Ignorando los motivos por los cuales no eran perseguidos por aquellas colinas recortadas en varias mesetas, el par de aventureros continuó su ascenso lejos de cualquier flecha.
Un sentimiento frío, intenso, cuajaba de desconfianza el corazón del bárbaro. Que sus perseguidores o lo que quedaba de ellos se enzarzara con estos extraños hermanos no le importaba en absoluto, lo que era más, se alegraba de que se partieran los cuernos entre sí, pero ante la duda razonable sobre el curso de los acontecimientos y su significado obligaban a que, con la caución debida, Kerish mirara en todas direcciones con la espada a la espalda y el mangual en las manos.
—De habernos querido muertos, amigo mío—trató de aplacarlo el mago, —Realmente que lo estaríamos—.
El guerrero salvaje no dijo nada, pero sabía que en realidad no les dieron oportunidad de lograrlo. No tuvieron tiempo. Luego continuó con sus pensamientos en voz alta para ambos.
—Quizá se trate de otra secta distinta. Éstos no parecían tan... "sucios" aunque sí brutales, y tenían cierta organización. Deben de vivir a más resguardo y alimentarse bien, los jayanes, pues tienen físico hábil y robusto además de piel clara—.
—Son hostiles a todos, al parecer—.
—Me he fijado. ¿De qué nueva herejía se tratará? Si no son capaces de seguirnos la pista y darnos caza es porque de alguna manera, esto es sagrado para ellos. Demasiado sagrado—.
—O está maldito—renegó el bárbaro, escupiendo a un lado tras aclararse la garganta con un tosido, sudor reciente le humedecía los brazos, la frente y el cuello.
—Si eso es lo que creen, ¡sin duda alguna es lo que nos conviene!—se alegró Zhard deteniéndose un momento y observando, junto con su compañero, que aquellas figuras con correajes rojos los observaban impasibles más allá del muralito y que sus víctimas restaban apartadas como si se tratase de desperdicios.
Poco a poco, fueron yéndose todos, como rodeando la gran formación donde antaño muchos hombres y mujeres acudieran en busca de protección, guía y sabiduría al llegar a lo alto de la escalera. El joven de piel broncínea y cabello rubio cano sintió un escalofrío de pavor al verlos moverse en la distancia, como pequeñas figuras embrujadas que lo acechaban con ojos brillantes y fijos en él, como si atravesaran su carne hacia el alma.
—...Claro que eso también explicaría la casi nula afluencia de peregrinos—dijo volviendo a mirar hacia los peldaños y continuando el ascenso con Kerish a su espalda.
—Esperemos que esté aquí lo que vinimos a buscar—.
—Debe estarlo, bárbaro. ¡Lo presiento! Y ahora que me doy cuenta, la forma en que se ha establecido la gente aquí hace tanto me recuerda un poco a cómo formaban los templos y las comunidades los Ataharianos. ¿Has oído hablar de ellos?—.
—No—.
—Su auge comienza cuando vencen a los Asgorianos, bravos guerreros que tuvieron una era muy corta en la que destacarse pues fueron desplazados por otros pueblos tras las guerras sucesorias que debilitasen su poder. Ata'h surgió entonces como una potencia emergente muy agresiva. Provienen de un antiguo pueblo, desaparecido y reducido a una región de salvajes montañeses de tiempos de los Akei, en los límites de las montañas del sur, que tras el cataclismo se ocultaron bajo el desierto e hicieron desaparecer el Mar Pequeño. A juzgar por los últimos hallazgos arqueológicos, usaban espadas de un filo a dos manos, que en la guarda tenían una hoja de hacha. Cuando parte del viejo continente se hundió, pues se unía con Spahan un gran trozo de tierra que falta desde hace siglos en los mapas, los pocos Ataharianos que restaban entraron en guerra adorando a los dioses del mal, y lucharon entre hermanos para conseguir el poder del Pórtico. Las ruinas de Kariath son un ejemplo de lo que queda aún de su mundo. A día de hoy son salvajes que pululan aún por sus ruinas, intentando extinguir el espectro de Galadh, el viejo jefe de guerra. A los oscuros orígenes del Imperio Ardiente de Ata'h se deben los secretos ritos funerarios y la momificación que inspirara mucho después a los primeros Styrganos—.
Kerish recordó entonces a otro compañero de aventura cuyo final vio muy de cerca, apenándose por cómo se desarrollaron las cosas entonces. ¿Sería su arma entonces una auténtica espada Atahariana o influida por su cultura de algún modo residual?
A lo mejor, ciertas cosas de aquella antigua tierra habían influido en varias formas a los bravos guerreros-cazadores de Kotâi. Por lo que el bárbaro sabía a través de su abuelo, los Kîrîn eran una tribu de afamados arqueros y jinetes que solían pintar sus cabellos de colores vivos así como decoraban sus rostros con finos y hermosos tonos que les destacaban en la batalla. Provenían de un reino llamado Kraî, rival de la entonces esplendorosa Ata'h. Su ubicación se perdió con el tiempo. Llegaron en sus migraciones a ofrecerse como mercenarios de los reyes y jefes que encontraban en plena contienda, y con las ganancias, continuaron migrando hasta el interior del continente derrotando a los Amures: bárbaros de piel dorada y oscura con unos tatuajes blancos y misteriosos, y los Ghumm, otra tribu guerrera célebre en la antigüedad por dividir a los sexos y hacerlos enfrentarse en batalla (el ganador esclavizaba al perdedor, y esto determinaba los hijos, y los enemigos exteriores eran violados y devorados vivos en un ritual) que se extinguió por la presión de los Kîrîn, llegados mientras las dos tribus estaban en combate, resultando actualmente que los Kîrîn y los Amures convivían de manera muy tensa. Algunos Ghumm y Amures se aliaron y viajaron juntos hacia las Arenas Negras, y darían luz a una nueva tribu aportando el sustrato de los Kachgors y los primeros Kirrsavos. Los Kîrîn sometieron también a los Sorg, cuyos chamanes lucían sus pieles morenas y cabellos blancoazulados, pero prefirieron pactar la paz a todos tras mucho desgaste en sus guerras con los Thar, una tribu igual de poderosa y que poseía dominio sobre los yacimientos de Skran, un mineral que contiene hierro y cobre con el que forjan sus armas, cerca de las montañas. Establecieron un centro de gobierno en la destruida ciudad de Kotâi que fue asaltada muchos siglos antes por los Ataharianos al sur, quienes cayeron ante la barbarie y su civilización se perdió en el olvido así como sus oscuros poderes.
![](https://img.wattpad.com/cover/138270847-288-k534248.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La Dama de la Destrucción
Fantasía~ En la tormenta de los tiempos y la guerra, estaba predestinado que nacería un salvador, que combatiría junto a otros pocos contra la oscuridad y devolvería su equilibrio al mundo. Pero esa esperanza se ha perdido, el imperio se ha fragmentado y lo...