⌦ 𝙅𝙞𝙣𝙭

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ᴺᴼᵂ ᴾᴸᴬᵞᴵᴺᴳ :Fᴀʟʟɪɴ' (Aᴅʀᴇɴᴀʟɪɴ) ᵇʸ ʷʰʸ ᵈᵒⁿ'ᵗ ʷᵉ

Un golpe tras otro, un disparo tras otro, grito tras grito, llantos, pero sobre todo risas, risas maniacas, el sonido del metal contra el metal; cuchillas, y la cereza del pastel: explosiones

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Un golpe tras otro, un disparo tras otro, grito tras grito, llantos, pero sobre todo risas, risas maniacas, el sonido del metal contra el metal; cuchillas, y la cereza del pastel: explosiones.

Kandii terminó con el último hombre que tenía enfrente, con un limpio corte en el cuello, ni siquiera le dio el tiempo de poder gritar ya que desgarro sus cuerdas vocales.

Su respiración era pesada y acelerada, se tomó el muslo, justo en donde tenía una tajada, no era de gravedad o mortal, pero un corte es un corte.

Se tambaleó hasta la pared más cercana, y sin importarle el que alguien pasara y viera el crimen tan "sádico" que había cometido, empezó a contar sus cuchillas, en total tenían que ser ocho, siempre cargaba con una demás, era más pequeña y delgada que las demás, pero su diferencia, su magnífica diferencia recaía en que contenía veneno, era como si inyectaras una inyección. Clavas la cuchilla en cualquier parte del cuerpo, preferible el pecho o el cuello, y había un botón sobresaliente del mango de la misma, lo presionabas y pum... muerte segura, dolorosa y placentera de ver, de sentir en el caso que seas masoquista.

Las sirenas de las patrullas se escuchaban cada vez más cerca, la adrenalina de ser atrapada la abrazo como si se tratase de un viejo amigo, de esos que sabes que pueden pasar años sin hablarse, pero si un día acudes a ellos o ellos acuden a ti, la atención va a ser recíproca. Se levantó del suelo, sin sentir dolor alguno, las maravillas de la adrenalina.

Arranco del cuello ajeno la última cuchilla que le faltaba, la limpio en el vendaje de su antebrazo y antes de abandonar la escena sangrienta e inhumana, se acuclillo enfrente del hombre sin vida, le regalo una sonrisa a medias, colocó dos de sus dedos (el medio y anular) sobre la sangre, aún caliente, que salía de a montones de él, pasó ambos dígitos por sus labios, como si de un labial se tratase y estampo estos en la mejilla expuesta del adulto-joven. Vio con orgullo su obra, y sin más salió de la escena.

Corría escuchando cada vez más cerca los disparos, los gritos desesperados, las sirenas de las patrullas, las explosiones y las inconfundibles risas maniacas de su compañera, rio por lo bajo al ver la obra maestra enfrente suyo. Sabía que la peli azul tenía potencial, pero aún estaba algo escéptica ante los rumores, pero vaya callada de boca se llevó.

Unos brazos fríos y delgados rodearon repentinamente su cuello, por un segundo tomo su cuchilla envenenada, pero al sentir los labios fríos pero suaves de la otra supo de quien se trataba, bajo la mirada para encontrarse con la de la más baja mirándola con gran júbilo, Kandii se la devolvió al igual que el abrazo, pero esta vez sus brazos rodearon la cintura ajena.

¡Cuchillitos! ¿Viste? ¿¡Viste!?— dijo mientras daba saltitos por la emoción, a lo que la de coleta alta sonrió enternecida por la actitud algo infantil.

— Si, si lo vi linda— dijo mientras volvía la vista hacia la edificación en llamas.

— Y aún hay más. Ven— la tomo por la muñeca y la empezó a guiar.

Llegaron a una construcción abandonada donde se encontraban las tan icónicas armas de la de trenzas. Con la curiosidad bombeando ridículamente rápido por todo su ser se acercó a la contraria para tener visión de lo que hacía. Por su parte, Jinx estaba arreglando los últimos detalles para que su obra saliera a la perfección, o bueno, su definición de perfección.

Cuando terminó acercó a la otra a su cuerpo y le extendió una caja metálica con un muy llamativo botón blanco, manchado de mugre y sangre, y lo que creía era chocolate, y con la mirada extasiada le incentivaba a apretarlo. Y lo hizo.

Por un momento no se escuchó o vio nada, Kandii miró a su frente con confusión, volteó a ver a su acompañante inquisitivamente, pero la más baja seguía con la emoción calándole hasta el alma, y... ¡BOOM!

La de mechas deslavadas saltó en su lugar por el repentino alboroto, regreso su atención a su frente encontrándose con un montón de "fuegos artificiales", iluminado la bellísima ciudad del progreso.

— ¿No es hermoso?— dijo con anhelo la creadora de la palabra caos.

— Es perfecto— dijo fascinada la otra.

Jinx la miro con detenimiento, nunca había conocido a alguien mas que tuviera la mente tan retorcida y desordenada como la de ella, con un leve sonrojo en las mejillas, rodeo su cintura, colocando- con algo de dificultad -su cabeza sobre su hombro.

Kandii perfiló su rostro, rosando accidentalmente sus narices, ambas soltaron una risilla ante el inesperado tacto.

— Puse tus colores favoritos— dijo un poco apenada la tiradora.

Kandii sonrió en grande.

— Lo noté— alardeo la contraria mientras le guiñaba un ojo.

Ambas se quedaron viendo por un rato. Había una tensión demasiado obvia como para ignorarla, desde que se conocieron- aun sabiendo los rumores que había de la otra –ambas sintieron una inmensa curiosidad, ya que técnicamente eran como polos opuestos a la hora de realizar sus masacres: Jinx era muy ruidosa y llamaba mucho la atención a la hora de cometer sus fechorías, por el otro lado Kandii era muy meticulosa y silenciosa, claro, ambas lo que tenían en común era que la escena del crimen siempre era aterradora de ver. 

Jinx se inclinó para volver a rozar sus narices, como un gato que busca atención de su dueño, la de mechas descoloridas la iba a acercar más, pero las sirenas de las patrullas tentaron a ambas.

— Malditos vigilantes— murmuro entre dientes la más baja, ganándose una fuerte carcajada por parte de la otra.

— Vamos— y sin esperar respuesta alguna la tomo de la mano, a lo que la peli azul se sonrojo, ya que ella era la que mostraba ese tipo de muestras de afecto, bastante disimuladas, para que la otra lo dudara.




ᵎ⌇*ೃ✧ 𝗯𝘆 𝗏𝖾𝗋𝖺 ˊ-

𝗢𝗻𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘁𝘀 | 𝘈𝘳𝘤𝘢𝘯𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora