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–¿Steve? –preguntó Tony a su lado en un susurro.

–¿Qué pasa?

–Tengo frío –respondió el castaño acercándose más a él.

Todos estaban en los sillones de la sala, y tal y como había dicho Clint, tenían maratón Disney.

“¿De verdad crees que no nos desechen?”, Clint negaba mientras veía la tele como un niño, “No lo se Buzz, ¿qué querías que les dijera?”

Clint volvía a negar–. No les mientas Woody –susurraba, Natasha que estaba a su lado solo rodaba los ojos mientras susurraba “idiota”.

–Pero, ¿y tu cobija Tony? –preguntó Steve confundido, porque la última vez que lo vio, tenía una cobija de ositos consigo.

–Se la quedo Thor, mira –contestó él castaño encogiéndose de hombros mientras señalaba al Dios, que estaba en el suelo con muchas cobijas a su alrededor–. Me la robo.

–Oh ya –contestó Steve, y viendo al castaño que le había dicho que tenía frío, reaccionó.

Tendría que compartirle de su cobija.

–¿Steve? –volvió a hablar Tony en espera de una respuesta.

–Um, si, ven –dijo Steve mientras le hacía un espacio a su lado.

–Gracias –respondió sonriente el castaño acercándose a él y acurrucandose–. Eres el mejor.

Steve respondió igual con una sonrisa.

Mientras transcurría la película, todos tenían que soportar a un Clint dramático gritándole a le televisión que nada de lo que pasaba era justo.

Y cuando terminó, todos volvieron a votar por ver cual sería la siguiente película.

En eso, Steve notó que Tony no se movía, y cuando dirigió su mirada a él, la escena que encontró hizo que su corazón latiera más rápido que nunca.

Tony estaba recargado en su hombro, su respiración era tranquila y relajada, con sus ojos cerrados luciendo sus hermosas pestañas.

Estaba dormido.

Y Steve no pudo evitar sonreír enternecido y tampoco decir para si mismo (y en voz alta) un:

–Te quiero Tony.

El castaño que se suponía que estaba dormido, de pronto se “despertó”.

–¿Eh?, ¿qué dijiste Steve?

–Q-Que, nada –respondió nervioso el rubio–, b-bueno que y-yo, que yo te quiero... Mañana en el gimnasio para entrenar, ¡si!, eso.

Tony sólo lo miró, lo ignoró y volvió a recargarse en él. Pero cuando ya estaban por ver la siguiente película, Tony habló.

–Yo también te quiero –dijo en un susurro–, luego te digo en que posición.

La mente de Steve pareció solo captar la frase “Yo también te quiero”, porque se puso rojo, muy rojo, sin entender él doble sentido de esas palabras.

Así fue como Steve no tuvo ni idea de que películas vieron. Su mente solo tenía la imagen grabada de cierto castaño.

Y eso no, no podía ser bueno.

Primero que nada.

Disculpenme 😔

Ayer ya no actualice debido a un accidente que me paso :/

Segundoooooooo

Ese Tony, que gran actor
/– o –/

Y ese Steve, que generoso e inocente 🥺

Derphs, bai 👋🏻

PiroposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora