras iban y venían observando el cambio de mis heridas, limpiándolas y asegurándose de que mi salud fuera para arriba. Mi cabeza estaba sanando con éxito, la hemorragia fue detenida y salí de peligro. Sin embargo, el torso es algo de lo que todavía no me recuperaba del todo, las costillas me mantenían alerta en cada movimiento, como si fuesen el recordatorio de que no me encontraba bien todavía. Cuando me iba a dormir tenían que darme analgésicos debido a las jaquecas que me pegaban, eran soportables, aunque me incomodaban al grado de no lograr pegar ojo por la noche.

Al estudiar en la carrera de nutrición, estaba al margen del tipo de dietas establecidas para pacientes selectivos y la mía no estaba del todo mal, aunque le faltaba un poco de sazón. Por las mañanas me servían un tazón de avena con leche y canela, un plátano con yogurt y nueces en trocitos azucarados y lo mejor, me dejaban elegir entre emparedado de atún a la plancha con verduras o un filete sellado con papas al horno. Eso sí que era algo bueno de este hospital.

Respecto a las visitas prefería evitarlas fingiendo estar dormida, a la única persona que toleraba en el mismo espacio era a mi novio, porque me siento cómoda a su lado. He visto que cuando alguien es víctima de abuso o lo fue, busca alejarse de todo humano, tal vez por ese miedo a ser lastimado de nuevo, lo entendía, sin embargo yo no quería alejarme de Seth, no quiero dejar de sentir su tacto.

Mi madre no me forzaba a pasar tiempo con ella, la he visto unas cuantas veces y en todas ellas terminamos llorando. Se que ella quiere cuidar de mí y no la culpo, soy su hija. Me duele sentirme asfixiada con la mujer que tanto amo.

Es deprimente. Honestamente lo es.

—¿Algo nuevo? —Orly, la enfermera de piso entró al cuarto y se acercó a mi para ponerme una manta —. Hace frío, todavía debes recuperar aquello que nos protege del cambio de temperaturas, como los osos.

—No me había percatado de la baja temperatura de hoy. Y no, siguen pasando autos por la avenida, la ambulancia hace demasiado ruido y las gaviotas vuelan a la costa.

—Vaya, chica, pareces aburrida. Ya me gustaría a mi pasar al menos diez minutos con esta vista, en cambio debo ir a atender a chicas deprimidas y a ancianos que defecan como niños —comenzó a reír, por lo que le seguí. Me gustaba que no tuviera ese tacto minucioso como si fuese un vaso de cristal frágil—. Yo sí que tengo algo nuevo, te vas. Tu alta ha sido firmada, mañana estarás en casa.

—¿Por qué hoy no?

—La segunda prueba de embarazo —asentí con tristeza, realmente no quería un hijo. No de él al menos. Me negué a tomar la píldora porque ya habían pasado algunos días y sabía que las probabilidades no iban a ser altas, no quería más cambios en mi cuerpo, así que opté por las pruebas sanguíneas —. La primera salió negativa, ya verás que esta también.

La chica que se perdió en las estrellas. [+18 ✔️ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora